^Beatriz Ofelia < Befeli । Corona de los viejos son los hijos de los hijos. —Prov. 17:6. Con el Mundo Infantil Mi querida nietecita: Befeli. eres mi encanto, sólo tú me haces pensar en cosas con que puedas jugar porque te quiero tanto. Cuando mis ojos cierro para descansar te veo sonreír y te oigo en tu lenguaje hablar cosas que entender no puedo pero que animan mi afanoso vivir. Feliz me siento cuando te tengo a mi lado y te puedo contemplar con tu carita inocente, de algo celestial. Si estás dormida, si estás despierta para mi alegría todo es igual: si despiertas porque con tus movimientos me haces reír y gozar, si dormida, sé que descansas y me haces a mi descansar. Cuando te tengo en mis brazos con mí canto te arrullo y te veo tranquila estar. Gozas y ríes en tu sueño, veo tus labios moverse y quisiera saber. ¿con quién ries y hablas?, pero es imposible saberlo, si yo en la tierra estoy y tú en el cielo estás; "Porque de los niños es el reino de los cielos/’ y allí viven en paz. Cuando me dijeron que ibas a venir, ¡qué gozo sentí! y a tus papadlos les dije asi: "Prepárense para recibirla." El tiempo pasaba y todas las cosas se arreglaban para tu llegada. Por fin llegó el día ¡qué hermoso día! los pájaros en los árboles volaban de rama en rama entonando sus cantos con más alegría, las flores perfumaban el ambiente, el sol brillaba con todo su esplendor dejando penetrar sus rayos luminosos hasta donde tú estabas. acariciando tu cuerpecito y dándole fuerza a tu vida. Me parecía que la naturaleza junto conmigo a Dios alababa. ¡Qué día tan hermoso el de tu llegada, cómo tuve deseos de cantar en ese dia venturoso, en que mi corazón gozoso gracias a Dios le pudo dar! Mi Befeli, llegaste trayéndonos a todos los que te amamos felicidad y gratitud a Dios porque en ti, El nos mandó una bendición para alegrar los momentos tristes de nuestro corazón. Ahora le pido a Dios que dé sabiduría a tus papadlos para que te eduquen en un ambiente cristiano, saturado de la paz de Cristo, rodeado del amor de Dios, como dice en Proverbios 22:6: "Instruye al niño en su carrera: y aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.’’ Que sepan cultivar en el jardín de tu alma las flores más hermosas de las virtudes para que exhalen los perfumes de la prudencia. gracia, humildad, honestidad y del amor de Dios, pues morando El en ti serás una verdadera cristiana: como consecuencia una hija amorosa y obediente con deseos e ideales muy altos para ser más útil a tu Dios, a tus padres y semejantes porque esta es la vida que verdaderamente vale la pena vivir. Si Dios concede a tus padres la bendición de verte crecer y llevar esta vida, para qué más riquezas desear si en ti Dios le ha dado un tesoro que por nada podrán cambiar. "Engañosa es la gracia, y vana la hermosura: la mujer que teme a Jehová, ésta será alabada" iProv. 30: 30». Quizá yo no pueda verle crecer porque los días de mi vida son penosos y se van acortando muy de prisa: No será muy lejano el dia en que estaré ante la majestad de Dios. ¡Qué alegría! verle cara a cara y gozar de su presencia. Pero mi Befeli, mientras haya vida en mi ser no me cansaré de pedirle a mi Dios, con todas las veras de mi corazón, que te cubra con sus alas de misericordia para que seas una verdadera cristiana, redimida a los pies de Cristo. Tu abuelita, Ofelia Rivas de Reyes. Una Peligrosa Aventura 2G EL PROMOTOR DE Aún lo recuerdo como si acabara de pasar. Aún están indelebles en mi memoria las impresiones que experimenté la primera vez que salí de mi hogar con mi hermano menor cuando yo apenas cumplía once años de edad. Vivíamos a la sazón con nuestros padres en Culiacán, capital del Estado de Sinaloa, mi patria chica. Cursábamos la primaria superior en la