TIEMPO DE B. C., Y SONORA — PAGINA 12 ¡CAYERON * 5o. Libro del Sonorense CARLOS MONCADA * La Crónica de los 67 Gobernadores que han Caído en Todo el País, de 1929 a la Fecha Doce o quince cuadros, reoroducciones de obras famosas —distinguió— a Monet, Millet, Modigliani, Van Gogh, Chirico—; diplomas; el busto de Nefertiti, réplica imoecable; una colección de elefantes, un número incalculable de libros —6 mil o más— y de discos —¿700, 800?—, y montañas de periódicos, recortes, láoices, es lo que abar • s:, co en el onmer examen del estudio. iAh!, y dos armas: úna espada foriada en Oaxaca y un machete guatemalteco con una hermosa funda cuelgan en la pared. —Pregunta, mientras cu-roseas —dice Carlos Moneada, urgido quizá por el ñoco tiempo que le dejan sus varias acuñaciones: asesor de Relaciones Públicas en el ‘ Departamento del Distrito Federal, editorialis-fa de "Novedades", articulista de "La Prensa", colaborador de periódicos de Sonora, Chionas y otros Estados v lector empedernido. Entrevisto de Federico Osorio Altuzar NOTA DE LA REDACCION.—Federico Osorio Altuzar, licenciado en filosofía, profesor universitario y colaborador de “Novedades”, entrevisto al escritor sonorense Carlos Moneada, colaborador de TIEMPO, en torno al libro de este, “CÁYERON”, que en unos dias mas sale a la luz. £ — Yo se ae que trata tu libro próximo a salir, oero repítemelo cara los lectores de Sonora. —Temo que ellos lo saben también. Y desde hace mucho tiempo. Se trata de una crónica de los gobernadores que fueron destituidos y obligados a pedir licencia o a renunciar, de 1929 a 1979. —¿Gobernadores de Sonora? —No, no. Gobernadores de todo el país. En Sonora sólo han caído tres gobernadores en esos 50 años. Y el total de los *que hablo el libro son 67. —¿Quién fue el presidente-que tumbó más gobernadores? ¿Echeverría? —Suele endiosarse o Cárdenas en todos los aspectos. Pero fue él, Cárdenas, el gran guillotinados —¿Hablas de la causa de cada caída? ¿Qué aportación logras en este terreno? ¿Llegas hasta la verdad? —Podría ponerme filó-sófico, para estar a tu altura, y replicarte con otra pregunta: ¿qué es la verdad? El libro no tiene pretensiones adivinatorias. Ex plicó las circunstancias en que se dio el derrocamiento de cada gobernador y sacó a veces conclusiones personales; pero los causas auténticas sólo podría explicarlas el presidente que cada vez ordenó ejecutar a cada gobernador. EL PRESIDENTE, VERDUGO DE LOS GOBERNADORES —¿Cómo el presidente? No me negarás que algunas veces los gobernadores caen porque los movimientos populares en contra resultan incontenibles. —El presidente es el verdugo. Un Estado puede arder y si al titular del Poder Ejecutivo no le viene en gana cambiarlo, allí sigue. Pero a veces le ha caído gordo uno y eso ha bastado para tumbarlo. Lo hace la Cámara de Senadores y, hasta hace poco, también la Comisión Permanente del Congreso, es cierto, pero nunca por iniciativa propia. Precisamente la- tesis central de mi libro se encamina a pedir que se respete la soberanía de cada entidad federativa. Es un relato interesante de la conducta humana en los problemas políticos, pero no solamente un relato. —Bueno, bueno. Me has disparado la respuesta de un tirón, cosa extraña en un hombre generalmente calmado, y eso no me conviene. No traigo grabadora y soy lento pora tomar apuntes. \ —Desde ese punto de vista, ¿cuál ha sido el presidente que más respeto ha tenido a la soberanía de los estados? —Gustavo Díaz Ordaz. En su régimen sólo cayó un gobernador: Dupré Ceniceros, de Durango. Y el presidente actual también: ha caído uno: Zárate Aquino, de Oaxaca, en los principios del régimen, pero éste fue el desenlace de un problema que venía., desde tiempos de Echeverría. LAS FUENTES DE INVESTIGACION —¿A qué fuentes acudiste para allegarte información? —En primer lugar, a los periódicos. Allí la información está siempre fresca. —Pero ¿no cometen errores los periódicos, a menudo, por la prisa con que se hacen? —Sí, pero los corrigen al día siguiente. Yo tenía ese prejuicio quizá porque he trabajado y escrito tanto para periódicos. Pero encontré en ellos más fidelidad que en muchas historias que pasan por respetables. Mira: la Enciclopedia de México, de aparición más o menos reciente, que dirige José Rogelio Alvarez, un hombre muy capaz y muy fino al que acabo de conocer, incurre en fallas. La famosa Historia Gráfica de la Revolución, de los Casaso-la, también; hablan, por ejemplo, de la caída de un gobernador de Querétaro, el general Saturnino Osor-nio, pero no cayó. Aguantó