LOGOS Q D PR OLET ARIO En la antigüedad se daba este nombre al hombre libre, que no poseyendo nin guna propiedad, no era admitido en el ser vicio militar ni podia pagar impuesto. En Roma, la mayor parte de los proletarios, eran indigentes desidiosos alimentados por los grandes o por el Estado. Se les podia comparar exactamente con los Lazzaroni de Nápoles. Entre nosotros la palabra proletario se em plea de un modo hiperbólico Se usa para designar al obrero que sólo tiene para vi= vir el producto de su trabajo, y de este mo do se ha. asemejado su condición a la del proletario romano. Esta voz se empipa con mucha frecuencia. Dejemos a un lado su etimolcgia y su sentido hiperbólico para o cu panics sólo del sentido positivo. Proletario no es el no propietario. Se puede no poseer ningún capital y gozar, sin embargo, de un bienestar considerable. En este caso se hallan los obrero; hábiles e instruidos, asi como otrrs mochas "xr-sonás que no están clasificadas entre los obreros propiamente dichos Los inconvenientes del proletariado son evidentes; la menor enfermedad basta para sumergir al proletario en la indigencia. La necesidad del trabajar continuamente para subsistir trae consigo muchas veces la de tener que aceptar el trabajo bajo cual quier condición; de este modo la dignidad personal y la libertad desaparecen con fre cueftcia por la necesidad. El proletariado es pues, una enfermedad social que toca in mediatamente en el pauperismo, o más bien, son dos grados de la misma enferme dad. Tpdos los estudios, todos los esfuerzos de los hombres de Estado deben tender a aumentar el número de los propietarios, haciendo de modo que todo ciudada. no llegue a ser propietario si no es posible que nazca tal. La política exige esto tanto como la humanidad; la sociedad no estará nunca en su estado normal mientras una porción de sus miembros sufra moral y físicamente y sea imposible aminorar sus padecimientos y proporcionarles remedios. Los antiguos que, no conocían, hablando propiamente, la riqueza que constituye los bienes muebles, que no sabian apreciar el crecimiento y la acumulación de los capita les, no tenian otro remedio contra el prole riado que acudir a las leyes agrarias. En tre nosotros las tierras no representan mas que una parte del capital; asi pues, el proletariado puede ser combatido con gl aumento progresivo de los capitales y por el acumulo de los bienes muebles, reduciendo el número de proletarios. Los que para obviar los inconvenientes del pauperismo han propuesto conceder al poder político la administración y posesión de todos los capitales, han imaginado una nación compuesta absolutamente de proletarios; éstos se parecen a los que para des truir el adulterio quieren destruir el matri rnoiño, y a los que para hacer cesar una en fermedad hiciesen cesar la vida. Las cajas de ahorro han propendido últi mámente a aumentar el número de los pro pietarios, pero no han dado ni pueden dar más que medianos resultados, no han logra do impedir que se aumente el número de proletarios por lá acumulación, casi siempre legítima, de grandes capitales en algu ñas manos. En una asamblea de obreros de León; di jo Mr Garnier Pagés que no se trataba de cortar el traje de los propietaros, sino de alargar el de los proletarios ”. Se ha repu tado con frecuencia artificiosa oratoria o promesa incensata con justo razonamiento. En efecto para mejorar la suerte de los proletarios, es preciso que el poder político de un Estado favorezca los progresos de la riqueza general y haga de modo que estos progresos en vez de aprovechar exclusivamente a algunos individuos, se repartan e quitativamente entre todos es preciso que excitando en toda forma la producción, ga rantice a los trabajadores contra la operación que destruya el monopolio de los capi tales disponibles haciendo que se funden y extiendan los establecimientos de indus- [Pasa a la página 10] 1