EHTAlil.KCÍtiO tíN 1880, MONITOR MEXICANO. SEMANARIO DE POLITIC^ INDÜSTKIA, (JOMEIMJIO, VARIEDADES < IlEfijH-rUADo como AivnetHx# i>k í4kouw?a Clabk. > Y ANUNCIO^, ' ■ WíL.'-.- 1 Ví’iér. i’1 ’•‘to»1'' TOMO VIL, El monitor mexicano fíe publica todos los Sábados por la .miñan a. Los comunicados de in lores general, se insortnmn gratis; y los de . Interes particular a precios convencionales. Suscriclon «TpAGO ADRLANTADO je® Pori*iafio.............. ;..?3 Pon ici# meses.................. 2 Por tres meses.................... 1 Por un mes......i-.......... En mi Extranomiio, [Franbo de Porto] HE TAL PALOTAI. ASTILLA. i.,OS ANGELES ALTA CALIFORN1A, SABADO OCTUBRE 2G Dll ÍH95. NO 4‘3 00 00 00 RO Por un afio...............$4 00 Poraciamelé»...............2 50 Anuncios: Poruña pulgada $1.,por mui de 'una pulgada se descuenta tir 26 por, Ciento. * .■ ¿■Stoga.tQdo lo concerniente & ceta putmoeeiun deben dirijiree á E. OUVAS, Director. ■ WiícÓlr BÍock, duartoÑo. 7‘Eequiuá de la» calles Aliso y Los Angeléis P. O. Box 88, Station O. DR. A. Z. VALLA. Medico y: Cirujano. 1 tie hablah' "los cinco Idiomas principales: ffiipafioL Francés, Inglés, Alema,, é Italia-, no., wéaioo:de la Facultad de Turin, Cer-tificMiá wipatiálM derBerlin, . Horas de ofióiu*: De 10 tí 12 a. m. y de '2"i- O. 'rii.'- 12fl S, 'Hain St, -Teléfono 984. Residencia jlll Boyle. Ave. Los Angeles, Ualifliírnla W. .A Dunton, M. D. ,?Ófláái^rt¿ftncii»;4'áw1'Galle Main, N. Asqiiíaaaeláoalls Comercial. Hqias bi OrictÍÁ: De 10 A 11 A. M. y de ' TMSirojro HfiO. Loa Angclm.Oal. NOVRTjA Ó-rt CQRTUMBRRH POR E nriq ue | Pe Tez Escri ch. —l!a sofiiarita Rosa no ha subido aquí e!sta mañana: debo estar paseando por el jardín. Al Óir ésta respuesta, Alejandro sintió algo parecídp á la agonía de la como un loco al jardín, lo ______ ... do bu¿cand) A su hija, y no en- I contyálndola, volvió á entrar en el cuarto.de Rosa con la desesperación del hombre que ha per-dido tódas sus esperanzas. "¡Infama! ¡infame! infame!— exclamó, arrAneándose los cabellos con detesperaciq^... .-^So ha fugadol... .¡Huye de mi!.... ¡Me abandona!..., Y al descargar un terrible pu fietazo sobre la mega, sus ojos se fijaron en una hoja de papel. —¿Qué es esto?—se preguntó, cogiendo el papel."¡Ah! ^Jpa carta suya. Veamos 10 qué me dice efla hija desnaturalizada. Y Allejan ii cónmq^ido y continuación copiamos: “Padre mió, Conozco que soy criminal, que no merezco el perdón dónete I, pues abandono es- icorrió to- ro, se puso á leer * trémulo lo que á i* W®3 i'r A" 11 I8í óí:1 1$ w? - KWW MBEasy&' ^^ri^oe,y'-0igarro8 de ti/ííei optnc támbien en ■raw^úiyrtido ¡vertido'-. puro*-y oí-: ' «irtido: Rtírt2!8.*K -•iflieiBieiitw-. M *t»bbe .mnu» gfWWMÍSggñtúéMtienda ^'ltian:í',b*j08. deL Clinton .. ■ ■ " * w»MjWv.'lltóí '!»• Anqxí.1», Cal. ¡írta^leclmies to ee manu-y. Silla* Multar v ee tiene eiempre un com- raUri-j.'loe me* bajos de la así erte, <¡iio descubran til paradero do! esa pérfida y de su hifámu séduc-lor. ¿Para qué quiero la vida? Hi in ó fus I huí, tn uto mejor la echaré sobro su conciohqin el remordí miento do mi mu así podré arrojarlo al rostro,luis ta-la última gota - do sangró do mis VontiB. Vamos,, vamosj no pordamos el tiempo. Alejandro registró sus bolsillos, sacó un' puñ id, lo os tuvo examinando con placer, y (lijo:. /—Cuando no tiembla' el bhizo, ésta os la mejor urina pai'a |von> ^nrso. Mu ria, nnon adad a, continuó llorando sin moverse dol sili;o en que so hallaba." / ’ . Alejandro la cogió brrispamente por el brazo, y le dijo! con voz imperiosa: —¿No has oído que quiero ver á tu padre? Llévatne A casa do ese agente de policía; aun soy bástante rico para comprar su rectitud. Vamos, vamos, no aumentes con tu asombro mijdes-esperacion. ■ 1 Marín, fué á buscar su mantilla y el papel que lu noche antes le había dejado Nicolas Caveto, A quien ella creía un agente de Ir. r. i *" la autoridad'. I' Alejandro la esperaba impa- don deguste í.ta casa sin iarlé el beso de des. 