(Viene la Segunda Página) <1,000. Ya un negociante de los alrededores estaba dispuesto a entregarle la suma, cuando apareció nuevamente gobre la escena Van Nierik, de la reglón de Orange, el mismo a quien el niño boer le había regalado la primera piedra. ICste comerciante le compró el guijarro a Swartzboy por la suma de $2,000 y se los pagó en billetes del Banco de Inglaterra. La bicoca resultó ser un diamante que pesaba 83 y medio quilates. Algunas horas después. Van Nierik lo vendía por $55,000 y tres semanas más tarde, el conde Dudley, compraba la famosa “Estrella de A frica” como quedó bautizada esta piedra, por la suma de $125,000. La “Estrella de Africa” está hoy en poder de Su Majestad, la reina María de Inglaterra, que la considera como una de las más preciadas joyas de su corona. La publicidad a que dló ocasión el 'descubrimiento de la "Plstrella de Africa”, lanzó a todos los aventureros del mundo a los campos del Africa en busca de riquezas cu las minas de diamantea. En mayo de 1870 había en los territorios de Vaal y del Río Orange, más de 300 hombres, buscando las tan preciadas piedras: en el mes de junio había 700; en julio 1,000; en agosto 2,000 y en abril de 1871, ei número había ascendido a 5,000 hombres que desesperadamente buscaban la riqueza cor!iciada. Un día los buscadores de diamante •e dirigieron a la casa de un colono llamado Van Wyk, cerca de* donde hoy está la ciudad de Kimberley. Las paredes barrosas de la ruda vivienda del colono boer. estaban literalmente incrustadas de diamantes. Y allí fue la lucha entre los hombres para disputarte la fabulosa posesión. De los más apartados rincones de la colonia del Cabo venían aventureros en la búsqueda de las piedras milagrosas. Pero no era solamente de la colonia del Cabo. Los hombres venían de los bajosfondoa de Londres, de todas las capitales de Europa, de todos los rincones del vasto universo. Tanta fue la gente de toda especio que allí llegó, que la región cerca de donde estaba conocida con el nombro de la "cocina del infierno”. CABALLEROS DE INDUSTRIA Y I CABALIuEROS DEL HAMPA I41 gentuza aventurera llegaba seguida de sus mujeres en carromatos medio despedazados, en cabo11 jos sin fuer, xas, en muías que apenas podían sostenerse de pie, tal era el estrago que dejaba cu los cuerpos el clima terrible. Estos animalejos se alquilaban por la suma de $60 por cabeza, y tenían que hacer un recorrido de 400 kilómetros. Los aventureros hacían contratos con los ingenuos “boers” a quienes robaban miserablemente abusando de su simplicidad. Los compradores de tierras ofrecían hasta $500,000 por una estancia, exigían un recibo por esta suma y pagaban a buena cuenta $500, y así se quedaba la venta, pues los ingenuos vendedores no volvían a ver un centavo de los compradores. El brillo de unas cuantas libras esterlinas inglesas, era suficiente para alucinar a los ingenuos boers, que nunca habían visto mayores sumas reunidas en una sola vez. El atractivo de las riquezas fabulosas comenzaba a extenderse por el mundo con vertiginosa rapidez. Nada ni nadie podía detener el ejército de aventureros que llegaban allí de todos los confines de la tierra, y allí se quedaban. Eran la hez social de todas partes. Kimberley que durante el año 60 o a principios del 70, cualquiera hubiera podido comprar por $30,000, fue creciendo y creciendo hasta presentar el aspecto de un inmenso campamento lleno de toldas que la mayor parte de las veces habían sido robadas de los cuarteles del ejército inglés. En ese horno viviente donde el termómetro marcaba a la sombra 116 grados, se había refugiado el hampa del mundo, gracias al espejismo diamantífero. Por el año de 1876 Kimberley conts-be ya con una población de 35,000 almas. Las treinta y cinco mil almas se componían, desde luego, de vendedores de joyas falsas, corredores de bolsa a-rruinados, prestamistas de casas de empeño y fugados de presidio. Y poco después empezaron a llegar los primeros diamantes a los grandee mercados de Londres, París, Berlín, Viena, Hamburgo, Roterdam, Roma, Nueva York y Boston, los que se vendían con ganancias verdaderamente extraordinarias. El contrabando de diamantes en Africa se tornó en una de las más provechosas industrias. Los pobres negros trabajadores de las minas que