I dor, una carta suscrita con un nombre supuesto, que decía más o menos: “Mi querido Gámez: Le incluyo a usted el original de la historia que me pide. Es de un amigo mió, y me parece que no le disgustará. Su servidor. Roustoff.” Esa ha sido mi odisea. Ahora pienso ir a Nueva York, a buscar la vida en lo que pueda. Interrumpidos mis trabajos históricos, no me queda más recurso que ver la manera de pasar este destierro lo menos penoso posible. Ejerceré mi profesión o barreré los pisos. El caso es no morirme de hambre. Llegó a buscar a don Ricardo un amigo suyo, y. no quisimos quitarle más el tiempo. Le dimos las gracias por su amabilidad y nos despedimos. x x je Y al salir nos hicimos la misma pregunta : ■ —Pero este es García Granados, el historiador? —Si, señor. El historiador, el político, el científico y el diplomático. Ah! Y el protagonista de una tragedia horrible, que hará época en los # anales macabros de la revolución. Alfonso ANAYA. ‘r T' Curioso punto de observación levantado por los Ingleses en los Dardanelos.