'pedida. “Amo á i n hombre ain-el que no.exiéte felicidad para mí. La un riaje como el que na- idea de un riajé como el que us-;ted;me propuso anoqhe, me hor-rprizwba. L i miseria, las pena-4id¿áí¿ii,‘méL„.______ _J.________ úqs y.erejaioi ¿ñas. No maldiga Ltits bija que tanto " 'Sufrí r, y perdone á aterran. Tal vez no hija que tanto le ha su— .6ljóiriií.cari i a; Cayó desplomado, incopocináíento. Ouiji'dq i qlyió, en sí, Maria 8>e ;.ííaÍUb|»'l su Jado prodigándole los po^os ri oufbob de que podia disponer. Alejandr) abrió los ojos, como el.-queldésp pesadilla. —-¿Éb cii rto que mi hija me ha abt.ndot ado?—preguntó. Mátia se i j y guáídó silencio. - k —Si/es- j andró. Y lévantándose del sofá, donde después'de grandes esfuerzos habiaj pod ido colocarle María, recogió la «tarta y la guardó en su carpera, Ljon DOr- ■MÓ!,MÍLEL*ltótÍÉS y mese-amueblados de 25 A : mejóy .'(¡opa »k la ciií 5ad, con éerveza, vino 6 fgu^W^de.lae ida. m. Alas ® otvB" a*r-1 w# i’ilóívVaBÓB .€iuérrBro..'; Lí^ieza, Esmero, Pronti-iud Sérvicjo,,________________________ Mexicana. • "í.054 CALÉK>' UPPER MAIN. 8e_ linden Sillas de' rtiontor y toda cliwe ae Ilarnesee al gueto que se desee. Jesús Bl ano ate. '. ieria de úna terrible enjugó una ligrima cierto,-—repuso Ale- diciendo: Mafia se arrojó en los brazos dé. Alejandro, colocándole una mano sob^ j ía boca. Tal era la .iresion de rabia y de furor de . >re, que la pobre mu- mat exp: aquel hoín chacha temió que pronunciara una de esai terribles maldiciones que ta i graves son en los labios de 11 . —¡Perdón para la señorita!— exclamó M । —¡Perdonarla! ¡Oh! ¡Eso, ja-más! Yo 1 is encontraré, y en-tonces.. .'I¡ay de ellos 1 Su delito es de aquellos que sólo se. pagan con la muíertQ. Áhqra disponte á seguirme, Maria;'és preciso de todo punto que yo véa á tu padre: tal vez él sabe el nombre del robador de mi hija. Necesito verter tod a su sangre, luista au "última gota. Má'ria se arrodilló A los piés de Alejandro, le cogió una mano, y cubriéndosela de (besos y 1A-grimas, dijo: 11 •—¡Por la madre de los Desamparados, señor, piénse usted lo que va A .hacer¡ En las circuns tancias exj que usted se halla, ln menor imprudencia puede perderle. i —.;ia| mo importa lo que pueda gucedermo. Quier.o vengar zbe: sólo en eso pienso. Si tú no me ¿c|»mi|aña9, iré solo. Si es preciso', nie presentaré il la primera autoridad, lo revelaré mi nombjre^'pon* ht condición de u padre. aria. ia encontraré, y en- El Monitor Mexicano. Muerte del Sr. General .====== .FRANCISCO SERNA. Los Angeles,' Obre. 26 oa 1895 IHHIlDn Uí El Jueves Ocihbre 17 á las diez cíente. Debo, recordará usted, ñor, que la cita que me dio agente fué f»ara las cuatro do tarde, y siendo las nueve ,d¿ mañana, es probable que nó encontremos. —No importa. Salgamos esta casa; no quiero respirar este ambiente. Vamos. María obedeció. Caminaba delante, pues, ella tenia la llavé de la puerta del; jaruin. ¡ Poco antes de llegar se detjuvo, y miró solrtesaltada á Alejar dro. se-él la la le de '—Pues bien, abre; tal vez será mi hija. . - ■ Y él mismo se adelantó. ¡para abrir. ¡ Alejandro Sécher retrocedió dos pasos, llevándose ¡a mano 'al bolsillo del pantalón. La fatalidad le perseguía rpeho hombres se hallaban delante de él, y no le fué muy difícil cono cer que pertenecían á la po <-Por esta vez no ha te que esperarse mucho la .autoridad,—dijo uno; qué parecí jefe.