Jefe de Redacción La libertad de Imprente no tiene mái llmltei míe el reepelo * le vide prlvede. AÑO I.—2, BPOCA. ¿HAS ASESINATOS? Espenmos tranquilos los icontecimientos Con un* frecuencia que habría! alarmado á loa eapíritua asustadizos, hemos estado recibiendo gramas en que se nos. anuncia que vainas á ser asesinados 6 en que se pregunta á nuestros amigos si nada extraordinario nos ha pasado, teniendo su origen esas preguntas en rumores que circulan en la República de que hemos sido víctimas de un asalto á mano armada. La frecuencia de esas cartas y de esos telegramas en estos últimos días, nos hace sospechar que algo se trama en contra de nosotros 6 que el Gobierno se entretiene haciendo circular rumores alarmantes para ver si por cobardía dejamos de atacarlo. Be tiempo, pues, de hablar con f renquera. Por ningún motivo dejaremos de atacar al despotismo, y, por lo mismo, si el Gobierno trata de amedrentarnos, pierde lastimosamente su tiempo y se pone en ridículo. Nos hemos hecho el propósito de combatir sin tregua la ferox Dictadura de Porfirio Díax, propósito que hemos probado suficientemente con nuestra constancia á pesar de los sufrimientos que nos ha ocasionado la lucha. Cinco afios de lucha incesante y de vejaciones continuas, han provo cado en nuestras almas un amor tal por la causa, que sería pueril suponer que por temores femeniles diéramos fin k una lucha con la que nos hemos connaturalizado. Esto no quiere decir que pon- | gamos en duda las malas intenciones que contra nosotros tenga I el pérfido Dictador. Nos es bastante conocida la perversidad del victimario de García de la Cadena, de Ramón Corona y de Ignacio Martinet. Sabemos que los rufianes de la Dictadura saben pasar la frontera para buscar la espalda de los enemigos de la tiranía; pero el conocimiento de la maldad dictatorial no será el freno que nos detenga en plena lucha; la cobardía no será la mordaza que nos haga callar. Así pues, continuaremos luchando. La fusta no caerá de nuestras manos mientras tengamos vida. Si dejamos de luchar, será porque se le ha logrado un buen golpe á la tiranía. Pero la Dictadura nada ganará asesinándonos, por el contrario, ganará la causa del pueblo. Bn efecto; unos cadáveres más en caliente, según su expresión pedestre, á los últimos partidarios leales del Sr. Lerdo el 25 tde Junio de 1879 en Veracruz. No se hizo respetar el Dictador; se hizo temible, del mismo modo que las bestias feroces no impoqen respeto: inspiran horror.’ i 1 El puñal mercenario no prestigia. Bien es cierto que los limitados alcances del Dictador no pueden apreciar las malas consecuencias que tienen sus actos, sB* no que ve ¡torpe! el inmediato e-fecto: deshacerse de sus encarnizados enemigos, sin fijarse en que su trono se reblandece por tanta sangre. , Bn lugar de asesinar, deberla preocuparse el Dictador por dar su libertad al pueblo, por someter al insolentado clero, por castigar á los bandidos que ha puesto en los puestos públicos, por procurar mejorar la condición de millones de compatriotas víctimas de la rapacidad del rico, de la sober-I bia de loa tiranos y de la labor embrutecedora del fraile. De ese modo se prestigiaría; no asesinando ciudadanos. Por lo demás, nosotros estamos tranquilos, porque sabemos que con nuestra desaparición, en caso de ser asesinados, no desaparecerá la hermosa reacción de civismo con que comienza á vigo-rizarae el espíritu nacional. E impulso de oposición contra la Dictadura está dado y no se detendrá por que haya uao ó más ciudadsnos asesinados. Antes tal vez cobre mayor vigor la oposición; tal vez se robustezca el descontento en presencia de la infamia. Tal vez el asesinato de un miembro de la oposición obligue al pueblo á darse prisa en su obra reivindicatoria antes de que la tiranía organice una hecatombe general. Penetrada una idea en la conciencia popular, difícilmente se podrá extirparla. El pueblo está convencido de que la tiranía es funesta y ese convencimiento no podrá ser borrado con sangre, por el contrario, tal vez se profundice más. Por eso decimos que estamos tranquilos. Si se nos asesina, nuestro» puestos no quedarán vacíos, sino que serán ocupados por nuevos luchadores—tal vez mejor armados que nosotros—que continuarán luchando