20 El Meneajero Juvenil cía tan directo. Se quedó pensando, procurando adivinar qué necesitaría <-lla más y por fin resolvió leerle en Juan 14: ‘‘No se turbe vuestro corazón. ... En la casa de mi padre muchas moradas hay,” etc. Oró con ella y cuando regresó a su casa «leseaba saber si había hecho todo lo que debía. Se sintió como un hipócrita, orando por una mujer tan piadosa.. “Ella necesita más su estufa arre glada <]ue mis raquíticas oraciones” —pensó para sí mismo. “Entonces, ¿por qué no ir y arreglársela?” Finalmente se resolvió. Se puso su pantalón de pechera y se fué a la casa «le la anciana. Esta le recibió con grande regocijo cuando le explicó el objeto de su visita. "Gracias al Señor, que nunca se olvida de contestar mis oraciones”—exclamó, “lie estado orando toda la mañana pañi que me enviara alguno. Mi casa ha estado tan fría y le ha man dado a usted. ¡Gracias al Señor!” Algunas veces nos es muy difícil entender por qué la miseria, la aflicción y la vejez nos son enviadas, o por qué nosotros somos enviados a ellas. Quizá es para enseñarnos el espíritu «leí servicio. 3. Lo* Crietianoe, le Sal Preierva-dora. , En el Sermón de la Montaña, Je-sus nombró a sus seguidores la "sal «le la tierm.” El oficio de la sal es preservar; pero no lo hace hasta que esta en contacto con aquello que deseamos preservar. Otra substancia no puede hacer el oficio «le la sal. La sal debe «le obrar por si misma para que sea «le utilidad. La vida que pierde el contacto lie scr eslrcc*111 V miserablemente débil. Algunos comparan el sentimiento del roce social con el «le la sensibilidad y dicen que asi como la perdida «le ésta significa la parálisis física, la pérdida del roce social sig-nifica la parálisis espiritual. "El mundo será finalmente ganado para Cristo por el contacto del cristianismo," alguno dirá. ¿Pueden Ud«. imagi nnrse el resultado, si los cuarenta y «••neo millones de cristianos en los Estados Unidos vivieran la vida cristiana en su vida diaria? La benevolencia es tan contagiosa como lo es una enfermedad. Las oportunidades se nos presentan por todos lados, en el hogar, en la tienda, la oficina, el taller, la escuela, la iglesia. El Lord Shaftesbury, uno de los más grandes filántropos cristianos del siglo pasado, fué ganado para Cristo por la vida cristiana de María Willis, una sirvienta de la casa de su padre. 4. Por el Servicio Personal *e Alcanza el Exito. Existe un anécdota que, durante el gran ministerio de Talmndgc en Washington, él se interesó de tal manera en la salvación «le cierto profesor que vino a oir su sermón, que principió a arreglar sus sermones especialmente para éste. Los llenó con la mejor literatura y ciencia, esperando asi alcanzar el corazón del profesor. Después del sermón, una mañana, el profesor se detuvo en la puerta del templo para levantar el pañuelo que una an-cianita había tirado. Cuando ésta lo tomó en sus manos le dijo:—Gracias, señor; yo espero que usted sea un cristiano. Salió; pem la flecha de la verdad penetró en su corazón.—¿Era él un cristiano?—Esto result<> en su conversión. El señor Talmadge le pre guntii que cuál de sus sermones le había conducido a Cristo. El contes tó:— Ninguno en lo particular; fueron las palabras que me dirigió una ancianita cerca «le la puerta.—Lo personal fué la cosa esencial. Todos podemos hacer una cosa sencilla o expresar el deseo a nuestros amigos «le que s«- hagan cristianos. •>. Píen para el Servicia Perional. El cristiano debe hacer sus planes para el servicio personal. En la U. B. «le J. se nombran comisiones para investigar y rendir informes; pero cada miembro debería reclamar el privilegio de hacer alguna cosa. Sugerimos: í i) La Neceiidad de Conocer la* Condicione*: Nosotros mismos podemos informarnos de las condiciones sociales que predominan. Debemos estudiar jos asuntos politicos; pero «lespojámlonos «le nuestro egoísmo, «pie ñor encierra en un círculo muy limitado, debemos estudiar con más interes aún las condiciones bajo las cuales viven nuestros semejantes, asi como sus necesidades. El claro co- El Meniajero Juvenil noeimiento de los condiciones de la vida social en nuestros días es tan esencial como el conocimiento de la historia antigua. (2) Aprovechando el tiempo para el Servicio. No haremos bien ocupan-do todo nuestro tiempo en nosotros mismos. Necesitamos pensar en nuestros semejantes y dedicar una parte de nuestra vida para procurar su bienestar. No sólo debemos pues, participar en la política y en los deberes que tenemos como ciudadanos, sino que debemos interesarnos personalmente en todos los planes que de una manera u otra tiendan a mejorar las condiciones en las «pie viven los demás. (3) Aplicar lo* principio* de Jesús en nuestro* negocio*. Debemos estar listos para aplicar las doctrinas de Jesús en nuestras relaciones sociales, aunque para esto necesitamos revestimos de valor. Debemos hacer nuestros negocios basados en los principios de Jesús, sin fijarnos en si los demás lo hacen o no, tratando siempre las cosas que se refieren a nuestros semejantes como Jesús lo haría. 0. Orar y Dar. (1) El deber de orar. Durante el presente año procuremos cultivar este hábito. ¿Ha orado Ud. alguna 21 vez durante diez iránutos? ¿Durante treinta? En cierta ocasión un misionero relató que nunca había conocido lo que significaba la victoria en la oración, hasta que en su campo misionero aprendió a orar por una hora. ¿Cuán imposible le parecía pensar orar por una hora? Vaya a su cuarto y con su reloj procure orar por media hora. Saldrá de allí con toda seguridad otra persona. Podemos orar una hora o más, si tenemos la Biblia abierta delante de nosotros y le pedimos a Dios que nos enseñe a comprender sus verdades y que nos conceda el cumplimiento de sus promesas. Podemos orar por media hora o más, si oramos por nuestros misioneros, pastores y sus campos de trabajo. Hagamos una lista «le las iglesias y sus pastores y oremos separadamente por ellos. Hagámoslo de la misma manera con nuestros amigos inconversos. Que en este año nuestras oraciones sean más intensas y eficaces. (2) El deber de dar. Promete a Dios el diezmo de todo lo que recibas. Nuestros obreros dan todo. ¿Qué clase de cristianos somos nosotros si no podemos dar cuando menos el diezmo? Deberíamos dar como la Biblia enseña, para recibir las bendiciones que nos promete.