—A ver, muchachos, ai raos de ese hombre. — ¿De mí?—dijo Alejai retrocediendo y mirando de modo siniestro á la policía. —Prevengo a. usted qué resistencia será inútil; está cada la coa y sé quien es t Alejandro pareció reflex un momento. "Está bien,—dijo. —i P icsto que usted sabe quién soy, voy á pedirle un fayor. —Si puedo concederle.. I. z—Nada mas sencillo: , qúe "se me conduzca en an carruije d casa del señor gobernador. —No hay inconveniente! ^"Espero que no se para nada á esta jó ven,—Añadió Alejandro, señalando ñ ria. "Puede quedarse aquí, .si le place; no tengo otra orden mas que apoderarme de la persona, de usted. El gobierno tenia aviso de que había usted pasn'do la frontera: mas aun: do qu,e liaba usted en Madrid. Y dirigiéndose á uno dp agentes, repuso: ! —Vaya usted á buscar un che. Mientras tanto, Alejandro l.i.. .....' l. J Licia, mido a el >ode- idro, un toda oersted, onar atará Ma- ha SU8 co- ha-bia hablado en voz'baja algunas palabras con María, entrojándole disimuladamente unas ¡mono-das de oro, y diciéndolc: I ■ —Hija mia, hoy misino estará tú padre en libertad. Ño tardó mucho en Hogar - el coche. i Alejandro Sécher, el celador y dos agentes subieron en (|l. El rosto de la policía también á Madrid, quedó sola en la'casa nó de Leganés. so dirigió Muría so del । Cami- J.OM DOS AMIGOS mí ANTA fío. Hnn transcurrido .cinco ¡ifios desde los últimos aeon loci ni i en-' tos que hornos narrad ó on oj capítulo anterior. La gene rostí eangro.. dol puo-blo acababa do regaf las callos de Madrid, El hermoso sol de la liberta«l so extendía por España, o neo años envilecida bajo la fórren mano dol ‘despotismo'. El trono, vamlanlo, había en-contriido un apoyó para sostenerse en el consecuente liberal, en í?1 bravq,h. íntima y antigua amistad quo mo une con el" conde, tu amo; tú sabes que lo quierp como (\ un herma iio, que líe sido siempre su buon país de producción universal, ;' esto que decimos lío es una pa-1 trióteria tonta; no es' un arranque de vanidad;ós una verdad que (a ciencia v la .oxíinrionni» d& agente de-moderado, ■gtodo el pe-■más en la Mutable ron dee- amigo, su cbnsüjoro.' " be m asi ad o, dm > usiudo, fiorito. —Pues bien "tu amo mo Hiima; dente de que me nec Pelegrin suspiróte ■ •—Ese tiüspiro mo Carlos no es feliz, -vEl señor cond, Polegrin'-^lia'cambij, lo • mucho; ya no es "el mismo q't o era. —Sí, ¿oh? < z-Yín cuanto á ik señorita uo cesa ni un minut< —¿Comienzan los domésticos, ¿no os es< —-Así parece. Y«2 ié por su. doncella que pasa Ja te de la noche 11 orant o, y que so acuesta mu,y tarde$ y luego, cuando el reloj da lai siete de la mañana, se viste á 1. sale de casa. ‘ • ¡Hombre! ¿Y eei d excursiones son diarias? —Sí señor. —¿Sabes que eso । 3 bastante grave? Y dime: tú, qi e siempre has sido un muchachil listo, ¿no sospechas si la señori ne amante? —¡ Amante I — excl ,mó Pelegrin, haciendo 'la' se iül de la cruz sobre la frént^.