Wi y WWW r-- •'«• -S * *. -r .r pn WWIllffl ;■■!_.■----Ln-----JLIL'JM .....■--------- ...' -- PAGINA DEL MINISTERIO ---------------------------- . . . । 'UNA GUERHA NOBLE" Josué: I, 9. Siempre ha existido una lucha sorda, tenaz, tremenda y encarnizada, entre el bien y el mal, la virtud y el vicio, el amor y el odio, y entre la vida y la muerte. Lucha sin tregua que durará mientras la humanidad subsista; guerra que pone en línea de batalla hasta el último hombre del más apartado rincón de nuestro globo. No hay raza ni pueblo que pueda permanecer indiferente en brega tan grandiosa y tan sublime: lo mismo el libre que el esclavo, el sabio que el ignorante, el niño que el anciano, se aprestan a la. lucha día por día, momento por momento, para vencer o morir. Sin lucha no hay victoria. Grandes luchadores han sido todos los héroes en las distintas esferas de la vida. Spurgeon dice: "Muchos hombres deben la grandeza de su vida a los tremendos obstáculos que vencieron." Para que José, el bíblico soñador, escalara las altas esferas del Virreinato Egipcio, fue menester que antes descendiera a las profundidades de una cisterna y que, vendido por sus hermanos fuese llevado a Egipto y aún allá mismo pasara por obscuro calabozo en defensa de su virtud, para llegar después, con dignidad y con honra a las más altas esferas del gobierno egipcio. Demóstenes, el orador de Grecia, siendo tartamudo hubo de hacer penosos ejercicios con su lengua, llenándose la boca con piedrecillas' y hablarle a solas al mar embravecido, hasta lograr el perfeccionamiento que le diera en premio a tari nobilísimos esfuerzos, el título de "uno de los más grandes oradores del mundo." Homero y Milton, poetas de renombre, vivieron ciegos la mejor época de su vida; este último, ciego y enfermo, compuso "El Paraíso Perdido" y solía decir: "Cuanto peor me siento, mejor escribo." Para que Cervantes legara al mundo una de las mejores joyas literarias: "Don Quijote", fue preciso que luchara en Lepanto, perdiendo un brazo; que fuera cautivo en Argel y que, preso y enfermo en obscura cárcel española, exprimiera las amargas gotas de su inmensa sabiduría, para brillar más tarde como astro de primera magnitud en el mundo de las letras. Cuánta enseñanza entraña el diálogo d© "Los Dos Salteadores de Caminos" que acertaron a pasar frente a una horca: Exclama el uno: "Cuán bueno el oficio nuestro si no hubiera horcas". "Calla", replica el otro: "Precisamente porque hay horcas, no hay tánta competencia en nuestro oficio." ¡Qué buena profesión la mía!, exclaman muchos, si nomás no tuviera estos o aquellos sinsabores, y precisamente en ellos está el secreto de las posibilidades del éxito anhelado en esa profesión. Por temor a esta lucha se quedan muchos relegados en la inmensa turbamulta de las medianías o de las nulidades de esta vida victoriosa. Péegina 4 ¡Qué sana filosofía la del precepto Bíblico: Amad a vuestros enemigos! Sí, amarlos, porque ellos gritan a voz en cuello nuestras flaquezas y nuestros yerros; realmente deberíamos ser más justicieros con nuestros enemigos y decirles: No os odio, no, yo os bendigo porque me habéis enseñado los defectos de mi educación, los errores de mi vida; defectos y errores que yo procuraré corregir para pulir mi alma hasta hacerla una alma victoriosa en las amargas faenas de esta vida de acción. Es duro el camino, es penosa la batalla, pero al fin brillará la aurora de aquel día perfecto. El mármol ha de sentir la conmoción del barreno, los golpes del cincel y las raspaduras del pulimiento antes de brillar en triunfadora estatua. El molusco sufre con el estorbo de la arena metida en sus entrañas, pero al fin lo convierte en codiciada perla. Compañeros y hermanos: Que cada sufrimiento nuestro sea un peldaño, cada obstáculo vencido una victoria, hasta ascender por la sublime escala que tiene como asiento el mundo y como cima inmarcesible el cielo de la gloria a donde sólo se llega por la estrecha, pero luminosa huella de sangre, de angustias, de amarguras, marcada en El Calvario por Jesús, aquel "Varón de Dolores", "Experimentando en quebranto", nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que aún nos dice con amor: "Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la Vida". Apocalipsis II. 10. JOSE ESPINO ---oOo---- EL ORADOR SAGRADO Además de las cualidades generales a todo orador, ha de tener quien al pulpito se consagra un profundo conocimiento de la Teología, los Santos Padres, la Historia Sagrada, la Disciplina de la Iglesia y también la literatura y autores profanos, para dar propiedad, colorido, vigor y belleza a su estilo. Indispensables son tales requisitos para quien aspira a obtener buen resultado de sus sermones; pero máe> indispensable todavía es una virtud sólida y grande, una caridad ardentísima y abnegación y desinterés a toda prueba. Porque el ejemplo es una palabra iníatigable y continua, que habla más y mejor que cuantos discursos puedan imaginarse. No alcanzan a suplir su falta el talento, el saber ni las más brillantes dotes oratorias. Los oyentes comparan en su interior las máximas y la conducta de quien les exhorta; y si no las encuentran conformes, desconfían de él y le miran como a un actor que desempeña con más o menos habilidad el papel que se le'ha encomendado. Por el contrario, una creencia firmísima acompañada de intachables costumbres, puede obrar grandes prodigios. Humanamente hablando, y salvo el auxilio de la divina gracia, debieron los primeros apóstoles de la idea cristiana sus asombrosos triunfos a esa fe robusta, que no vacilaba en oponer la palabra al patíbulo, y los esfuerzos de algunos hombres obscuros al poder de todos los cetros y naciones. —Narciso Campillo y Correa. TUESDAY, MAY 4 2004