120 REVISTA EVANGELICA Febrero Las Escuelas Dominicales y el Mundo Actual ----- (OI ---- i Fragmento de! Discurso Inaugural del Presidente de la Gran Convención Mundial de Escuelas Dominicales, Sir Harold Mackintosh i. USTE día presencia la inaugura-•*-' ción de la que es quizá la semana de mayor importancia en la historia del Movimiento de Escuelas Dominicales, porque aunque ha habido once Convenciones Mundiales anteriores a ésta, la de hoy es la más representativa de todas, porque prácticamente todos los países de la tierra se hallan representados en medio de nosotros esta noche. Creyendo, como creemos, que la esperanza del mundo, la única esperanza del mundo, se halla en Cristo, nuestro propósito es ganar a los niños de todas las naciones para El. No hay tarea más digna y más vital en la actualidad que la de ganar a los niños y a los jóvenes del mundo para la vida cristiana. Y no solamente es vital e importante, sino urgente en extremo, porque últimamente el mundo se ha equivocado totalmente en su sentido de los valores. Ha estado poniendo cada vez más su esperanza en el progreso cientifico y material, sólo para descubrir que sin una base espiritual esas cosas no son progreso sino un verdadero retroceso. El trabajo silencioso del maestro de la Escuela Dominical es más poderoso para el bienestar de la sociedad que cualquiera otra tarea que pueda emprenderse. Las Escuelas Dominicales han hecho mucho en el pasado y pueden, ciertamente deben, hacer mucho más en el futuro. Yo creo que la influencia de un hombre bueno o de una mujer piadosa al enseñar a unos cuantos niños, es una influencia en este mundo y en el mundo venidero que nadie puede calcular; puede traer bendiciones para el individuo, puede llevar consolación a la familia —porque la bendición que el niño recibe en la Escuela Dominical la lleva a casa a los suyos,—puede, en fin, dulcificar la vida entera de una nación . El propósito final de la Escuela Dominical debe ser siempre guiar a los niños a que se hagan miembros plenos de la Iglesia. Ojalá pudiésemos tener éxito en esta tarea con todos los niños que están bajo nuestro cuidado. Pero cualquiera que sea la medida de éxito logrado en este sentido, debemos sentirnos siempre animados por el pensamiento de que la influencia de la enseñanza de la Escuela Dominica) no puede perderse jamás por completo; el mundo entero y no solamente las Iglesias seria infinitamente Copiado de "El Correo de Educación Cristiana,” México.