Leeeióa III. HERALDOS DEL REY Octebre 16 de 1632. Bosquejo de la Lección f A. LECCION que hoy vamos a estudiar, queridos niños, está tomada de tres diferentes pasajes. Dos del Antiguo Testamento y uno del Nuevo. Estudiémoslos con cuidado y procuremos, según sus enseñanzas, honrar a Dios en nuestros hogares. 1. Abraham, un padre fiel. Abraham fué “el amigo de Dios,” porque era fiel y obediente a su Señor. Dios lo escogió para que fuera el padre de un pueblo escogido que lo amara y sir-viera solamente a El, porque Abraham, como padre de este pueblo, mandaría a sus hijos y a su casa después de sí que guardaran los caminos del Señor. Abraham gozó de la intimidad con Dios, quien le reveló sus propósitos. ¿Te gustaría ser amigo de Dios? Imita a Abraham, el padre fiel de la nación judía. 2. Lo que Dios manda a los niños. El principal mandamiento de la ley de Dios, amados míos, es éste: “Amarás a Jehová tn Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma y con todo tu poder.” Este mandamiento debe ser atesorado en nuestro corazón, repetido en todas partes, en la casa, en la escuela, en el camino, al acostarse y al levantarse. Los niños que dicen amar a Dios con todo su corazón, y no hablan a sus amiguitos de él y sus bondades, son muy egoístas y no están cumpliendo con los mandamientos de Dios. Recordad, amados míos, a toda hora y en todas las circunstancias de la vida que él es vuestro Dios que os ama y quiere a la vez que lo améis con todo vuestro corazoncito. 3. Jesús bendice a los niños. El Señor estaba enseñando. Muchos habían venido a hacerle preguntas difíciles que había contestado con tino. Muchas madres habían venido trayendo sus niñitos para que los bendijera. Los discípulos deseosos de continuar platicando con el Señor sobre los asuntos que le habían preguntado, dijeron a las madres, procurando retirar a los pe-queñuelos: —¿Por qué molestan al Señor? Mas Jesús notándolo, Ies dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis porque de ellos es el reino de los cielos” y los bendecía. Jesús ama a los niños y desea que desde pequeños le sirvan* ¿Amas a Cristo, amado lectorcito? Procura que toda tu vida hable de ese amor.