EL ESPIRITU «QRADECIDO Terete A. Fleto • La gratitud es una preciosa y rara virtud. Los antiguos la representaban en figura de una mujer que tenía en la mano un pomito de flores de habas (legumbre que al decir de Plinto adoba la tierra que la produce); cerca de si tenía una cigüeña. símbolo de la piedad filial, y un elefante, animal que nunca olvida los favores recibidos. La gratitud siempre ha sido una cualidad muy apreciada, si bien algunos pueblos salvajes la han desconocido hasta el grado de carecer en su lenguaje de una palabra para indicarla, como los esquimales de Igloolik, otros, como los de Madagascar, la aprecian y practican con esmero. Entre nosotros nadie quiere ser llamado ingrato, muy pocos se consideran que lo son, sin embargo, todos se quejan de que los demás son ingratos con ellos... y nunca podemos encontrar a ese medio mundo que es ingrato con la otra mitad. Al reconocer que la gratitud es una virtud nos preguntamos: ¿Por qué la practicamos tan poco? Creo que hay algunas razones. El agradecer significa reconocer que hemos recibido un favor. Hay una tendencia natural en nuestro corazón de no querer recibir nada sin merecerlo, sin pagar el justo precio por ello: sin embargo, en la yída las cosas más valiosas justamente son las que no se pagan. No se paga el amor de los padres, se recibe como un don; no se paga el amor de los amigos, pues tampoco tiene precio, y, sobre todo, no se paga la salvación de Dios, ésta no podríamos merecerla nunca; todo el Universo no puede comprar la salvación de una sola persona. Debemos expresar nuestra gratitud: no es algo para guardar oculto. Algunas personas son un poco tímidas para expresar sus sentimientos, sin embargo, nadie debería callar su gratitud, si no lo dice en palabras puede hacerlo con una sonrisa, con un presente, una carta, una flor, o de cualquier otra forma. El hogar es el lugar donde debemos comenzar a cultivar el espíritu agradecido, y si nos acostumbramos a reconocer los pequeños favores delante de los niños, éstos se acostumbrarán a ser también agradecidos, dándose cuenta temprano en la vida que no merecen "porque sí” todo lo • Presidenta de 1» Unión Nacional de Argentina: editora de la ‘ Antorcha Misionera”: maestra del Seminario Teológico Bautista de Buenos Aires; Secretarla de la Unión Femenil Bautista de América Latina. que reciben, sino que sus padres se esfuerzan porque los aman, y les dan todo lo que necesitan porque los quieren bien, pero que ellos, aunque son pequeños, pueden reconocer este amor y agradecerlo. La gratitud jamás se impone, brota de un corazón noble y cultivado, por eso hay que cultivar en los niños este sentimiento, venciendo el natural orgullo e ingratitud. Muchos padres que se quejan de la ingratitud de sus hijos están cosechando lo que sembraron, pues nunca les enseñaron a decir ¡Gracias! y a sentir la gratitud, y hoy los hijos no saben decir ¡Gracias! No hay que esperar a que alguien esté en el lecho de muerte para expresar la gratitud. Cuánto más hermosa y llevadera sería la vida para muchos padres e hijos si la corta pero expresiva frase: “¡Gracias, papá! ¡Gracias, mamá! ¡Gracias, hijo, o hija!" fuera más común. Se oyen muchos lamentos, muchas quejas en todas partes, mas si nos pusiésemos a pensar en la gran cantidad de personas que nos aprecian, que alguna vez se han preocupado por nosotros, en tantos a quienes debemos favores grandes y pequeños, nos daríamos cuenta que no tenemos razón de quejarnos tanto. Lo que pasa es que somos desagradecidos, y más desagradecidos aún con aquellos a quienes debemos más. Sucede en esto algo raro: si bien muchos agradecen los favores de los extraños, nunca ven los que les hacen en su hogar. Son muy bien educados con los de afuera, pero en casa no tienen una sonrisa de aprobación para la madre que pasó tres horas preparándoles el almuerzo, para la que en un día de mucho calor planchó hasta el cansancio para que tuvieran su ropa lista. El padre, cargado de problemas y preocupaciones, olvida su carga al llegar al hogar y recibir las caricias de los suyos. La sirvienta o el empleado que se ha esmerado en cumplir con su deber, olvidan por un momento su cansancio ante una palabra de gratitud y reconocimiento. No seamos nunca avaros en mostrar nuestra gratitud a los que nos rodean, nosotros mismos seremos los más beneficiados, pues Iremos sembrando comprensión y amor en nuestro camino. Y esas son semillas que dan precioso fruto. No sabemos cuánto tiempo podremos disfrutar de la compañía de nuestros seres amados. Tan pronto se los lleva la muerte, y después ya no podemos pronunciar más las palabras de amor y gratitud que callamos en el momento oportuno. Pero, sobre todas las cosas, no seamos ingratos con el Dador de todo bien, con nuestro Dios. No podemos comprender en toda su magnitud el valor de nuestra sal Y EN LA TIERRA ¿PAZ? (Continúa de la página 3) caótico de los pueblos, es un simple reflejo de las familias. La desgracia de nuestro día es que muchos padres relegan su responsabilidad a la escuela, y creen que al hacer esto han cumplido con su obligación paternal. ¡No! Dios ha dado pericia maternal y pericia paternal, por lo cual los padres son responsables de reflejar en sus hijos la Luz divina. El error de la educación es creer que ésta consiste sólo en impartir conocimiento, el conocimiento es parte solamente. Educar vación; pero nuestro corazón debe come-sarle el amor que sentimos hacia él. Nuestras oraciones son más de petición que de alabanza, y sin embargo son mayores las bendiciones recibidas que todas las necesidades que tenemos o podemos tener en el futuro. Al visitar la Galería de Villa Borghese, en Roma, iba contemplando los hermosos cuadros, obra de artistas famosos que allí se exponen, y en determinado momento no pude continuar más, quedé clavado junto a un cuadro de Rafael que representa a José de Arimatea con algunos discípulos bajando el cuerpo de Jesús de la cruz. María y otras mujeres están llenas de dolor; pero lo que me tocó e hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas y no me importara nada que me vieran llorar, era el pensamiento que llenó mi corazón. ¡Cuánto costó mi salvación, mi Jesús amado! Lo hiciste por mí también. ¿Cómo podré retribuir tu amor? ¡Gracias! ¡gracias! mi Salvador, mi Señor, mi Dios. Te amo, te amo. es formar el carácter, despertar la conciencia, cultivar la personalidad en su más alto concepto: el concepto de Cristo. Si la paz no es una realidad en la familia, nunca podrá ser una realidad en la nación. Los magos, los sabios, descubrieron que la paz vino al mundo por medio de una familia en Belén de Judea, y la paz continuará en el mundo si los sabios de nuestros días reconocen y luchan porque Cristo, el Príncipe de Paz, habite y dirija las familias de la tierra. IL HOGAR CRISTIANO IL HOGAR CRISTIANO