der. manifestar Su voluntad de modo que no fuese posible la duda. En su mente turbada ... en tanto los relámpagos se sucedian casi sin interrupción ahora y el eco del trueno sonaba en la lejanía, el anciano pastor vivia toda su vida, todo su testimonio en la iglesia a él confiada por más de cuarenta años, y en la cual, Dios obrando, muchos pecadores habían sido bendecidos con la salvación -que es por la fe en el Hijo de Dios" Juan 1:12. Este era su consuelo ... y el recuerdo del amado Seminario, donde por tantos años había podido ayudar a la preparación de nuevos siervos de Dios, los cuales, hoy. gastaban sus nobles vidas "lidiando fielmente por la fe una vez dada a los santos" Judas 3. en tantos lugares de su patria y más allá de la misma. Este era su orgullo santo, que todos ellos, fieles a las enseñanzas recibidas, hubiesen permanecido inconmovibles ante los embates de incomprensibles evoluciones del pensamiento cristiano. predicando tenazmente el viejo evangelio en su viejo estilo, acaso no tan bello y sabiamente presentado, pero más eficaz en el trabajo de convertir los pecadores a Dios. Pero, ahora ... casi al fin de su carrera, habíase visto en la necesidad, sentida en lo más hondo de su "hondura interior." a presentar su dimisión como profesor del mismo, ante la amenaza contra la pureza de la doctrina que él veía tan clara en los mismos libros de texto impuestos por el Comité de la Misión, tendiendo a la temida evolución que se extendía, se extendía, "como la cizaña en el campo" de la parábola de Jesús. Y había llegado ... lo que él había temido, unas amables cartas de la Junta, no por amables menos conminadoras a una misión, que él no podía aceptar conceder, y las que le habían llevado a la determinación de su solemne carta a la misma, expresando su más intima convicción de doctrina a la cual no podía ser traidor viniese lo que viniese. Y allá cerca, en la habitación contigua, esperando sobre su mesa despacho, destacándose en su blancura sobre la negra carpeta, allí estaba la respuesta, probablemente en oposición a sus pensamientos, que agravaría el conflicto hasta ... hasta la miseria. Pero, Dios no le abandonaría, y si al fin de su vida y su carrera, en vez de la victoria llegaba para él el sufrimiento, la necesidad. los espinos en vez del laurel, se hallaba “ya presto para ser ofrecido" 2 Timoteo 4:2, y no retrocedia, confiado en su Dios, e imitando a .su Señor. En el lecho a su lado ... la forma de su esposa se movía inquieta, acaso angustiada por el bochorno cálido de la noche tormentosa, acaso por el recuerdo del conflicto latente. Una voz suave, entre sueños, murmulló: 6 —Señor ... Señor ... no nos dejes ... solos ... —El anciano pastor se deslizó de su lecho, acercóse a la amada compañera, quedó inclinado un instante sobre la blanca cabeza reclinada en la almohada, escuchando su silencio, y luego, retirándose de nuevo, fue para tenderse otra vez. pero quedó en suspenso, apoyada su mano sobre la colcha, y pensando: —¿Por qué no abrí la carta ayer por la noche al recibirla? —se decia. —¿No era como una señal de cobardía?—deslizándose de la habitación, caminó hacia la pieza al otro lado, un saloncito intimo, donde por tantos años habían llegado hombres y mujeres para expresarle sus conflictos, donde tantas veces habia buscado la "luz de Dios" en oración, breve recinto donde él vivia con El Libro y con los libros tan amados. Quedó un instante parado ... mirando a su alrededor, pensando en que posiblemente, pronto habria de abandonar todo aquello tan grato a su alma. Un relámpago, cruzando el cristal de la galería, al fin de la pieza, donde tenia establecido su sencillo despacho, iluminó con su luz verdosa, el cuadro ante sus ojos, haciendo vivir por un instante breve la figura del mismo, "un hombre en pie. los ojus alzados al cielo, el mejor de los libros en su mano, el mundo a sus espaldas, la ley de verdad en sus labios, y él en actitud de instar a los pecadores para aceptar a Jesús," reproducción artistica de la figura que Cristiano contempla en el cuadro que Intérprete muestra al peregrino en su casa, en su célebre visita, según el famoso libro de Bunyan. El anciano pastor quedó un momento en suspenso. como ante una inesperada visión de Dios. Su corazón aceleró sus latidos, como si nueva sangre, más joven, entrase en él, o como si presintiese un triunfo que vendría, que Dios querría enviar y nadie podria impedir que llegase. Dio media vuelta y miró hacia el fin del saloncito. Allí, sobre la mesa, destacándose sobre la negra carpeta, casi moviéndose a la luz de los relámpagos, pudo distinguir la carta amenazadora, en cuyo seno hallaría su cercano destino, que adivinaba tan triste lejos de su amada iglesia y de su amado seminario. Caminó unos pafeos. entró en la galería, y cerró la puerta para hallarse más solo, más intimo consigo mismo. Miró hacia el cielo ... y lo vió negro, livido a la luz de los relámpagos, sin una sola estrella. Los truenos se sucedian cada vez más cerca. —Si a lo menos lloviese— pensó. El año habia sido malisimo, por una sequía pertinaz, agravada por el verano presente, caluroso y sin lluvia. —Si a lo menos lloviese— murmuró... Y sus pensamientos siguieron:—¡Si a lo menos lloviese, una