^ ta Rosa no es de esas so- ■afit lió Nicolás, irubbii oví-sita. mdiciK quo — Repuse de - llorar, disgusto» ? layor par- ligera y a Rosa tie- La se ñor i -no señor. —sPues entonces, n compren* do esas éxcursionesin alíñales. Pelegnn, que er^ ró. de esos enemigos doméstico^ A quienes los amos pagan y! dan de comer 1 S d pellejo, para que les qúit'en 's áfiadió en voz baja: —Yo no creo que tenga aunante; pondri en el fuego con la se ¡uridad de ño quemarme; que el señor com fuera de casa alg1 beza. —¡iío|a! ¡Roíal Pto ligue. -1* —Anteayer comer® aron ádis putar en la mesa, y q de, descargando ur qúe- hizo saltar algui exclamó: “Usted me iburre, señora, y me pondrá en ej caso de hacer una barbaridat ” —¡Diantre! ¿Ya s(f hablan de usted.? i ->Eso es solameí íte. cuando están enfadados, ó-pc 1 mejor decir, euando están 'sfiárs, porque cuando tienen visits? >arecen dos tortolitas. —¡Es natural! Sé npre conviene cubrir las apaj; —x¡Ah! Me olvida! a decir á usted que todos los V arnés “damos”, te A.algunos ar —De'modo que he {... /-Tenemos reunió i i señorita las manos sospecho ebe tener >lór de ca- señor con-' puñetazo oa.: platos, ónelas. igos. . Pero con el permiso de ustedíc me retiro, no sea.... /—Anda coa Dios/ i —Ya sabe usted q te el señorito espera en el gállete. Nicolás.se dirigió id^ga'binete del conde, pensando que cuando comienzan los altercados domésticos, no es difícil el rompimiento. Cuando pntró en el. gabinete, Carlos lo salió" al encuentro, y abrazándole, le dijo: —Nicolás, soy muy desgraciado- j Aunque jeste principio fue del agrado de ICaveto; por razones que iremois expresando en el trascurso de esta fábula, contuvo su alegría, y dijo: ° "¡Desgraciado tú, que eres jó ven y rico; tú, que tienes una mujer hermosa.y elegante, que causa la envidia de la sociedad madrileña —¿Quento contigo?—>,lo preguntó el eónde. —Auñq ic tenia 'motivos para no volver más ú esta casa, yo lo olvidotodopy puesto que acudo til llamnmioplo que mo haces y mo ves A tu lado, nada más lotij.ro qnn decirte.1" Carlos qstrcchó afectuosa monto A su an mi ¡carta. - -xtií; y aburrí mío ig<>- us. Supongo quo leiste par olla, deduzco tu uto, y qüo na lo será i nd til mí amistad y mis cons#), jos*. Bien os bordad que vacilé un momento antes do decidirme ó venir: y» sabes que Rosa despidió de esta casa, —Sf, gf; no recuerdos eso, —(Jamo quieras, Habla miedo, levanta esa fronte; tuyo en cuerpo y alma, coin (y h>; fui untos, -'-Nicolás, estoy casi arruinado; necesito dinero. —Chico, on ose Caso se hallan lúe cuatro quintas partes de los españoles; yo en primor término. —Hablemos 1 orinal mente. Discurre, piensa algo. , —Tienes uh camino. Puesto que tu tía la marquesa de An-daya/ús rica y vieja, y siembre te hd querido como á un hijo, puesto que tú eres su heredero, nada mas fácil que pedirle algo á buena atienta. —Beria inútil. —‘iCómoI Yo sé que te quiere mucho. —Sí, pero me impone una condición que yo no puedo acép-tatfde modo alguno. ' ? —¿Tan grave csí?. —Figúrate qúe quiere que despida de mi casa A Rosa. —Pues bien, la despides,'y asunto concluido; y Rosa no tén-drá,motivos para acusarte de inconstante, pues cinco años !de amor acreditan á cualquera de hombre firme. Carlos agitó la- cabeza con marcado disgusto, diciendo: —Conozco, querido Nicolás, que cometí una imprudencia' presentando, dé regreso de nuestro viaje á Italia, como mi esposa á Rosa, Entonces lá i amaba con delirio, ell6¿dgj&^toÍEÍa|-¡ el cumplimiento por cubrir conoces el caí* aristocrático dé mi tiáíp. prende que yo pueda ainar a una mujer no siendo, por lo menos tan noble como yo: y para pagar mis deudas, para sacarme de 1 la situación en que me hallo,, me impone la condición de que despida á Rosaide mi casa. En viluo seria suplicarla, ño transige; pero á mí me es muy sensible rom-par los lazos que me unen con la madre de mi hija. —Pues chicó,T-repuso Ni'co-las.