c Carmen Pot Aguetín F. Cuenca. Era blanca, y su blancura en negro traje envolvía, y a mis ojos parecía alborada en noche obscura. Rubia cabellera undosa coronaba su donaire y suelta al flotar, el aire era un aliento de rosa. Sobre el azul de sus ojos brillaba húmedo reflejo, y ese azul era el espejo de mis amantes antojos. De su boca eran agravios sus labios angelicales a los más rojos corales de los más hermosos labios; Color que a besar convida era su color, y presos túvolos en red de besos la pasión en mi nacida. Era blanca, como que era el alba de mis amores, primera flor de las flores de mi hermosa primavera. Oí el canoro aleteo -de sus fugitivas alas, iba entre virgíneas galas dando vida a mi deseo. Suspiré, de amor rendido, ella suspiró también, sonó un beso, fueron cien, fueron más, que no lo olvido. ¡Cómo trascendiendo aromas soplaba el ambiente manso, y en la agua azul del remanso se bañaban las palomas! ¡Cómo estaban de rocío las calendulas cuajadas en las fértiles quebradas del musgoso lomerío! ¡Qué sol aquel sol naciente envuelto en undosos tules, y que entre montes azules orlaba de oro su frente! ¡Y qué espléndido aquel so1 de la luna perseguido, que al morirse está tendido en un lecho de arrebol! rotas almenas las golondrinas! tan peregrinas Sobre las ¡qué pardas ¡Qué abejas en las blancas azucenas! Al mecerse ¡qué elegante la palmera en el espacio! Era palma de topacio bajo un cielo de diamante. Cada pájaro en la enhiesta arboleda era una lira, era un chal de Cachemira sobre el valle la floresta. La ondá al filar rodaba ufana y al rodar copiaba la onda cielo claro, obscura.fronda, mirlo alegre y flor galana. Todo entonces bajo el velo de fantásticos antojos, que amor tiende entre- los ojos del alma y la luz del cielo. ¿Y. después? Ya puesto el sol ¿su arrebol no dora el monte? Ella es en el horizonte de mi vida ese arrebol-------