contra la Dictadura basta que ae consume la reivindicación. Mientra^ocurran los acontecimientos que se nos presagian, continuaremos luchando con el mismo entusiasmo que basta la ’ Ifecha hemos tenido, .convencidos como estamos de que 1* reacción contra la tiranía que oprime á la Patria no se perderá por el hecho de que Porfirio Díaz ó sus cóm-Los gobiernos no se prestigian plice, que eBt¿n en el Poder se con hecatombes. Bernardo Re- maochen una vee más 8a yes pensó tal ve* que pasando £| de Uberale8; 7 cuchillo ni pueblo de Monterrey, •e prestigiaría como hombre e-nérgico, y no consiguió otra cosa que hacerse odioso como las hienas. Porfirio Díaz debe haber creído igualmente que se haría pede mida conciencia del octogenario tirano, ai servirían para acercar el fin de la Dictadura, porque el pueblo acabaría de convencerse de que es una deahon ra soportar tiranos enfangados Léase “REGENERACION.” en er act on Periódico. de combate Director: RICARDO FLORES MACON Oflclnae: 107 North Channing Ave SAINT LOUIS, MO., E. U. A.—Agotto 26 de 1905. Excelente oportunidad vd. en giro de Ban-esta plaza, ó New billetes de Banco á la Bustamante, la canti- Remita co sobre York, ó en orden de R. dad de $110.00 moneda americana, y se le enviará por Express, libre de gastos, una máquina de escribir «OLIVER,» 6 una SMITH PREMIER último modelo. Agencia Comercial* P. O Box , 584. St. Louis, Mo. Para referencias dirigirse al Ricardo Flores Magón. Sr. Bajas aspiraciones del Cardenismo sejo que no andes con los oposicionistas ni con los gobiernistas, concrétate á trabajar en el comercio.» Después de los saludos de estilo, ^rma la carta: Carlos E. Salinas. Se ve por la carta que el medro solamente empuja á los cardenis-tas á defender al ladrón que saquea á Coahuila. Ningún documento, como el que copiamos pone tan en claro la abyección de los gobiernistas, individuos sin ideales, animados de la más baja materialidad; cerdos famélicos quejiiensan escalar y sostenerse en los puestos públicos por medio de la bajeza, de la delación, de los oficios más repugnantes. Por la carta se ve que Salinas, actual Presidente de Rosales, siente la prisión de los honrados oposicionistas como el Sr. de la UN DOCUMENTO REVELADOR Los eunucos que defienden á Miguel Cárdenas por salario, entre ellos David Cerna y el infeliz Juan Pedro Didapp, aseguran que la oposición quiere empleos. Eu seguida pasamos á demostrar que los que quieren empleos son los mercenarios-aduladores del Gobierno y que las llamadas autoridades son igualmente mercenarios de mezquinas y bajas aspiraciones. Ha llegado á nuestras manos la carta que un funcionario de Rosales, Coah., dirige á su hijo, y que publicamos para que se vea á lo que aspiran los paniaguados de Cárdenas. He aquí la carta: ■De Rosales á San Felipe, Julio 28 de 1905. ■Sr. Carlos G. Salinas. «Muy estimado y buen hijo: Recibí tu car tita de fecha 26 del actual y por ella veo con mucha pena que el Sr. de la Cerda fué reducido á prisión y conducido á Monclova por asuntos políticos; pues por acá está casi lo mismo, HAY ORDEN DE APREHENDER CON LA ACORDADA DE PORFIRIO DIAZ O LOS MOCHOS DE ALLENDE A LOS OPOSICIONISTAS QUE SE REUNAN EN JUNTA; tanto que Don Ireneo Bermea como Presidente y mi compadre Ramón Cárdenas como Vicepresidente del Club Contrario ya se hicieron á un lado porque supieron del riesgo que corrían; pero ha quedado el tontatviage con su capricho de dar contra al Gobierno encabezándolos mi compadre Antonio Villarreal, Marcial Vela y Pedro Garza Díaz; aquí la Presidencia la han dejado casi sola (la Presidencia Municipal); Don Raymundo Navarro se fué 6 se va para Torreón y Don Manuel González Flores para Lampazos, Nuevo León; SOLO YO TENGO QUE RESISTIR LO QUE VEÑ-GA, PUES TENGO ORDEN DEL GOBIERNO PARA QUE VIGILE A LOS OPOSICIONIS TAS Y A LOS MISMOS PRESIDENTES (habla de los Presidentes Municipales) Y QUE LE DE CUENTA DE TODO LO QUE PASE, O LO* QUE ES LO MISMO, SOY AHORITA EL DE SUS CONFIANZAS. Y SI TRIUNFAMOS garCREOCON-SEGUIR CON EL (con el Gobierno) SER PRESIDENTE MUNICIPAL, JUEZ CIVIL Y LA MAR Y SUS ARENAS; á poco estoy formándome castillos en el aire, pero una esperanza cuando no engendra, mantiene. ■Garlitos:......