EN ARIVECHI... • p i s- ,v P -Ki .yT ■ !Í g*1 x kl?! r.t t ne nublados los ojos. No es para menos. Pueblo de Arivechi: —"Aquí está mi raíz, motivo de orgullo que aquí proclamo0. Y luego, el profundo, sen tido mensaje pleno de sentimiento, desbordante de humanismo: —"Lo que vi y viví en estos parajes fue estrechez material; pero nunca espiri tual. Todos los días abrí los ojos y el corazón al testimonio de una lucha constar e contra la adversidad. M formé en el ejemplo de la responsabilidad y de !a solidaridad". Bellas palabras.1 Sentidas frases. No hay retórica hueca. Salen del alma, del corazón mismo, con profundidad, con reciedumbre. Son frases macizas de un predicador que habla con la verdad y con el sentimiento. I Y después: —"En estas tierras despuntaron mis principios y se formó mi conciencia. Aprendí lo elemental para vivir bien y ayudar a que los demás vivan bien: confianza en el destino superior del hombre, perseverancia y disciplina en el esfuerzo y apoyo invariable a todos los que necesitan de una mano amiga". Y luego la lección definitivo, ante'que las lágrimas empañen las miradas y el corazón se comprima. El sol ardiente, tremendo, no logra romper el fervoroso entusiasmo de escuchar: —"He entendido que en política todas estas lecciones deben aprenderse, pero ahora sé que estas lecciones se aprenden mejor cuando se ha vivido inmerso en la entraña popular". Y ésto último desgrana el sentimiento, revive vie- jos y escondidos entusiasmos. Estamos ante un hombre nuevo, más humano que político, más dirigente y más maestro quo aquellos políticos de retórica hueca, de fina hipocresía que un día hollaron estas tierras. EL ENCUENTRO SIENTO QUE LA FATIGA no me invita al sueño. Este día ha sido, pictórico en emociones. Veo la silueta del alcalde de Arivechi, su sombrero atejanado, que pasa a un ritmo anormal por entre el gentío. La gente se resiste a dormir la siesta obligatoria. Yo me retiro, el cuerpo impregnado de fino polvo del camino, a vivir y acomodarme en el hotel del pueblo. "El Camino Real", le pusieron festivamente los chicos de la prensa. No puedo dormitar. Me aseo y veo que todos están reunidos allí. Nadie quiere reconocerlo, pero todos están impactados. Arivechi bulle, piensa, se sale del cauce. Pregunto por el candidato y Rolando Paredes me dice su paradero: "acabo de conversar con él, está entre amigos". El pueblo está de fiesta, fiesta dulce, sencilla, humana. Fiesta de la Sierra con el corazón por delante. Samuel ha regresado. Es de noche en el pueblo. La calma y el silencio se sienten más en la sierra. Como que hay algo de místico en estos contornos hollados sólo por los misioneros. Pero el pueblo bulle ahora. En la Plaza el frescor invita a charlar de los temas del día: desbordamientos humanos, sentimientos sin cárceles, un algo así como de dulce melancolía. Allá la sierra, y aquí, en la llanura, la existencia como que detiene su marcha para andar viejos caminos. En lo escuela Técnica Agropecuaria hay graduación con la asistencia^ del candidato. Jóvenes y señoritas recibirán el primer fruto de sus esfuerzos. Los tiempos han cambiado. Los muchachos radiantes, las jo ve.icitas hermosas, los maestros eufóricos lanzando su mensaje revolucionario al horizonte. Y allí el hijo de Arivechi aue se levanta, junto con Albita, así sencillamente, sin alharacas y después de repartir los diplomas, para cantar el Himno al pueblo, el himno o Arivechi. Así tan sencillo. La gente se emociona. Ya los jóvenes, los muchachos cultivados y orgullo del pueblo habían lanzado o la sierra antes solitaria su mensaje estupendo y revelador del progresista Himno Agrá rista. ¡Qué mensaje! Que tarea tan sencilla de adivinar. "Arivechi —me dijo poco después el Profr. Manuel Esparzo— es un pueblo liberal. Sahuaripa, en cambio, es conservador". Están juntos, son vecinos, pero sólo Arivechi lanza el mensaie Juaristo en medio del entusiasmo frenético de esa no- che". Subimos la larca cuesta de nuevo hacia el pueblo. Iremos, dentro de poco a una boda. Habrá fiesta en la comunidad. Risas y canciones, bebida V alimento serán los marcos adecuados. Como en la Biblia. Pero nadie lanza un arito discordante. Nadie esté borracho a no ser que sea de emoción. Nadie insulta. Nadie reorocha. Todos prosiguen, la sonrisa a flor de labio, su camino hacia el