lluvia de bendición grande, sobre el pueblo de Dios en estos dias, y sobre mi iglesia, el seminario ... y sobre nuestra vida ... ! Y se sentó ante la mesa ... EL PROMOTOR DE la mano sobre el blanco sobre todavía cerrado, a su pensamiento de esperar al dia siguiente, para retrasar la pena de uu lectura. Al contacto de su mano notó el volumen de la carta; no lo habia notado al recibirla. Era extraño... ¿Para qué tanto papel? ¿Acaso pensaban convencerle?... Pensó en romper el sobre, pero sintió un gran deseo de orar a Dios primero. Se arrodilló ... sobre sus viejas rodillas, cubiertas solamente por el delgado pijama, cerró sus ojos, puso sus manos ancianas sobre la carpeta y el sobre, y oró, oró, oró. largamente, profundamente, sin darse cuenta de los cuartos ni las horas, sin sentir casi los truenos que retumbaban por los ámbitos del cielo, oró a solas con Dios, en la presencia de Dios, Espiritu y espíritu, cara a cara, en una perfecta intimidad de fe ... Cuando dejó de orar ... abrió con decisión la carta. De su seno azul, salió un doble pliego, grueso, escrito a máquina, al fin del cual se veian estampadas una gran cantidad de firmas. Se levantó, dio media vuelta al apagador y la lámpara sobre la mesa vertió su luz suave sobre el papel. No era una carta de la Junta de la Misión, como habia pensado, sino un documento dirigido a la misma, extendido por la iglesia, y firmado por todos los miembros al parecer, y hasta, asi lo parecía, por las manos fuertes de los jóvenes de la Unión, tras las firmas de los cuales unos semi-garabatos significaban que aun los niños de la escuela dominical habian firmado. Don Juan David ... pasó su mano por sus ojos, luego por su frent * sudorosa, parándose un breve instante sobre ésta. Al fin empezó la lectura: Era una noble, firme, fraternal declaración de la iglesia y del seminario, uniéndose "como la hiedra al tronco" a la actitud del anciano pastor, “cuya vida fiel nos ha sido como un ejemplo vivo de la verdad de Dios, que nos llevó al Cristo de la cruz, para ser salvos, y al Señor de su iglesia luego, para desear serle fieles." El anciano pastor dejó su lectura por un momento, para mirar sus manos temblorosas, y reanudóla luego, mientras los truenos parecían menguar en intensidad, alejándose al parecer. El documento parecía escrito por un poeta, o por unos corazones que expresasen un gran amor. Su esencia era una fervorosa defensa "del amado Nivek » de Mayordomía Me parece que hay cuatro niveles de mayordomía: Soborno: cuando le ofrecemos a Dios un tratado por medio del cual El tiene que hacer nuestra vida más fácil si le damos algo; o Regateo: cuando le decimos, “Señor, te daré diez centavos por un peso”; o quizás Servicio: cuando damos, tal vez de mala gana, dinero para proveer cosas y servicio para la causa; pero la Verdadera Mayordomía: es cuando, en un espíritu de adoración, reconocemos los derechos de Dios y damos, generosamente y de buena voluntad, de nuestro dinero, de nuestro tiempo, y aun nosotros mismos para su servicio. —Tom J. Davis, en Crusader. EDUCACION CRISTIANA siervo de Dios"... "junto al c tal seguiremos luchando la batalla por la fe una vez dada a los santos, hasta la segunda venida del Señor." Y luego seguían las firmas, una multitud en número... El anciano pastor ... intrigado de veras, se preguntó:—¿Pero, por qué enviarme el documento a mi? —Y de pronto, al pie del pliego, bajo las firmas, notó, impreso en tinta azul, el sello de la Misión y unas breves lineas que decian: “Estamos profundamente conmovidos. Seguid adelante fieles y tenaces. Conformes en todo, esperando vernos pronto para gozarnos juntamente con vosotros, ponemos nuestro sello al pie. Por el Comité, el secretario general." El papel cayó de las manos temblorosas y el pastor, apagando de nuevo la luz, se arrodilló de nuevo. En su oración de lágrimas, miró hacia el cielo. Por entre un razgón de nubes, vio brillar, maravillosamente bella, la estrella de la mañana. Quedó en contemplación, pero las nubes, uniéndose de nuevo, la ocultaron. Volvió a su oración. La lágrimas brotaban ... de sus ojos. De pronto, rompiéndose al fin las nubes y empezó a llover, primeramente con suavidad, pero pronto con verdadera fuerza, cantando el cántico de la bendición del Creador sobre la tierra sedienta ... Amanecia... cuando Don Juan David volvia a sentarse en su silla. El ambiente habia refrescado, y en su alma, la lluvia de sus lágrimas habia dejado una dulce serenidad tras ella. El anciano se levantó para volver a su lecho, cuando, inesperadamente, el dulce murmullo de un himno, que no conocía, llegó hasta su oido. Abriendo la puerta que le separaba del salón, moviendo la llave interior del apagador, se halló de pronto con el lugar colmado de hombres, mujeres y hasta algunos niños, todos los cuales en un cuádruple semi-circulo, los hombres en el fondo, junto a la pared, las mujeres delante, los jóvenes luego, los niños en primer lugar, éstos con sus ramilletes de flores, le recibieron cantando. La anciana esposa ... Acercándose, besándole, le dijo:—Pero . .. ¿olvidaste que hoy es el dia de tu cumpleaños? Nunca supo Don Juan David, con entera seguridad, si todo ello habia sido real, o meramente una consoladora visión de Dios ...