arrancaban esta riqueza a la tierra, llevaban una vida de esclavos ganando sólo unos cuantos chelines. Para sacar las piedras de contrabando los contrabandistas se valían de los más ingeniosos ardides. Unos, escondían las piedras entre el pelo, otros en la boca, entre las mismas cicatrices profundas de las heridas y algunos en el estómago. A uno de estos contrabandistas se le encontró muerto en un camino con un diamante que pesaba 60 quilates, escondido en ei cuerpo. En cierta ocasión m perdfó de Kim- La MUERTE del REY De Los DIAMANTES berley un bello ejemplar de diamante, el cual fue trasportado en una bomba de oxígeno y más tarde, ocupaba sitio preferente en una de las más lujosas cortes europeas. En los confines del Transvaal, había una pequeña aldea llamada Christiana, donde no había restricción alguna con respecto al paso de las piedras preciosas. Y allí se estableció uno de los más grandes centros de contrabando de piedras en el mundo. CONTRABANDOS FANTASTICOS El contrabando llegó hasta el punto de que sus agentes se servían de ios mismos animales para lograr sus fines. Se les daba a los perros pedazos de carne con piedras metida entre la vianda y luego los mataban para sacarles de las entrañas la riqueza ingerida. Los caballos también comían diamantes y algunas de estas piedras se escondían entre las colas de los bueyes que había allí para servicios de trasporte. Miles de animales eran cruelmente sacrificados por los contrabandistas en aras del contrabando. Se calculaba que en año de 1881 se pasaron contrabandos por valor de $10.000,000 y hoy se calcula que anualmente salen contrabandos de esas minas por valor de $1.000,000. APARECEN LOS GRANDES SINDICATOS Los astutos negociantes de diamantes hacían fortunas inmensade un día para otro. Harry Barnato, que acababa de llegar de los más sórdidos barrios de Londres, divirtió en una ocasión a una gran multitud de Kimberley con interesantes exhibiciones alrededor de la industria del diamante. El valor de la entrada para presenciar la exhibición era de dos chelines y medio. Entonces el exhibicionista era conocido con el nombre de signor Barnato y por ese tiempo no sabía ni leer ni escribir. ¡Quien había de creer que, andando el tiempo este mismo personaje habría de ser conocido con el nombre de “El Gran Adivino” y que su renta llegaría a la envidiable suma de $10,000 por semana! Fue el signor Barnato el fundador de la dinastía de los diamantes, de la cual su sobrino, Solly Joel, qle acaba de morir, había de ser e] jefe. El banquete, un banquete que haría palidecer a las más suculentas comidas de Lúculo, que éste diera en Londres hace cosa de medio siglo, aún se recuerda en la metrópoli inglesa. Alrededor de una inmensa mesa circular. ADJA LINDA (Viene de la 12a. página) tinuaba resuelto a llegar al fondo de la aventura que se perfilaba ya con linea-mientos claramente definidos. De pronto, ellas acortaron el paso lo que indicó que estaban ya cerca de su destino. La más joven dijo algo al oído de la otra, que se rezagó respetuosamente. Cuando Fidel llegó a su lado, oyó que le decía en voz baja, pero con acento enérgico: —¡Bátele! ¡Bátele! Su escaso vocabulario dej idioma del país, contenía esa palabra. “Balek” significa “cuidado”; es una advertencia precautoria, una bandera roja de peligro cercano. En un momento, las mujeres se detuvieron frente a una puerta estrecha, de aspecto miserable; la negra introdujo en la cerradura una gran llave, del tamaño de una flauta, “sésamo” de hierro que franqueó la entrada. No bien habían desaparecido ellas, cuando llegó a la misma puerta, por el camino opuesto, un jinete cuyo aspecto no pudo menos de llamar poderosamente la atención de Fidel. Montaba un caballo alazán, piafante y de gallarda cabeza enjaezada con gran lujo, y lo seguía un negro de aspecto formidable con sable al cinto y la cabeza descubierta, que se acercó para ayudarle a desmontar. El jinete era un tipo de singular belleza masculina; pa* recía uno de aquellos actores que Murillo había visto en el Cine o en las operetas de ambiente oriental. Bajo la capucha del albornoz se advertía la nota alba de un turbante enjoyado, que tocaba el rostro de bronce, orlado por una bella barba entrecana. En el pecho, brillaban los bordados de una faraxia