á tí te acon- RECUERDO ROJO El asesinato del Gral. Martínez La abnegación delSr. Lerdo que hún contando con poderosos ele-men tos de lucha prefirió el ostracismo á continuar siendo la cau?a del derramamiento de sangre hermana, proporcionó á Porfirio Díaz un triunfo fácil y exhausto de glo-rÍ0| «ue más tarde habría de convertiré en oprobiosa ergástula de la República. Triunfante Tuxtepec, el caudillo de eta revolución funesta traiciona los principios que había proclamado y se convierte en tirano de la Patria. Sus partidarios, los que con é sostuvieron un plan político-revp-lucionario rebosante de idealismos y de promesas libertarías, al asistir á le transfiguración del fingido soldado de la Democracia en grotesco Dictador, se dividieron endoa bandos: uno, constituido por cuantos se lanzaron á la revuelta con ánimo de medrar, se dispuso á sostener ciegamente la política de su antiguo Jefe; el otro, el de los virtuosos luchadores, la falauje de exaltados excelsos que fueron á los campos de batalla á disputar con arrojos de heroísmo el triunfo de los principios que apasionaban á sus espíritus generosos, condenaron indignados la negra defección de Díaz y hubieran de nuevo, trémulos de patriotismo, blandido sus espadas libertadoras si no se niega á seguirlos el pueblo que sentía en sus venas el hie’o de crueles decepciones, que villanamente ultrajado en sus afectos y esperanzas y mil veces engañado, había perdido la fe en el triunfo de tu causa y sufría enervador abatimiento tras *ns luchas infructuosas. El inolvidable General Ignacio MiTtlnez, esforzado defensor del p! tn de Tuxtepec, perteneciente al grupo de los que secundaron á Díaz en defensa de los principios que proclamaba y no en apoyo de su personalidad, tan luego como el Caudillo de la Revolución arrojó el gorro frigio para calarse el cetro del tirano, se declaró, franca y lealmente enemigo del Gobierno de ésK; y principió á combatirlo en la prensa con valor admirable. Díaz sintió contra su contendor odio innoble que se fué reconcentrando y haciendo más terrible, con el transcurso de los afios y ante la tenacidad y arrogancia con que le censuraba sus actos cada día más odiosos. • ,a palabra vibrante y valerosa del Gral. Martínez había logrado cautivar muchos corazones abnegados; el pueblo á pesar de sus fracasos y desengañas principiaba á conmoverse >entusiasmarse con el ejenpío del bizarro Bayardo que lo invitaba ála lucha. Díaz temió •*! hundimiento de su poder y decretó la muerte del que hobfa 1< grado conquistarse las simpatías populares.............. vV Cuendc le Xepdbhce pronuncie eu roe eoberene. eert forwee'eoewteroe 6 dimitir. —GAM BBTF *. Administrador: Enrique Flores Magon TOMO 1II.-N? 43 Ctrda;perono se siente edificado, no siente impulsos viriles y generosos que lo arrojen álqchar contra la opresora tiranía; sino que por el contrario, hace alarde de ser de la confianza de los tiranos y de tener la obligación de vigilar á los oposicionistas. El, además, comprende que es indigno ser gobiernista y aconseja á su hijo para que no lo sea. Podría aconsejarle que fuese oposicionista; pero el temor de que por el oposicionismo pudiera él perderla confianza del ladrón Cárdenas, le dice que no «ande con los oposicionistas.» Basta como muestra la anterior carta para que se vea qué clase de sentimientos animan á los Hickman, á los Medellin, á los David Cerna y á todos los que como autoridades ó como folien-larios inciensan á Miguel Cárdenas. El General Martínez residía en Brownsville. El verdugo de la Dictadura, Bernardo Reyes, desempeñaba entonces, como ahora, la comisión de ahogar el espíritu público en la frontera del Norte y como ahora también, Monterrey tenía la des dencia. Porfirio Díaz ordenó á Bernardo Reyes que hiciera desaparecer al General Martínez. Bernardo Reyes ante la proximidad de la hora en que ha de derramar sangre humana siente que sus nervios enfermos se agitan convulsivamente atacados por un rapto de júbilo inmenso y una risa histérica, incontenible, repugnante contrae su rostro estragado por la vigilia y por la agotante zozobra que le imponen loa tremendos crímenes que ha consumado. . Momentos antes de la carnicería del 2 de Abril, enardecido de placer, con los ojos sanguinolentos, túmidos los* pómulos y la monstruosa boca desmesuradamente