6 El Mensajero Bautista ebrios comatosos, transmitan a las generaciones venideras las estúpi-das remembranzas • de escandalosas orgías! * Este vicio asqueroso ha causado grandes males a la humanidad; muertes. miseria, lágrimas, orfandad y pasmoso atraso moral. Todos los gobiernos del mundo deberían concertarse para combatirlo, y combatirlo sin misericordia o miramientos. Se procuraba, no hace mucho, poner coto a las guerras por medio de un foro pacifista universal, y creo que ai concebir idea tan saludable se hacia teniendo en cuenta, entre otras muchas cosas, la implacable destrucción que traen estas, tanto en las cosas como en las personas. Ha sido esta una tarea benéfica aunque irrealizable todavía. Pero al querer el hombre librarse de las guerras, lo hace teniendo en cuenta muchas ventajas que disfrutaría sin éstas y hondamente impresionado por un espectáculo de destrucción colectiva, aunque periódica. Somos inclinados naturalmente a impresionarnos más -con las cosas grandes que con las pequeñas: aunque, como alguien ha dicho, el poder de las cosas pequeñas es terriblemente irresistible. Vemos a dos ejércitos en el campo de batalla, enardecidos con el fragor de la lucha y entusiasmados con la perspectiva de ver pronto al enemigo volver la espalda, dejando tras sí el campo regado de muertos y, de heridos que revolcándose en la sangre caliente aún, luchan con la desesperación de la agonía por librarse de una muerte casi segura y apartamos los ojos con horror y decimos: i La guerra no debe existir en el mundo? Mas si llegáramos a ver a los borrachos de todo el mundo, cada día y en un lugar determniado, todos, todos juntos, con sus infidencias, repugnancias y crímenes, es ca si seguro que nos alarmaríamos gran demente, y los más poderosos anteojos nos serían inútiles para presenciar todo el espectáculo. Tal vez entonces los gobiernos de la tierra, así como los gobernados, pondrían el grito en el cielo y sacudirían esa culpable apatía con que hoy ven un vicio tan repulsivo y altamente pernicioso. Las Sagradas Escrituras hablan con tal acopio de verdad respecto de este virio, que no cabe la menor duda en lo que se refiere a sus terribles consecuencias. “¿Para quién será el ay? ¿para quién el ay? ¿para quien las rencillas? ¿para quién las quejas? ¿para quién las heridas de balde? ¿para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mixtura. No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en vaso: éntrase suavemente; más al fin como serpiente morderá, y como basilisco dará dolor" Prov. 23: 29-32. Y este otro verso: "El vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora: y cualquiera que por ello erra re, no será sabio. - , , Nuestras relaciones con las otras denominaciones evangélicas deben ser relaciones de amor y de fraternidad cristiana. Debemos cooperar con ellos en toda buzna obra en el campo «ancho de la práctica de los principios cristianos. Pero debemos tener mucho cuidado de no admitir ni por un momento comunión eclesiástica con ellos. Esto será negar los principios esenciales por los cuales existimos como una denominación separada. Si vamos a ser tan liberales como mu hes de los bautistas de Inglaterra,romo el Sr. Shakespeare, Clifford, y otros, entonces debemos disolver nuestras iglesias y repartirnos entre las demás denominaciones. Es un crimen el pretender ser bautista y no luchar por los principios esenciales de ellas, considerando que estos principios se basan en las enseñanzas más importantes del Nuevo Tes tamento.