376 'la voz indiferentismo religioso, y preparar á esta el séridero de la apostasía y de su completa disolución. Los cuantiosos gastos que se tienen que erogar en la introducción de és-tfangeras, soil perdidos para la hácion y se convertirán en su daño en vez de producirle alguna utilidad. Es fuera de duda que las cosas se ven de distinto modo á grandes distancias y haciéndolas conocer por informes ó relatos, qué á la vista palpable; los motivos que decidan á los estrangeros á venir á hacerse mexicanos, á pesar de todas las franquicias que se les concedan, son puramente por parte de ellos interesados y eminentemente egoistas: luego que estén en el pais, que palpen dificultades, que no encuentren las ventajas _ ' y goces que se hayan imaginado obtener, á poca costa y sin trabajo, todos y cada uno se convierten en otros tantos descontentos del gobierno; y tampoco es cordura aumentar el número de los que nunca faltan en la propia casa, con sacrificios tan costosos y riesgos tan fundados. Es mas prudente y de resultados probablemente buenos emplear esos fondos en realizar la colonización de la frontera con las dos clases de mexicanos indicadas: con estos no hay necesidad de crear simpatías eíf favor del pais. porque ya las tienen; él gobierno y dirección de las colonias será mas practicable, y si se quiere, para estimular ajos mexicanos á un activo trabajó cual se requiere en fundaciones de esta clase por medio de ía emulación, erí las Costas dé Cantabria, en Navarra y demas provincias vascongadas, y1 otras, de la Península española, no faltan agricultores pobres que en número considerable vendrán gustosos á cultivar las porciones de terreno que se les asignen, y que por la identidad-de religion, idioma, semejanza de costumbres, leyes y demas circunstancias, son los que naturalmente está indicandd la prudencia deben serlos preferidos en tal caso. Los fondos destinados á gastos de colonización pueden no ser bastantes á cubrir sus vastas atenciones; porque, Señor, es de nécesidad restablecer erí las inmediaciones de la frontera los sistemas de presidios y misiones: los primeros, para reprimir las muy frecuentes y sangrientas depredaciones de las tribus bárbaras que las habitan: las segundas,-para llevar adelante la grande y muy humana obra de no tratar siempre esos racionales salvages, y sin embargo semejantes nuestros, con la dureza inseparable al estado de guerra; sino dar. lugar á que por medio de la predicación evangélica lentamente se vayati reduciendo al estado de sociedad y civilización abrazando la fé, y con la misma graduación vayan suavizando su carácter feroz' y costumbres selváticas, hasta trasformarlos para siempre en individuos útiles á la sociedad. ' Esto es tanto mas necesario, cuanto que para lo primero no se pueden emplear ni las colonias militares en su totalidad ni los brazos destinados á formar las colonias que deben sin distracción alguna dedicarse esclusivamente á todo lo que sea objeto de la consolidación de esos nuevos establecimientos. Parécenos muy adaptable la idea de que los sacerdotes destinados para curas y ministros de esas colonias'sean atendidos con úna dotación competente, satisfecha con puntualidad de los mismos fondos: para que no sean cobrados derechos ningunos por casamientos, bautismos y entierros, escepto lo que se pida de pompa; pero no por ese mezquino periodo de cinco años que se propone, sino por cuárenta ó cincuenta años, porque esta disposición debe tener por objeto no solo facilitar el matrimonio, que tanto se dificulta á los desvalidos que no tienen con que costear los derechos, sino que debe ser también un