LA VIOLETA. 27 Pronto te volveré á ver: ¡Hasta el cielo, madre mía! Lucia Herrera ¡/ Jauregui VIAJE AL PARAISO. _____ REVELACIONES DE I LTRA-Tl'M BA. Pensaba yo en que mañana es el día señalado por la liturgia católica para conmemorar á los fieles dituutos. ¡Cuántos recuerdos afluían á mi mente al pensar en lo efímero de la existencia humana! Que liarán—me decía—los que han traspasado ya los umbrales de la eternidad y habitan en lo desconocido?. . . . Nuestras amigas y no amigas nuestras conocidas y no conocidas, que no encontrando sus ideales en este mundo fementido elevaron el vuelo á las regiones inconmensurables del Empíreo ¿habrán realizado allá sus ilusiones doradas y sus ensueños de amor y de ventura.? ¿O será todo ficticio como los sueños engañosos de este mundo corruptor? ¿La muerte será el principio de otra vida mejor ó el término de la. jornada?_____ Ensimismada en estos sombríos pensamientos, absorta, con tan lúgubres ideas, caí en el éxtasis más profundo, cuando de improviso, desgarrándose una nube vi descender hacía mí un ángel, resplandeciente de luz y de hermosura. —Dios—me dijo con la sonoridad de una música desconocida—ha penetrado vuestros pensamientos y ha visto la pureza con que son concebidos, y me ha, enviado para satisfacer vuestro anhelo en saber lo que hay más allá de la tumba, para las almas puras. Seguidme. Y así diciendo el ángel me tomó de la. mano, y yo sin darme cuenta de lo que oía ni de lo que veía, me dejé conducir maquinalmente por aquella célica aparición, pero sintiendo en mi alma un amoroso bienestar de felicidad______ No sé cuanto dilatamos en el tránsito, ni por donde caminamos. Yo no tenía conciencia pala pensar en otra cosa, (pie en aquel suceso tan extraordinario como frutivo. La melodiosa voz del ángel que me miraba sonriente, me sacó de mi abstracción diciéndo-me: —Hemos llegado. Yo no veía más (pie.una muralla formidable, muy alta, muy alta y muy extensa., tanto, (puno 1(> pude dar fin con la mirada. El ángel sacó una corneta, de oro y produjo un sonido gratísimo, la señal sin duda, pues alienas dejóse oír apareció por lo alto de lamu-rallaotro ángel hermosísimo, con el escudo de la Magostad Divina sobre el pecho, era tal vez de los custodios de aquella mansión encantada. Hablaron los dos en el célico idioma de los ángeles, -les como yo, y todos llevan un estandarte (-7>n la inscripción de !o (pie fueron en la tierra. Iji efecto, divisé venir una gra.n procesión envuelta en ráfagas de. luz brillante y diamantina, itero suave y grata á mis ojos; oía. cánto eos misteriosos y sublimes; rumores desconocidos, más tiernos y armoniosos (pie el arrulli-de las palomas, y músicas arrobadoras de incomparables melodías. Aquellas empíricas deidades, aéreas, vaporosas, divinas, circuidas de una aureola de fulgores de luz indeficiente, empezaron á desfilar por frente á donde yo estábil y entre todas conocí a. muchas del pensil regiomontano: cada una, como indicó el ángel, llevaba un estandarte de. nítidos colores y en él una inscripción con caracteres de brillo de estrellas y claridad de cielo. He aquí las (pie pud ■ descubrir entre a pie-11a interminable angélica pr teesión paradisíaca, y lo «pie leí en sus herm )s:x exaud írle>. MARÍA KOI) .’IdL'EZ, Botón de rosa (pie engarza En sus broches la opulencia, su inocente sencillez y su juvenil belleza. Su voz que dulzura vierte como la concha sus p -rla<, la. suave luz de sus ojos son su más grand;- riqueza.