no ee dieran cuenta. Hubo ocatión en que únicamente eeia de loe sobrevivientes estaban sanos. D aflo siguiente, 1621, cuando loe frutos estaban maduros y eran abundantes porque los peregrinos habían cultivado la tierra, el Gobernador de la Colonia Plymouth, apellidado Bradford, mediante una proclama hizo saber que cierto día sería dedicado a dar gracias a Dios por los beneficios recibidos providencialmente timante el tiempo que allí habían vivido los peregrinos. Dicho Gobernador comisionó a cuatro hombres para que fueran al bosque y a los campos cercanos en busca de animales de caza, pavos silvestres, maíz para hacer panes, calabazas para los pasteles, y algo más que pudiera servir como alimento. De la manera en que lo deseaba el Gobernador Bradford, los colonos celebraron actos religiosos en los que dieron gracias a Dios por sus bendiciones, tuvieron algunas diversiones sanas, y a todo eso fueron invitados los Indios vecinos. Esta festividad religiosa y social duró tres días. El tiempo transcurría, y los nuevos pobladores de aquel territorio norteamericano afio tras afio celebraban actos religiosos para expresar su gratitud a Dios por los bienes que les había concedido, y agregaban una fiesta social a la que Invitaban a sus vecinos. Más tarde, el primer presidente de loa Estados Unidos norteamericanos, Jorge Washington, en 1789 proclamó el 26 de noviembre como “Día de Gracias" en to do el país; tin embargo de esto, en algunas partes del mismo país no ee celebró durante mucho tiempo. En 1941 el Congreso Federal de dicho país declaró que el cuarto jueves del mee de noviembre de cada afio sería festivo y de descanso obligatorio: a fin de tener el “Día de Gracias". Ahora bien, cierto es que los cristianos evangélicos todos los días damos gracias a Dios por sus bendiciones cotidianas y por las especiales, y en particular lo hacemos en el culto de año nuevo, o en otra ocasión extraordinaria. Y, ¿no podríamos hacer algo para que toda la nación de la que somos miembros tuviera un “Día de Gracias"? ¡Cuán bueno sería que pudiéramos ejercer en nuestros legisladores y gobernantes una influencia tal que los compeliera a proclamar cierta fecha como “Día de Gracias”. Para lograr esto, primeramente necesitamos experimentar un profundo sentimiento de gratitud a Dios; en seguida debemos anhelar manifestar esa gratitud; en tercer lugar debemos manifestar esa gratitud por medio de nuestras alabanzas a Dios; y, por lo tanto debemos orar sinceramente a Dios, "y no desmayar", rogándole que él mueva la conciencia de todas las gentes para que, prescindiendo de su denominación religiosa, como pueblo reconozcan las bendiciones de Dios, experimenten gratitud por ellas, y manifiesten esa gratitud a Dios en actos de obediencia a él y acepten a su Hijo nuestro Señor Jesucristo como Salvador personal. IL H06A1 CBJSTIANO >