—— Escenas de la guerra. -----------------—
C EL ÚLTIMO LIBRO PE AN ATOLE FRANCE
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Cuando vi anunciarse la «aparición de un libro <lc Anatole France sentí —tm -vivrr -mt>vtmiefito de curiosidad y-<le impaciencia: corrí a comprarlo. Fn otra ocasión, para hablar since ramcnte. no hubiese, tenido tanta prisa en adquirir el nuevo libro: l¡a.sta es posible que no lo hubiera com-7 prado. Porque Anatole France es de «sos escritores que. uña vez conocido carecen de sorpresas. Iguales a si mismos, pcríectamente amanerados, todo cuanto dicen después es idéntico a lo que dijeron antes. Frente a esta clase de escritores, en fin. se siente una pena: ¡por qué este hombre no escribió un solo, un único libro—!
Pero nn escritor, en Francia, no puede escribir ahora un libro sin referirse expresamente a la guerra. Que Anatole France realice mariposees eruditos e irónicos alrededor de las costumbres de la .remota’"‘"Alejandría, .carece tal vez de importancia: pero que ítn1 literato de tanta responsabilidad afronte el asunto de la guerra, ved una positiva tentación. He comprado el libro, y, pronto se me cae de las manos. ¡Es incorregible, en efecto, el glorioso Anatole France!
La llama de la guerra carece de aptitud para ablandar y conmover el marfil
Pero eri medio^ de esta decepción flota un consuelo: al adquirir el libro he realizado una buena obra¿ y és suficiente. El libro se vende con un iin benéfico: el producto de la edición sirve para engrosar el fondo destinado a los heridos de la guerra. A continuación, y en forma de serie co’eccionable. irán otros libros de Gourmont barres. D'Annunzio y Charles Maurras. ¡Ojalá estos otros escritores tengan algo nuevo que decir!
¿Es comprensible que la guerra más grande ia guerra trascendental, llame con sus voces terribles al corazón de un literato francés, y el corazón sólo responda con débiles e inútiles latidos? Doloroso es comprobar cuánto hay de falso y <lc egoísta en el fondo de la literatura, o cuando menos de cierta literatura. Así se ve que una inteligencia que se llama fina es factible de emocionarse por el gesto estatuario de. un luchador antiguo, y en cambio, permanezca sorda ante la infinidad de gestos subli-
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mes “qué^cruzan a su rededor. Es gro-tesco admirar, casi con lágrimas de entusiasmo, un episodio cualquiera relatado en versos Tóñóros por*uñ—áf- “ lista frió delante de esa epopeya abrumadora en que participan tod^s tas fuerzas, todos los heroísmos, todos los maravillosos inventos del hombre. ¿No es frecuente oír decir que esta guerra es fe»? Digamos que es cruel y espantosa: ¡pero fea------!
El «>hcia¡ que ha lanzado su aeroplano entre las Rentas <!el c-^ndKite uc-rvo. el piloto que ha-• asestado >u pre y#'< tii desde el sub r.iarii* > contra <■! cíclope de acero esos hombres de audacia, de imaginación y de locura han vivido, seguramente, minutos mucho más grandiosos que todos los que cuentan -los libros.
El nuevo libro de Anatóle France se titula “Sttf la voie glorieuse/* Cons ta de 80 páginas apenas y está compuesto con algunos artículos y cartas que antes vieron la luz en periódicos o revistas.
En estas páginas. Anatole France repite su tono conocido. No falta la nota sentimental a propósito de la “pequeña ciüdad francesa.”’ Nó falta