COCINA Y LITÉRATURA. Una de las actividades más asombrosas • de México es. sin duda alguna, ls( del licenciado Querido Mo-heho. Durante su corta pero intensa vida parlamenatria, tuvo oportunidad de desarrollar una fuerza incontrastable; tanto por el vigor de su maravillosa improvisación, como por ser inaccesible a la fatiga. Hubo tarde, en que pronunció un discúrso y cuatro réplicas, realizando el milagro de-no cansar al auditorio ni cansarse él. mismo. En sus quince largos meses de destierro ha trabajado con 1?. constan-, cia de siempre en lugar de perder el tiempo en vanas quejas e inútiles la-; merít^iones. Tiene concluidos ya; dos libros: en uno de ellos hace la.: reseña de los diecisiete meses de. Gobierno del General Huerta, y en el, Otro* apunta observaciones atinadas y-originales de la estructura, tradiciones historia, costumbres y religión del pueblo norte americano. La tirltima de estas obras está escrita eh estilo espitsolar. El autor relata a un", tia que se encuentra en Mexico; anécdotas y episodios, impre siones y memorias, recogidas al través de un viaje por los Estados Unidos. En una de las cartas se ríe de la organización política de este pueblo: eh otra ridiculiza la vida de sus grandes ciudades; ,n otra se burla de sus"instituciones educativas; y así, en estilo siempre festivo, que recorre desde la risa franca de un Extremera hasta la ironía espiritual de un Bena-vente. * exhibe despiadadamente, las lacras de este País, que a pesar de ser tan grande, carece sin embargo, de grandeza. El 'licenciado Moheno nos ha het cho el favor de renritirñós “Tík ter* ceta carta de esta serie. Habla del gusto yanqui por la literatura y por fa--"—-¡cocina!-—- Conceptos que seguramente no se unirían nunca si vi autor no hubiera empleado como eslabón, la singt lar idiosincracia del pueblo yanqui. Y basta de prólogo. He aquí h car ta de referencia: Jacksonville, Fla. Nov. de 1914. Sra................... ............... - México. D. F., Mi querida tía: De seguro Ud. no habrá olvidado qne fué el 3 de Julio cuando fui despedido por el Gral. Huerta. Como no "esperaba yo otra cosa para marchar al extranjero, al día siguiente salí; pero de intento evité el puerto dé Veracruz, ocupado a la sazón por los americanos. A riesgo de ser asaltado y asesinado por alguna de las numerosas bandas de “libertadores” o “patriotas” que merodeaban por el Ferocarril de Veracruz al Pacifico. preferí embarcar en Puerto México a bordo del “Eíspagne”, que de' álli marcharía a Veracruz y después a la Habana. H ícelo asi en efecto, y con ese motivo permanecí en la bahía de Veracruz dos días, durante los cuales fui asediado por los reporters veracruza-nps y por corresponsales de periódicos. . Las opiniones que a estos últimos di fueron cablegrafiadas a Estados Unidos y publicadas por millares de (Primicia i de un libro). SR. LIC. QUERIDO MOHENO. diarios americanos, y a esto se debió que desde Key West los reporters tné asaltaran ^eii todas las estaciones del tránsito, de manera que al llegar a New York, a la& diez de 1». npche del (lia 18 de Julio, caí. COMO dijo ‘‘The New York American.” “into the waiting arms of a thrqng of reporters.” Trabajosamente pude escapar de ellos con el pretexto de que mi inglés era “very sroht,” salvo de Gerald Brandom, viejo conocido mío de México, a quien hube de dar una entrevista que duró hasta cerca de la una de la madrugad^^ —Pero ¿a qué viene todo esto?, se preguntará Ud. con un principio de impaciencia. A ello voy. si me concede Ud. unos minutos más. •Paul de^Ronsieres ha hecho observar en su “Vie Americane,” que la ausencia de prejuicios en materia de ttabajo. hace (le Estados Unidos el p^ls de las “oportimidades.”' porque áqui el hombre no- estando remachado, como entre nosotros, al cepo de su profesión o de si:?* -antecedentes, se mueve con ente: a libertad. Habla Rousieres de un individuo—que —en Chicago le dijo: “He tenido ocasión de ejercer varias profesiones: he sido maestro de escuela en Seattle, en Philadelphia me dediqué a pintar chimeneas, el año pasado fui pastor protestante en Oklahoma, ahora tráfico en cerdos y el año próximo pienso dedicarme al ejercicio de la medicina.” Cuando leía yo. en tiempos^ esa página de Roussieres. creí firmemente que exageraba y que su tipo, aunque representativo (le este país, era imaginario; pero Gerald Brandom me persuadió de que Rousiseres no habn& dicho sino la verdad, y una verdad de las más humildes y corrientes en esté Pais. En efecto, cuando acabó nuetsra “interview” y pregunté a Gerald Brandom desde cuando trabajaba en el gran diario de Hearst, me dijo que él no trabajaba en cl New York (Continúa e nal penúltima pág.)