ebrero REVISTA EVANGELICA 111 El An Terrible de Voltaire DOGAS escenas de muerte pueden 1 compararse en lo horroroso con aquella del notable ateo francés que a pesar de poseer una de las mentalidades más brillantes que jamás haya producido la Francia, usó de los talentos concedidos por Dios, para insultar, por medio de sus discursos y su pluma, a su Creador. Si los tormentos de los condenados, probando indubitablemente la existencia de un infierno fueran visibles para un alma perdida; aún antes de entrar por los portales de la Muerte; lo fué, sin duda alguna para Voltaire, en su solemnemente triste pero terrible fin. Para él, cualquier argumento proveniente de las fuentes prof éticas era de poco valor, y cuando se le preguntaba dónde habia hallado cierto "hecho” sorprendente con que adornara una de sus historias, contestaba: “Es un capricho de mi imaginación." Voltaire fué el hombre cuyo lema era: "¡Aplastad al miserable!” El hombre que después de encabezar durante sesenta años las huestes de escépticos y burladores, como el más atrevido de los blasfemos, apeló en su hora postrera al mismo Cristo de sus blasfemias; terminando su existencia en una agonia y remordimiento tan terrible que el Cardenal Richelieu huyó del lecho, confesando que no podia presenciar tan horrorosa escena. Y. M. Tronchin afirmó que "las furias de Orestes podrían dar tan sólo una débil idea de las torturas de Voltaire.” Este hombre que dijo a su médico: “Doctor, te daré la mitad de mi fortuna si me dieras seis meses más de vida,” y cuando aquél respondió: “Señor, no tienes más que seis semanas,” gritó desesperado: “Entonces iré al infierno, y tú vendrás conmigo,” expirando poco después* Tal hombre no puede agregar mucho valor a sus propias objeciones.