escuela "Benito Juárez" de aquel lugar. Mis padres se dedicaban al comercio en revistas, periódicos, artículos de escritorio y escolares, razón por la cual pronto nos hicimos muy populares en aquel barrio que era de gente acomodada. Cuando mi hermano y yo salíamos por la mañana rumbo a la escuela, se nos iban juntando muchachos de la misma edad y de nuestro grupo que asistían a la misma escuela, y estábamos tan acostumbrados a esta simpática camaradería que cuando alguno faltaba i éramos como doce o trece» no podíamos pasarnos sin preguntar el motivo de su retardo. Los papás de nuestros amigos y los míos cultivaban también relaciones cordiales por causa de nuestra amistad y nos estimulaban a sacar buenas calificaciones. En cierta ocasión nos prometieron que si sobresalíamos a otros grupos, nos llevarían a pasar unas vacaciones a un rancho cercano a nuestra ciudad, que estaba como a cinco kilómetros de distancia, y que era propiedad de dos de nuestros amigos. Nos empeñamos tanto, que no sólo conseguimos lo que deseá- EDUCACION CRISTIANA Teresa O. de Zazueta bamos, sino que superamos nuestro propósito, llegando a ser los primeros en toda la escuela. Nuestros padres empezaron a prepararnos para el paseo y nosotros nos sentíamos felices ante tan halagüeña perspectiva. ¡Nuestro sueño se había realizado! Las vacaciones eran el único tema de interés entre nosotros. Debo advertir que entre todos, sólo nosotros éramos evangélicos en esta parte de la ciudad, y muy raras veces conseguíamos que alguno de los niños nos acompañara a la escuela dominical de nuestra iglesia, y esto a cambio de que nosotros fuéramos con ellos al cine, cosa que también mi madre nos restringía. Llegó la fecha de salida al campo y mientras llegaba la hora mi madre nos llamó para tener nuestra devoción familiar, y después de leer la Biblia en la profecía de Daniel capitulo uno, versículo 8, y Jeremías 35:6, nos habló de lo que cuesta el ser cristiano y añadió: —Es la primera vez que se separan de mi lado. Procuren no manchar su alma con algún pecado que ni puedo prever para seña irlo. Todos esos niños con quienes ustedes van están criados sin el conocimiento exacto de Dios, son católicos por tradición. Tú, —me dijo dirigiéndose a mí— como eres la mayor, cuida de tu hermano, esto te hará ser respetado entre tus compañeros y te dará el derecho de testificar acerca de nuestra santa religión. No terminaba de hablar cuan do se escuchó el silbato del camión que nos conduciría al hermoso lugar escogido por nuestros padres para nuestro recreo que duraría una semana. Por demás seria decir la inmensa alegría que llenaba nuestros corazones. Eramos doce muchachos, más el hombre que conducía el vehículo que era sirviente de confianza de los padres de dos de nuestros amigos. En menos de una hora llegamos al hermoso lugar. Era una pequeña extensión plana limitada por un arroyo que aunque no tenia mucha profundidad nos serviría para jugar y refrescarnos. Había además árboles frutales que daban agradable sombra para poner hamacas y columpios. El señor nos armó la carpa, nos puso las camas plegadizas que para cada uno habíamos llevado, nos acomodó la despensa, y dijo: —Ahora, muchachos, a divertirse. Me vuelvo a mi trabajo según tengo instrucciones. Volveré a dormir con ustedes. —¡Adiós! ¡Adiós! —decíamos frenéticos—. Si no puede venir, le prometemos no tener miedo. — Bueno —siguió diciendo—. aquí no hay ningún peligro a menos que ustedes se lo busquen; pero tengo que obedecer a quien me paga. Allí los dejo. Había entre el grupo un muchacho más alto que lodos nosotros y que además era hijo de los dueños de aquel pintoresco campo de cultivo. Nos pidió atención, y cuando todos estuvimos atentos, nos habló en estos términos: 27