82 REVISTA EVANGELICA Febrero HABLANDO CON DIOS --- (o) - Por Buenaventura Angulo. Jr. ---(o>--- Hablaba el Señor a Moisés cara a cara como habla cualquiera a su compañero" 'Ex. 33:11). Todas las razas y pueblos han creído siempre en la oración como medio eficaz para alcanzar un fin Las diferentes calamidades que nos rodean y el medio ambiente en que vivimos nos impulsan a buscar refugio en un Ser Supremo que se pueda apiadar de nuestras almas. El pagano confia en su Ídolo, creyéndolo soberano y con poder para emancipar su espíritu de las adversidades de esta vida. El mahometano cree encontrar en su gran Profeta un dador de toda tranquilidad y dicha Los esfuerzos que éstos hacen son inútiles. Sus vidas siguen el derrotero álgido y morboso. La paz viene a ser para ellos una utopia, una quimera que se extingue a la luz de la realidad. La necesidad de orar es innato en la vida del hombre. La oración, o bien es el acto contemplativo del converso o el grito del penitente que busca el perdón de sus pecados. Moisés hablaba con Dios como dos amigos intimos. El Sinaí era para él el consultorio donde iba a recibir órdenes para transmitir al pueblo de Israel; era el santua rio donde su alma se refrescaba y recibia nuevas fuerzas para luchar contra las inclinaciones de un pueblo indómito. Dios acostumbraba llamar a Abraham "mi amigo." Cristo les decia a sus discípulos: "Vosotros sois mis amigos." Donde el principio de la Biblia se vislumb-a la relación que hay entre lo temporal y lo eterno Dios desea que sus criaturas se acerquen y le comuniquen sus necesidades Enoc y Noé “ caminaron con Dios." Estos fueron varones esforzados. llenos de un dinamismo espiritual. El éxito de sus acciones en el campo religioso se debe al grado de santidad que conservaban en sus corazones, por el contacto intimo con Dios. Alguien ha dicho, refiriéndose a Enoc; "Caminaba con Dios habitualmente, y cierto dia caminó con El hasta un punto tan lejano, que Dios le dijo: "No vale la pena regresar, ven conmigo a mi casa. Así Enoc siguió caminando con Dios, y no volvió más a la casa.” Sobre esto, añadiremos las preciosas palabras del exégeta Mac-Kintosh: "El hombre de fe está dirigido por la palabra pura de Dios, que es para él un tesoro in-