futuro. La plaza está iluminado, pero allá están las callejas aún sin alumbrado. Diviso así a un pequeño grupo junto al Palacio Municipal, frente a la Plaza. Samuel se me ha perdido de vista. Me dirijo allí y lo encuentro de nuevo. Me veo en aquella silueta anuncio de grandes acontecimientos, rodeado de la gente de tu pueblo, de sus amigos, de niños, de mujeres, de hombres recios. Nadie habla fuerte, todos susurran más bien como queriendo respetar el silencio de la noche. Samuel no habla. Se encuen tra en éxtasis. Así lo siento. Lo miro. Es el mismo, pero las formas, las circunstancias, lo que ha visto en Sonora, lo han m ufado positivamente. Es un yoga espiritual, un místico, un predicador. Así lo veo esa noche. Así adivino su tarea. Tiene, al lado, una botella con refresco. Albita se encuentra en el templo, con las mujeres del lugar. La plática es familiar. E$ el momento —digo yo—, el momento definitivo, crucial, en la aleccionadora vida de este hombre aún incomprendido para quien el destino tiene escritas ya, grandes toreas. Así en ese ensimismamiento espiritual, en ese instante mesiánico, de quien se entiende tan sólo con el espíritu, prendo lo grabadora e inicio esta conversación que puede ser histórica, que no representa fechos, ni cifras, sino que se refleja en el fondo sentimental, humano, sentitivo, de quien gobernará a Sonora. LA ENTREVISTA: SAMUEL: este día fue muy emotivo. Todos los que andamos en tu comitiva sen timos profundamente la emoción que generó este día. Nosotros no pudimos estar en Santo Tomás, lunar donde se conocieron tu padres y en donde tu señora madre fue maestra. Y no nos detuvimos allí, pora'*e el camión en el que veníamos sufrió desperfectos ‘ y decidimos proseguir la marcha hasta Arivechi. Pero alguien me platicó lo emotivo de dicho recibimiento. Qué fue realmente lo que más te imj>actó allí? —"Es que Sonto Tomás es una pequeña comunidad y la recepción fue calurosa y cariñosa. Allí pnra las gentes que me recibieron y en particular para mí tuvo un sianificado muy esoecial poraue muchos de los aue allí se encontraban conocieron a mi madre, ahí, de maestra. Mi peinó iba a visitarla a Santo Tomás. Tiem do dcsoués, cuando mis padre se casaron, y yo tuve uso de razón, siempre que posábamos cor el lugar, mi madre me recordaba: "Mira hiior aquí, en esta escuela trahaié yo como maestro". Y yo sentía alao muv fuerte ce apretaba mi esoíritu de niño. Santo Tomás pues, Jesús, sianifica un recuerdo entrañable. Aunado o esfr, el calor con el que me recibieron hoy las aentes de este lugar, pues logró que mi espíritu se estrujara y que recordara yo aquellos momentos que tanto viví y presencié desde niño y que formó parte de lo retoma de las más profundas raíces y de aquellos caminos que se fueron, ñero que enriquecieron mi vida". Por allá a lo leios se escuchan los acordes de una oravesta a-e lanza a los aires tranquilos sus notas más alegres. Pero nadie hace caso de eso. Ante el grupo compacto ya, oscura la esquina en donde se desenvuelve la charla, la gente se empieza a arremolinar alrededor de Samuel. La voz del candidato no cambia de tesitura. Se vuelve un susurro sólo audible gracias al gran silencio de la noche. La grabadora sigue prendida: BUENO. HOY FUE UN DIA DE GRANDES EMOCIONES INDISCUTIBLEMENTE. SOBRE TODO DE RECUERDOS, DE PASAJES VIVIDOS EN TU INFANCIA. ¿OUE SENTISTE CUANDO LLEGASTE AQUI A ARIVECHI? —"Yo dejé para el último día de mi campaña a Arivechi. Dicha decisión se debió a razones emocionales y sentimentales y además porque quise al final de la campaña recordar todas aquellas vivencias de mi niñez. Yo considero, estoy convencido y así lo siento que fueron las que conformaron mi manera de ser y que fueron las raíces mismas de mi carácter, de mi formación, de la estructura de mi conciencia, de la estructura moral y espiritual y entonces, al venir aquí, quise vivir esas épocas pasadas". —Hoy en la tarde, en mi carácter de observador, vi lágrimas en los ojos de algunas personas, inclusive sentí y palpé queja emoción te frenaba en ciertos moJ mentos tus impulsos. Esto claro, es una emoción muy natural, muy humana, que cualquier gente sensitiva como el candidato del PRI al que conocemos debe sentirla en lo más íntimo. Desde luego, es una gestación de un sentimiento muy profundo, de una gran afini-