DE LA RELIGION. 371 La pi oposición de Robespierreifué recibida.por.la convención con servites aplausos: Cputhon cóñ un.eritusiasmo afectado pidió, no solo que el discurso fuese publicado ^a forma ordinaria, sino que fuese traducido en todas las lenguas y derraiuíulo por el' mundo entero. . ' ‘ La dirección de esta comedia pagana-destinada¿á sustituir, todas las señales esterio res de una piedad razonable, se tíopíió al genio del pintor David, y si la aüdacia de la blasfemia _pp hubiera boirado de la memoria el ridículo, podia ponerse en paralelo yon una mogiganga.... Se hizo, un censo general de los habitantes de Paris, que se dividieron en cuadrillas de mugeres ancianas y niñas, : de Viejos y jóvenes que llevaban ramos de encina y espadas desnu- -i' das, así como los emblemas propios de su edad. Los representantes del pueblo iban delante llevando en la manó.espigas de trigo, especería y frutos, en tanto que Robespierre, presidente suyo, revestido de una especie de manto de púrpura, iba solo. delante haciendo el papel de soberano pontífice... ..(Aquí siguen otras ceremonias.) ■ . Toda esta mogiganga se consideraba él acto de arrepentimiento de un gran pueblo que vuelve otra vez los ojos á dá ^Divinidad, cuyo culto había abandonado y negado su ecsisteñcia. Apelo, no al verdadero cristiano, sino á todo filósofo que tenga ideás acerca de la naturaleza de la Divinidad, y á todo el que esté al alcance de la inteligencia mas común: ¿en este reconocimiento al Ser Supremo por Robespierre, no hay mas impiedad que en el ateísmo directo de Hebert? . r “ Liá procesión no produjo efecto alguno notable en el pueblo, ni escitó sentimiento profundo. Los católicos la Vieron con horror, y fué objeto de mqfa para los hombres de todas las creencias y para los indiferentes.”. Hasta aquí Walter Scott. m Spectatum admisi ¿risum teneatis amici?- v Esta farsa pantomímica y sacrilega con que el nuevo pontífice Robespierre pYeten dio rehabilitar á la nación francesá en la creencia singular y esclusiya del primero de los dogmas que tan escandalosamente había abjurado, parece que en los-'designios p.encnisi-vos del Eterno, era el último acto de suma impiedad que colmara el vaso de sü indignación omnipotente. De hecho, noa,-ya ihuy . distante la hora fatal de la caida del abominable hipócrita dictador de los desventurados franceses á quienes había gobernado este tira-no de baja estracción, y de alma la mas vil, con cetro del mas es- , puntoso despotismo, y segiin los principios de Nerón y de Caligula,