—-como dn este mundo solo el que tiene dinero puede vivir,, yo rio tendría tus escrúpulos; y puesto que tu señora tía te exige que despidas á Rosa pa™ poner te á flote, obedecería los . justos deseos de la noble marquesa.' —Pero eso es una infamia. Rosa es buena, y^ tiie ama hoy más que nunca. • —Todos los enamorados tienen algo de don Quijote. En el mundo solo hay un Dios: el oro; y soló .existe una verdad: la muer te. Desecha tontas preocupaciones, vive lo mejor que puedas,*y ríete del qué dirán. , '* —Nicolas, lo qtie me propones es una villanía,—añadió Carlos suspirando. —No lo niego; pero- las circunstancias te obligan á cometerla, y eso es una disculpa. —Además, mi conciencia.... —¡Ah! ¿Tú tienes conciencia? Entonces, no hablemos más del asunto. Pero si i» a fian a te acó-,mete la turba do acreedores, si tu conciencia le conduce, desde el palacio A la buhardilla, si no té s rindan tus amigos al fion las botas rotas y la ’ mug'-ieiitii, no leeches la culpa ti nadie, sino á tu sensible y recto eot'azon. —¡M/uhHto exagerado! ¿Cómo quieres que'arroje do mi casa . á uny ihujei; ouo minea me ha faltado, que almndonó íl su padre por soguiyTho? / —TriiM'rtrl’oso do mujeres, soy inflexible, y mo acuerdo do aquel refrán que dice: “La que hijee un cesto hará ciento.” No lo olvidos.' mo -—¿Qué dices?T-pregunt6 Carlos arqueando las cejas y mirando á su amigo do un modo amenazador. v—Dígo que, no te conviene mantener por más tiempo reí», oionés con esa muchacha. • ¿Sa- sin «oy i be» tí?, ai ella te es fiel? sospecha.. kabí.H luí explosion en el sym-I blantc del cunde, que Nieblas, so'IUhdo una MO 1LI SI l> > Oltl>lk\ AIIO 1-* .ICfltllllílQ i*n fnt íaVjxü v il ix ’txl mi i < .v •Estados cafeteros y de "otras frutas tropicales de grande demanda en los mercados todo^ del KL <)<>a HADO. En diez años, doce oficíalos Todo ee áCaba* Y-° no i8; noro tus- freeíwTO’ visitas á la calle .de Silva, á un piso tercero muy modesto, pero que sirve de • ■ nido á. una'Muchacha que por lo hermoso hubiera deshancado á la judía Esther, si hubiese vivido eh el tiempo del célebre rey babilónico. —¡Ali! ¿Luego tu sabes... preguntó Carlos con marcadas ‘muestras de recelo. "¿Que visitas á la florista de la calle de Silva? . ¡Ya lo creo! Conozco á fesa muchacha hace tiempo: es ¡úna virtud prueba de oro: una1 Lucrecia moderna. Aunque le tiendas todas las redes de que es capaz el rey de los piratas callejeros, nada, conseguirás. Carlos/bajando la voz y dirigiendo recelosamente una mirada á la puerta de la alcobk del gabinete, exclamó: "Te equivoeas, Nicolás: no es el amor el que me ha.conducido alguna yoz il casa de lá florista. He ido allí en busca fle un hom-br^ que puede decirme quién es, Rosa. [Continuará] EL DR. ANTOÑIO R. Gómez, generales de Alemania y ancla, miembro de la Acade-a de Medicina Dosimétricade paña: Doctorado en .la Uni-rsidad Central dé Madrid en 7-1 con reválida del Doctorado “The Board of Examiner” do médico práctico de los Hosnita- 1 6S *' rl v* Al*. —« - . Fn m Et ve on lhe Board of Examiner” do California; dedicado hoco mas de 20 años, con especialidad á hisi enfermedades de las señoras v niños, padecí luientes del corazón, estómago y,otros; le os gra- . to ofrecer los servicios de bu profesión A toda la raza Mexica-. na y Española con especial atención. Honorarios módicos, asistencia á 'toda hora. Gabinete reservado para consultas. Residencia y oficina 8. Hill St» No. 41,8, entre las calles Cuarta y Quinta, U'H»mWNMVA.i*O WWOKVl*