suntuosa y la figura iba ceñida por un grueso cordón de seda azui en la cintura. Llevaba, en lugar de babuchas, botas de cuero bordado en oro, con figuras triangulares. Era de estatura muy elevada, y su ademán tenía la majestuosidad de un Califa de cuento pretérito. Se volvió al negro para decirle algunas palabras en tono autoritario, y éste se inclinó respetuosamente, cogiendo al caballo por la brida. El recién llegado abrió la puerta y desapareció con un gran tanque en la mitad, se sentaban los convidados. En medio del tanque flotaban modelos de buques de guerra japoneses, de los cuales salían fuegos de artificio. Para satisfacer el apetito de los convidados se trajo a la mesa todo un cordero asado tirado por un par de pequeños caballos negros. Allí se servían los convidados la parte nue más les gustara. Harry Barnato dejó 15.000,000 aunque su fortuna se calculaba en ....... $100.000,000, pero el resto, la dispersó a los cuatro vientos en su disipado y extravagante vivir. LA TRAGICA DINASTIA DE LOS DIAMANTES No ha habido más que tragedia alrededor de los diamantes y todos sus reyes han muerto de manera brutal o enigmática o se han quitado la vida con sus propias manos, presas de un tedio mortal. Ej hijo de Sir Lionel Philips, magnate minero de Rand fue hallado muerto en su lecho el año de 1926. Se dice que se suicidó. El mismo Sir Lionel fue condenado a muerte por la parte que tuvo en el affaire del doctor Jameson Raid. Barney Barnato, en un momento de angustia ocasionada por su desastrosa vida de disipación, se a-rrojó del puente de un navio en las costas de Madeira. Su sobrino, Woolf Joel, hermano de Solly, fue asesinado en su propia oficina por un tal Von Velthehn, aventurero holandés. Con todos sus millones, Sir J. B. Robinson, fue también una víctima de la desgracia que persigue a los potentados del diamante en ei Africa del Sur. Su hijo, que había de tomar el puesto de éste en el negocio, murió de repente a la edad de 31 años. Hasta la fecha nadie ha sabido qué le causó la muerte, aunque se afirma que fue un sucidio, debido a que le rehusaron admisión en un club de Londres. Algunos meses después, otro de los hijos de Sir J. B. Robinson, se hallaba envuelto en un escándalo de la colonia del Cabo, lo que le causó la censura editorial de todos los periódicos de Londres y del Africa del Sur. Se le acusaba de mantener un harem en su mansión del Cabo, en el cual unas jóvenes muchachas inglesas traídas de Inglaterra, eran brutalmente tratadas. La mayor de las penas que experimentó Solly Joe!, fue no haber podido nunca entrar a la sociedad inglesa a pesar de los muchos millones que gastó para conseguirlo. Como se ve, pues, los afortunados reyes del diamante, han sido en su vida, personajes perseguidos y desgraciados. tras ella., lo mismo que las mujeres que le habían precedido. El negro siguió calle arriba, llevando al caballo por las riendas, lentamente, sin parar mientes en la presencia de Fidel, que apenas tuvo tiempo para acercarse a la pared para no ser atropellado... Por algún tiempo se quedó contemplando la casa misteriosa. En sus altos muros de color de yesca, no había más abertura que la puertecilla de aspecto miserable, tras la cual su fantasía forjó los jardines de un palacio encantado. Pensativo, intrigado con la aventura, se volvió por donde vino, la cabeza baja, hasta encontrarse de nuevo en el Zoko, en medio de la baraúnda de mercaderes y transeúntes. Ya no quiso visitar más lugares de la ciudad santa. Le bastaba con la larga caminata en pos del misterio, que encendía cada vez con más fuerza su imaginación fecunda de extranjero. No tuvo dificultades para encontrar la puerta de la muralla. Volvió a la “Ville Nouvelle” metiéndose en su hotel lleno de conforte moderno, anacrónico en medio de todo lo que acababa de ver y de sentir. Se encerró en su cuarto toda la tarde, pensando en aquellos grandes ojos negros y sonrientes... Antes de acostarse, la gerencia del hotel le dió aviso de que la caravana de turistas a que pertenecía, abandonaba la ciudad a la mañana siguiente, satisfecha ya su limitada curiosidad. El se fue a la cama, siempre pensando en la misteriosa aventura, con la cabeza llena de ilusiones. No pudo quedarse dormido sino hasta las primeras horas de la