Campamento Francés en el Oriente La voz de Renan Evocan estos días los escritores franceses la figura de Renán. La voz de Renan fné la más ai. torizada que en 1870 protestó de los» horrores -de la invasión teutón'ca. La devastación de esa guerra alcanzó a una va sita que Renan tenía en Sevres: pero al filósofo no le importaba su modesta casita; le importaba, si la integridad de su patria; le importaba, sí, el ideal de derecho, de justicia y de progreso que la humanidad persigue a través de los siglos, y que entonces— como ahora—se veía lesionado y paralizado por la fuerza brutal de una invasión. Le ocurrió entonces a Renan una aventura interesante. Strauss, el autor de la conocida Vida de Jesús, le dirigió a Renan una carta en un periódico; Renan contestó con otra; luego Strauss, siií consultar a Renán, hizo un folleto con su carta y la de Renan y lo puso a la venta, a beneficio de una institución de inválidos alemanes. La sorpresa del gran fran ccs al enterarse de esta ligereza de Strauss fué notable Renán, que no se asombraba de nada, se asombró-en esta ocasión al ver que él, sin querer iba -a- aliviar la suerte-de los que ha-bian devastado su patria. De nuevo cogió la pluma para escribir a Strauss. Y con su más fina ironía le decía: “i Líbreme Dios de poner!¿ a usted pleito sobre la propiedad literaria! La empresa a que usted me ha hecho contribuir es por otra pate, una obra humanitaia; y si mi deleznable prosa ha podido contribuir a proporcionar algunos cigarros á los que saquearon mi casita de Sevres, yo le doy a usted las gracias por haberme deparado ocasión de ajustar mi conducta a al gunos de los preceptos de Jesús que me parecen los más auténticos. Pero considere usted ciertos matices de la cuestión: si usted me hubiera permitido publicar nn escrito suyo, yo nunca hubiera hecho de él una edición a beneficio de nuestro Hotel de los 1l válidos. El ímpetu le arrastra a usted; la pasión le impide ver estas pequeneces de gentes cansadas que por aquí llamamos buen gusto y 4 act o.”’ ¡Bucn gustó y tacto! ¡Cuánto se podría hablar .d*e esto a propósito de tanto y tanto alegato germano y germanizante, desde el famoso manifiesto de los intelectuales alemanes hasta los paroxismos de la pasión teutónica española! Renan era el equilibrio. la dulzura y la piedad. Renán era el representante más alto de esta Francia generosa cuyo triunfo anhelamos ardientemente ¿£>uér sxsn at ta do de esta humanidad y esta templanza las brutales apologías de la fuerza de un Mommsen o un Trcitschke? Cuando todo eso—falsas teorías del Derecho, falsas visiones de la Historia, falsas concepciones de la vida de los pueblos,—cuando todo eso haya pasado como una tolvanera de locura, perdurará en el mundo, luminosamente, la sonrisa de Renan, la buena sonrisa henchida de malicia, de melancolía y de indulgencia. Escuchad estas palabras del maestro; escuchad estas palabras de Renán, escritas n 1870, todos cuantos ansian ahora el triunfo del ideal latino. “Aspera y orgullosa—dice el maestro— es esa viríutl germánica que nos car, tiga, como Prometeo, de nuestros te^ meranos ensayos, de nuestra loca filantropía.” Es decir, que castiga a Francia, que puede devastar Francia, porque Francia no ha dedicado la vida entera de la nación, desde la Universidad al taller-ja crear un espíritu y una industia esencial Píente militares; porque, en vez de encauzar todas las energías del pueblo hacia el militarismo, ha pensado en otras qosas que con la fuerza militar no teman reía ción ninguna. “Pero nosotros—añade Renan;—rpero nosotros podríamos decir con el gran vencido: “Júpitci, a pesar de todo su orgullo, haría bien en ser humilde. Al presente, puesto que es vencedor, dispone y mancia alucinado con el ruido de sus truenos, mostrando en sus manos el rayo vengador. Pero todo eso no le preservará de hundirse un día en un fracaso terrible----” Mas quizá pueda creerse que estas palabras enérgicas empañan un poco la serenidad del maestro No: Renan, en 1870, . no quiere un porvenir de odio para su patria. Renán, hoy. con ser más grande el horror de la pie sente guerra seguramente que dudaría antes de poner