112 REVISTA EVANGELICA Febrero Conquistas Pacíficas ---(o)--- Por Don Fed.pri.co Gamboa. ---(o)--- AL propósito de contrarrestar la saturación espiritual en que nos tienen sumidos las truculentas, diarias y no siempre verídicas noticias acerca de la guerra de España en llamas, no huelga el que por unos instantes siquiera. evoquemos empresas en las que sin efusión de sangre, ni fraternal ni enemiga, se afianzaron victorias imperecederas cuyos beneficiosos resultados se palpan todavía. Pocos serán los que recuerdan las sendas proezas consumadas por dos verdaderos héroes, hace poco más de medio siglo: los sonados descubrimientos que en el corazón de Africa llevó a término el doctor escocés David Livingstone, y la búsqueda también sonadísima que para encontrar a aquel solitario, del que nada había vuelto a saberse en Europa, realizó el periodista galés Henry Stanley por cuenta y orden de “The New York Herald”, a la sazón el periódico máximo en importancia del Continente americano, fundado y dirigido por Gordon Bennett, un hombre hábil y emprendedor si los hay. Recientemente, M. Pierre Dave ha resucitado en páginas muy elocuentes entrambas odiseas, las que de todo a todo contrastan con lo que estamos presenciando y con lo que para muy pronto nos vaticinan los zahoris y especialistas en achaques de política. De rancia y modesta familia descendia Livingstone, nacido el año de 1813 en las “Highlands". Hilandero y estudiante a un tiempo, concienzudamente se instruyó en teología, cirugía y medicina, sin desatender el oficio manual que le aseguraba el alimento; y joven aun, por poco no la emprende hasta China con el doble carácter de médico y misionero. Se lo estorbó la guerra contra el opio que por entonces se libraba en país tan remoto, y hubo de cambiar de proyectos. No bien dió cima a sus estudios teológicos a los 27 años, corría el de 1840, como predicador titular de la Sociedad Evangélica de Londres se partió hacia el Cabo de Buena Esperanza, adonde arribó después de tres meses de travesía. De ahí tiró a la Bahía da Algoa, siguiendo al año siguiente—en que venia al mundo Henry Stanley en un pueblecillo del País de Gales—al interior del Continente Negro; y por espacio de algo más de tres lustros, “ejerciendo la medicina y predicando la fe cristiana”, según él mismo lo cuenta en su libro “Exploraciones por el interior del Africa austral", se consumó su primera lomado de “La Luz,” de México. ^gtien «ueg ®^ng. I A áfflrem «sacie ■ca, a ■en ci ■entre ■ resto ■ cosa ■ ment ■ alean ■ que t ■ tes d ■ hubo ■ por la ■ do ex] ■ ba, p; ■ misiór ■comen ■en ba ■vivient ■desinte ■izada ■evange ■quiene; ■ quiei ■ina ve ■ado él fcventui frújos, q pareó p ■vía a jocasiont brocurá prestó < otros ek miento i