madrugada. o O • Al otro día, ante el asombro de sus compañeros de viaje, anunció que se quedaba, viendo partir el ómnibus de retorno por los campos alfombrados de anemonas yx margaritas silvestres, con la imagen de la dama velada fija aún en su cerebro, como una garra persistente y cruel. (Continua*-» el Próximo Domingo) TRA VESURAS DE OTROS TIEMPOS (Viene de la Página Seis) lir en libertad y sabiendo que el prefecto era muy amante de la carne de liebre, engañándolo o como se quiera, le ofreció que a su salida le obsequiaría una buena liebre, ofrecimiento que fue aceptado. Gutberto era originalísi-mo y su modo de ser especial hacía que el prefecto olvidara las faltas anteriores. Entre los panaderos de la ciudad había uno conocido con el apodo de “La Liebre”. Este individuo también de cuando en cuando caía a la cárcel por ebriedad. Gutberto se le presentó y con acento imperativo le hizo saber que el señor prefecto lo necesitaba en el acto. La pobre liebre, por el temor de que la policía fuera a llevarlo si no se presentaba espontáneamente, a pesar de que tenía la convicción de que no se había embriagado, compareció, temblando, en la prefectura, pero como no se le diera paso franco, suplicó al conserje lo anunciara, y éste, después de esco-gitar lo que debía de hacer, pues conocía el modo agrio del prefecto, manifestó a este señor que el panadero “La Liebre” llamado por Gutberto Amezta, se ponía a sus órdenes. Aseguran que el prefecto echaba lumbre por los ojos. Que golpeó su escritorio con los puños, mandando al mismo tiempo que se retirara el panadero y que le trajeran a Gutberto, pero éste, presintiendo los efectos de la tremenda broma, ya sé encontraba en su villa bien escondido entre las huertas, festejando con tragos de tequila otra de sus muchas travesuras. Por allá hay todavía muchos tipos de esa naturaleza, inteligentes, astutos, joviales, que con ese su modo de ser dejan dulces recuerdos, y son tipos excepcionales, que como el Garrik de la fábula, quién sabe cuántas penas lleven en el fondo de su alma, pero que ríen para engañarse solos cuando pisan los abrojos del camino. ------------)o(----------- Viviremos Menos! (Viene de la Página Siete) Soviet, recientemente, entre la clase trabajadora, comprobaron la forma como el obrero de las fábricas modernas se desgasta en una proporción de un cuarenta por ciento sobre el desgaste de un obrero de la primera mitad del siglo pasado. “Todas las células del cuerpo resienten la pérdida de energías físicas, en un obrero de las grandes fundiciones o de las enormes fábricas textiles, a pesar de que sólo trabajan siete horas y descansan el sábado y domingo. No es el trabajo el que agota; es la forma del trabajo, y sobre todo, la falta de tranquilidad después de esas laborea' absorbentes. “El obrero ruso, después de siete horas de espantosa faena, creyendo que con la diversión descansa del cansancio físico, se entrega a ellas, dejando ahí el otro cincuenta por ciento de sus energías. “La perdida de las energías del obre-ro, puede comprobarse con un examen científico del cabello. El cabello es el signo mayor de vitalidad. “Examinado el cabello de un obrero de veinticinco años, de las modernas factorías rusas e inglesas, se ha encontrado que apenas tiene la energía de un hombre de cuarenta y dos anos, que ha tenido una mayor tranquilidad física”. Y los médicos ingleses terminan su interesante estudio sobre la longevidad» diciendo: “Ei mundo necesita descanso. Si no lo consigue, en el próximo siglo el hombre que viva veinticinco años, será tan extraordinario, como el que en la actualidad vive ochenta”» -------------.)0(------------- MAXIMAS La riqueza del alma es la única riqueza: los demás bienes son fecundos en dolores. ♦ El hombre está todo entero en su alma: para saber lo que es y lo que debe hacer es preciso que se mire en su inteligencia, en esa parte del alma en donde brilla un rayo de la sabiduría divina. ♦ El alma es la causa eficiente y el principio organizador del cuerpo viviente. ♦ No ae ha de adornar al alma con la belleza del cuerpo, sino al contrario: al cuerpo con la del alma. ♦ Hay otra cosa más preciosa, sin nin guna comparación, dentro de nosotros que lo que vemos por de fuera: no nos imaginemos vacíos, en lo interior. PAGINA 14