a-bierta, reía frenético, sardónico con esa risa que le da expresión siniestra Sus partidarios agrupados ese día á su alrededor, en su casa habitación, le veían con recelo, sospechando que estuviese loco. Convulsión semejante debe haber sentido cuando recibió la consigna de asesinar al General Martínez. . * . , a e Sabido es que Bernardo Reyes tiene siempre á su servicio ya en los puestos de la Policía, en los cuerpos de Rurales, ó en las filas del ejército con el carácter de Ayudantes del Cuartel General, á un número considerable de asesinos profesionales sin escrúpulos ni con* ciencia. De esa gente, para que consumaran el proyectado golpe de mano, seleccionó á Vallejo y Bazaldúa, notables en la Frontera por sus abominables hazañas de bandolerismo y les ordenó que se dirigieran á Brownsville; pero en el camino se embriagaron y en confiden- cía revelaron el secreto que oportunamente llegó á conocimiento de D Francisco Iturria, gran amigo y Mecenas del Gral. Martínez. D, Francisco apremia á éste á que violentamente salga para Laredo y así esta vez, quedan defraudados les planes de la Dictadura. La noticia del fiasco es transmi. tida á Díaz por telégrafo y el Gral. Hinojosa, entonces Ministro de la Guerra, se apresuró á escribir al Coronel Nieves Hernánd z, que estaba de guarnición en Reynosa, Tamaulipas, una afectuosa carta en la que le decía que el Gobierno estaba informado de que los revolucionarios Vallejo y Bazaldúa de Nuevo León se habían internado á Tamaulipas, á trastornar el orden y que el General Díaz confiaba en su lealtad—del Coronel Nieves Hernández—para que sin pérdida de tiempo restableciera la paz. Tras esta carta recibe el propio Nieves Hernández un telegrama capcioso del Gral. Díaz en el que le recomendaba que pacificara la Frontera y que sin pérdida de tiempo le diera aviso de haber obsequiado sus deseos. Debemos advertir que en esos días ningún movimiento revolucionario asolaba la Frontera. Esos documentos, que el Coronel Nieves Hernández mostró á un a-migo de su intimidad cuyo nombre no estamos autorizados para revelar, son por demás significativos y evidencian que la Dictadura se em-Kfiaba porque desaparecieran Va-jo y Bazaldúa para evitar que divulgasen la misión que se les encomendó. A su vez, Bernardo Reyes, precipitadamente envió de Monterrey á Reynosa, un capitán apellidado Arteaga, so pretexto de que diri-J[iera las operaciones contra Valle-oy Bazaldúa; pero en realidad para que fuera testigo presencial del asesinato de esos miserables. Arteaga, acompañado de un tal Víctor Pifia y al frente de ico hombres de caballería, salieron de Reynosa en persecución de los trastor-nadores del orden que, expertos conocedores del terreno, lograron ponerse á salvo, pero poco tiempo después fueron asesinados por orden de Reyes. La Dictadura continuó tendiendo celadas al Gral. Martínez hasta que logró asesinarlo en Laredo, Te- Reyes fué el obligado director de ese crimen imborrable. Su frente nacida para recibir la espectora-ción de todos los oprobios, para ostentar la marca de todas las infamias, se manchó una vez más con un estigma indeleble, negruzco, nauseabundo. Al recibir la noticia de que el Oral. Martínez yacía exánime, su risa histérica, nerviosa, impulsiva, debe haberse escuchado en los salones del Cuartel General, en los del Palacio de Gobierno y debe haber rodado estrepitosa por loa prostíbulos que frecuenta el criminal y repercutido en las alcobas de sus numerosas concubinas como un lúgubre vitomello de sus confidencias impúdicas. Rectificaciones Históricas por Fernando Iglesias Calderón. “El I k oIbido Norte-Americano durante la Intervención Francesa." Refutación de grandee erroree ver-idos por el Ministro Mariscal y loe Dlput «dos Bniñee y Frías y Soto. Precio del Ejemplar..........$ 3.00 - Para pedidos dirigirse al Sr. F |RÍ rez Fernánc’ei Administrador de UE1 Jolmillo Público."—San Ildefonso N9 9.—México, D. F. A^cpcía Gomera ¿J. Se reciben en comisión artículos mexicano? Esta Agencia se encarga de la venta de artículos americanos 6 precios reducidos, pudiendo enviarlos á cualquier punto de donde se soliciten. Antes de comprar artículos en cualquiera otra parte, dirijan sus pedidos á Rosalío Bustamante, P. O. Box,, 584. St. Louis, Mo.