EL PURGATORIO Y LOS SUFRAGIOS H particularmente en lo tocante a la iglesia de Inglaterra, enviándome diferentes obras publicadas, en las que se trata el punto del Purgatorio. Estos libros son impresos bajo la dirección de la iglesia protestante episcopaliana y contienen oraciones por los muertos, y en ellos se prueba la existencia de un lugar intermediario, y que hay deber de rogar por nuestros hermanos difuntos. (Path of Holiness. Riv-imgton’a Londres. Treasury of Devotion, Ibid,. Catechism of Theología, Masten, Londres). Resumiendo: hemos visto la práctica de orar por los muertos reforzada por la costumbre de los antiguos hebreos y seguida en el día en la sinagoga de los judíos; la hemos visto proclamada en todas las edades por los Doctores de la cristiandad; incorporada en cada una de las Liturgias antiguas de las iglesias latina y griega; enseñada celosamente por la actual iglesia rusa, y por aquella inmensa familia de cristianos cismáticos esparcidos por Oriente: y la vemos, en fin, como devoción fomentada por más de 300 millones de católicos, a más de un número respetable de miembros dé la iglesia episcopaliana. ¿No sería el colmo de la temeridad y de la presunción en vosotros, hermanos queridos disidentes, sobreponer vuestra opinión particular a este peso inmenso de ilustración, santidad y autoridad? ¿No.sería una impiedad de vuestra parte, que sellaseis vuestros labios, mientras el mundo cristiano entona el De pro fundís sobre la tumba de los hermanos que han partido? ¿No sería frialdad y crueldad de vuestra parte no dirigir una oración por los amigos muertos, a causa de preocupaciones que no tienen apoyo en la Escritura, ni en la tradición, ni en la misma razón? Si un hermano se aleja de vosotros para cruzar los mares, la religión y el cariño os insinúan que roguéis por él durante la ausencia; y si el mismo hermano cruza el grande mar de la muerte para pasar a las costas de la eternidad, ¿ por qué no orar por él ? Cuando cruza el Atlántico, su alma, aprisionada en la came, se ausenta de vosotros; cuando atraviesa el mar de la muerte, su alma, libre de la carne, se aleja de vosotros. ¿Qué diferencia establece esto relativamente al deber de vuestra oración? Porque, ¿qué es la muerte sino una separación del cuerpo y del alma? El cuerpo, a la verdad, muere, pero el alma “vive, se mueve y está en todo su ser.” Esta continúa, después como antes de la muerte, pensando, recordando y amando. Y el dóminio y la merced de Dios, ¿no se extienden sobre el al-