10 LAS SAGRADAS IMAGENES Universidades de Wáshington y Lee, Lexington, Va^ está colocado en lugar notable el retrato de algún bienhechor. San Francisco Javier efectuó muchas conversiones en la India por medio de emblemas religiosos; y por los mismos medios el Padre De Smet hizo conocer el Evangelio a los salvajes de las Montañas Rooueñas. 3. Exhibiendo en nuestras habitaciones pinturas religiosas, hacemos tima muda pero elocuente profesión de nuestra fe. Fui a visitar una vez a un caballero, y al entrar en su biblioteca, distinguí dos retratos, uno de un distinguido general y el otro de un arzobispo. Estos retratos me enseñaron a un mismo tiempo las ideas políticas y religiosas del dueño de la casa: “Vea Vd. aquí,” me dijo señalando los retratos, “mi credo religioso y mi credo político.” Si veo un crucifijo en el cuarto de un hombre, quedo convencido de que no es infiel. 4. ' Con ayuda de los cuadros sagrados, se hacen más intensos nuestro amor y nuestra devoción^ por él original, porque podemos concentrar el pensamiento más atentamente enj el objeto de nuestras afecciones. Observad cómo ■ brillan los ojos de un tierno niño al reconocer el retrato de su afectuosa madre. ¿Qué cristiano no se conmueve al contemplar un cuadro de la Madre de los Dolores? ¡Cuánta devoción excitan las estaciones del vía crucis! Observad la intensa simpatía que se pinta en el rostro de la humilde mujer cristiana cuando pasa silenciosamente de una estación a otra. Ella sigue a su Salvador paso a paso desde el Huerto al Monte Calvario. Toda la escena, semejante a una vista panorámica, está impresa en su mente, en su memoria y en su ánimo. El más patético sermón de Pasión no inflamó tanto el fuego del amor, ni hizo evocar tan saludables resoluciones, como el silencioso espectáculo de nuestro Salvador pendiente de la cruz. 5. Los cuadros de los Santos nos estimulan ala imitación de sus «virtudes; y este es el principal fin a que tiende la Iglesia cuando fomenta el uso piadoso de las sagradas imágenes. Uno de los fines, es verdad, es honrar a los Santos; otro es el invocarlos pero el fin principal es el excitarnos a la imitación de sus santas vidas. Se nos exhorta a “mirar y a obrar de acuerdo con el ejemplo que se nos ha propuesto en el monte.” (Eaod. XXV, 40). ¿No es el ejemplo el mejor medio de promover la piedad? ' Si guardáis en vuestros hogares los retratos de Jorge Wáshington, de Patricio Henry, del Gran-Justicia Taney, o de otros distinguidos hombres, las imágenes-de