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I
con ese punible ejemplo, ¿qué niño puede retener o aprender lo concerniente a la religión, la moral y las buenas costumbres que deberían existir en cada uno de vuestros hogares?
La torpeza y la ignorancia más supina está en aquel hombre que cree que sus hijos han de quedarse a su nivel, es decir, ignorantes y torpes con.o él se quedó y como él vive. Cuando vemos que los hombres más prominentes del mundo por sus virtudes cívicas, han venido de humilde cuna, cuyos padres ni siquiera soñaron jamás ser igual a ellos. Padres de familia, si nada bueno podéis enseñar a vuestros hijos en vuestro domicilio, no les sirváis de estorbo cuando ellos vayan por buena senda, ni en el derecho a la libertad de conciencia y el libre albedrío que Dio3 mismo concedió al hombre cuando lo hizo a su imagen y semejanza.
El rico opulento, el incrédulo, vuestro congénere nunca se paró en el culto en donde Lázaro y sus hermanas Marta y María y otros, adoraban a Cristo, en espíritu y en verdad, ni tampoco surgió por su mente la necesidad que tenían sus cinco hermanos de la salvación, y de concurrir al culto cristiano en donde se gana el tesoro de los cielos por la fe en Cristo Jesús! ¡ Hasta que vino el triste y doloroso desengaño, que la muerte le abrió nuevos horizontes y nuevos sentimientos. por el tormento que como castigo por su incredulidad le vino en aquel tremebundo trance!
Cuando vió a Lázaro en la gloria de Dios, creyó que de veras había alguna virtud todopoderosa en aquel varón, en el cual él no paró mientes para arrojarle un mendrugo de pan, cuando éste se paró en sus banquetes sociales.
Pero ahora implora su ayuda religiosa y cree que bien puede impartírsela como obrero cristiano, refrescando con su dedo en agua, la lengua en tormento ... al oír la respuesta negativa de Abraham, tobre esta rogativa con respecto ai alivio de su condena personal, se acordó que tenía cinco hermanos, y como él sabía que sus hermanos se portaban en el mundo lo mismo que él, pensó que ellos al morir impenitentes irían al mismo lugar de tormento, y para evitar con tiempo esa desgracia para ellos, suplicó otra vez al patriarca, que enviara a Lázaro a la casa de su padre, como mensajero del Evangelio de Cristo, para testificar a sus hermanos que se arrepientan y crean en Jesús Cristo, para su salvación. Todas estas súplicas del condenado fueron rechazadas por Abraham. Lector incrédulo: ¿con tan clara advertencia de Cristo, Supremo Ejecutivo de todas las cosas, se queda Ud. pún indiferente, indeciso, sobre lo que va a hacer de hoy en adelante en un asunto tan serio como este? ¿O espera morir como impenitente. a sabiendas de lo que indefectiblemente le sobrevendrá algún día?
¿Cuántos hijos o hermanos tiene Ud. incrédulos o indiferentes acerca déla necesidad que tienen de la salvación por la fe en Cristo. Envíelos al cuito cristiano para que oigan en tiempo oportuno la palabra de vida eterna, para que no tenga Ud. que enviarles el mensajero cuando ya nada les valga. Porque si Ud. muere como incrédulo ya sabe cual es su lugar ya donde va a colocarse; y ya sabe Ud. que no hay intercesores que valgan la pena en apuros de esta naturaleza, y a Lá-z tro le es imposible venir al mundo a ayudar [?] a pecadores empedernidos, porque nunca fué, ni será jamás, esa su misión!
¡ Mientras los amigos íntimos del rico y la alta sociedad arreglaban precioso mausoleo de rico mármol y jardines de preciosas crisantemas para colocarlos en su honor en el sepulcro, su alma y su lengua yacían en el tormento en la otra vida!
Cristo dijo: ¿y qué ganará el hombre si granjea a todo el mundo y pierde su alma?
El pastor. P. G. Verduzco.
Port Arthur, Texas. Feb 8. 1934.