Lección X. HERALDOS DEL REY Septiembre 4 de 1927. BOSQUEJO DE LA LECCION David el Rey estaba ya muy anciano, tanto que no podía dormir contento porque tenía mucho frío, aunque lo abrigaran bien. Viendo algunos de sus hijos que era viejo, pensaron en que ellos deberían ser reyes aun antes de que muriera; Adonías, uno de los hijos que más quería David, se proclamó rey y Absalom hizo lo mismo. El mismo día que Adonías estaba en una fiesta donde lo aclamaron rey lo supo el rey David y ordenó que a esa hora vistieran a Salomón, otro de sus hijos y el escogido para que fuera rey sobre Israel, vestidos reales y convocando a los nobles, sacerdotes y al ejército, lo proclamaran rey y así fué hecho; hasta donde estaba Adonías y sus amigos llegaron las aclamaciones y luego Adonías vino a la ciudad y pidió perdón a Salomón, quien le permitió que viviera en paz. Reinó en lugar de David, aunque todavía vivía, Salomón su hijo. El había sido educado por Natán el profeta y respetaba y veneraba a Jehová, el Dios de sus padres; por eso uno de los primeros actos de su gobierno fué citar a los sacerdotes y al pueblo para ir a Ga-baón, sacrificando allí buen número de animales y adorando a Dios. En la I • i / 'PiM y noche tuvo el rey un extraño sueño. Oyó que Dios le decía: Pide lo que quieras y te lo daré. Salomón contestó que David su padre había sido ricamente bendecido para gobernar su pueblo, pero que él, siendo joven (tenía 20 años) necesitaba prudencia, acierto para gobernar y pidió sabiduría. A Dios le agradó que no hubiera pedido riquezas, gloria o poder o larga vida y precisamente por eso, le dijo:—Tendrás sabiduría, conforme a tu petición y además riquezas, poder, gloria y larga vida. Y Salomón fué el rey más sabio de la antigüedad, conocía mejor que otros las ciencias, escribió una gran colección de proverbios y el libro del Ecclesiatés; fué tan rico y sabio que su fama llegaba a todas partes y aún reyes vinieron a visitarlo para ver si era verdad todo lo que decían de él, de su sabiduría y gobierno, de sus palacios, de sus ciudades y construcciones, de sus siervos, de sus caballos y carros de guerra, de su mesa con ricos manjares, de ‘ U corte tan rica y elegante. Yo creo que Dios concedió a Salomón tantas cosas que no pidió, porque al pedir no fué egoísta: si quiso sabiduría fué porque la necesitaba para gobernar con acierto su pueblo; no pidió nada para sí. ¿Qué pedirías tú, si tuvieras una oportunidad como este Rey? ¿Sabes escoger, cuando es necesario? Yo he visto niños tan descontentadizos que si escogen un juguete, un vestido o un libro, después quieren por fuerza el de sus hermanos y se disgustan si no se los