DE LA RELIGION. 317 cia del Kuei-tcheu. Hábito en la casa.dftlygnerable mártir Joaquin-Ho-Kai-tchi, que es el punto de reunion de los Cristianos de esta ciudad. En toda esta misión no háy mas que míl'doscientos neófitos esparcidos acá y acullá por cristiandades compuestas de cuarentaj ciento ó doscientas almas cada una. Dicen que el húmero de fieles llegó á ser mucho mas considerable, y es de creer que fuese así, puesto que Kaei-ting, que se halla á dos jornadas de aquí y hace veinte años que tenia una floreéjenjq cristiandad, no cuenta eñ el dia mas que una devota familia compuesta; (^jjrece personas. Kuei-Jang-Fu, donde me hallo, que poseiá cerca de cna#s.cristianos, no tiene en el dia mas que unos doscientos, y lo mismo sucede á-j^ica diferencia con respecto á las demas estaciones. Acaso me preguntarán vdes. por qué motivó'esta misión en vez de progresar ha disminuido tan considerablé-mente. Tres causas son las que contribuyeran á su decadencia; esto es, la persecución, la pobreza de los habitantes y la falta de misioneros europeos.. La diversidad de carácter y origen que se nota entre los habitantes de esta provincia, es la causa porque los recelosos mandarines se han mostrado mas implacables que en ninguna otra parte. Prescindiendo de las persecuciones antiguas, los ancianos con quienes he hablado, se acuerdan de cinco principalmente, durante las cuales, ademas de los tres mártires Pédró Ou, Pedro Lieu-uen-len, y Joaquiri‘Hó--Kái-tchi, á quienes Gregorio XVI declaró venerables, ,, otros.muchos,neófitos tuvieron la.dicha de dar su vida por la fé. Muchos confesores murieron en las cárceles, y mas de .cien cristianos de este solo pueblo, así hombres como mugeres, fueron desterrados por el nombre de Jesucristo. Se cree que unos treinta ó cuarenta de ellos viven todavía. La severidad de los mandarines no es la causa única de tantas víctimas, las cuales superan en número á los mártires de otras provincias, si se atiende lo poco poblada que se halla esta misión, sino que á ello ha contribuido mucho la firmeza de su fé y la energía de su carácter. Añádese á esto, que para evitar la persecución, muchos cristianos se retiraron en parages ocultos, donde privados de los socorros de la Religion, han perdido la fé, y que muchos paganos viendo la violencia con que se trataba á lós neófitos, están poco dispuestos á abrazar el Evangelio. La pobrera de .los habitantes no ha contribuido menos á detener los progresos de la misión. En ninguna parte he visto tantos mendigos como aquí: las calles están llenas, y concretándome solamente á los cristianos, debo decir que de los doscientos, que residen en Kuei-Jang-Fu, cincuenta son mendigos vergonzantes, y los restantes se mueren de hambre por no atreverse á pedir limosna. Recientemente habiendo yo reparado que cuatro mugeres que estaban anotadas en mi catálogo, nó asistían nunca á la iglesia, supe que era porque no tenían vestido con que salir á la calle. He estado en todas casas de los católicos, y escepto tres ó cuatro, no hay ninguna que sea mas grande que ja celda de un religioso. Bien es verdad que los muebles ocupan poco "lugar; pero ello es que estas habitaciones no teniendo mas que seis pasos de largo y otros tantos-,de ancho, sirven de dormitorio, cocina, comedor, y hasta de tienda á familias que constan de cuatro, seis;,y á veces ocho personas. Si tal es la morada de un habitante de la biudad; ¿qué será la de un pobre , labrador? Envié un espreso á varios puntos para advertir á los fieles que están diseminados, que iria yo á confesarles y decirles lajmisa. ¡Pobre gente! al instante me enviaron una comisión para decirme que no tenían cabaña