TIEMPO DE B. C., Y SONORA SEGUNDA SECCION. — PAGINA 3 reacción de fisión- nuclear con uranio, como punto de partida de las centrales nucleoeléctri-\ y de la propulsión atóml-■a. Quien haya- leído la historia del hombre, quien haya tenido la fortuna de viajar por el mundo desarrollado, sin ser un científico eminente o un prodigioso técnico, puede afirmar sin temores,-que el partcagnas en la historia de la humanidad, se dio en aquel maravilloso momento cuando Enrlco Fermí, logró el dos de diciembre de 1912, en- el Estadio Briggs de Chicago, mantener y controlar por primera vez una reacción en cadena. En 1951 se hace la primera reacción de fusión nuclear con hidrógeno pesado, considerándose que a partir de diciembre de 1942 en que se comenzó a montar la primera planta atómlcac del* mundo, nace la era de la energía nuclear. A partir de 1973 y después de las crisis de los años 1970 al 73, en las que* la perspectiva inmediata de una escasez de petróleo, conmocionó a ios países industriales, se propició el desarrollo de otras fuentes alternas de energía, acelerándose* la producción de energía atómica, así como los estudios de nuevos hidrocarburos que pueden obtenerse a partir del carbón. En general se estima que, el papel del* átomo en el balance energético mundial, comenzará a ser i.levante en la década de los ochentas. En 1970 la potencia electronuclear instalada, representaba menos del 1.5% de! conjunto de* la eléctrica, y para 1980 se prepé que la electricidad de origen nuclear podrá ser de un 15 a un 20% de la producción1 eléctrica total. En los años siguientes a 1980 es previsible un desarrollo más rápido de la energía nuclear, el* que irá cubriendo principalmente la generación eléctrica y en algunos aspectos la propulsión, ai reducirse significativamente los recursos petroleros, a partir del año 2000. No ' fue capricho al azar, cuando el señor Presidente de la República José López Portillo, definió como prioridades en el quehacer nacional, los energéticos y los alimentos; pues son ellos precisamente los que constituyen* las prioridades en el mundo actual. México se sitúa en una admirable posición en relación a la crisis mundial de energéticos. Las reservas probables tanto- en tierra como en mar, constituyen la certeza de que nuestro país se enfrentará con éxito a dicha Crisis y saldrá de ella —inexorablemente— convertido en uno de los líderes mundiales. * Hablar del pasado energético de México, es tema más para estudiosos, que para hombres que viven el momento de las necesidades de pía* nlficaclón- y de ejecución de programas mediatos e inmediatos. La realidad sucinta es que actualmente México se mueve 55% gracias al petróleo ’ 1 y sus derivados, y 45% con el agua de sus hidroeléctricas.- El reto está, en reorientar de manera adecuada, el desarrollo absurdo. Invertebrado y descontrolado, a base del petróleo. Y en eso estamos enfrascados quienes pertenecemos- al equipo energético nacional. Por instrucciones del señor Presidente José López Portillo, se elaboró el Plan Nacional de Desarrollo Industrial, y dentro de éste, se* afinó el programa energético y como subsector el eléctrico. Sabemos que hoy, de alguna manera, tenemos trece mil MW instalados de potencia eléctrica, y que* de acuerdo con las tendencias de su crecimiento, necesitaremos instalar para el año 2000, como mínimo 80,000 MW. O sea crear seis Méxicos eléctricos —Iguales* al actual— en 21 años. Y esto señores es en sí el reto del desarrollo y de la estabilidad nacional. De dónde va a sacar México estos ochenta mil*MW? Hasta donde estudios serios nos enseñan, aspiramos a tener 20 mil MW de hidroeiectrlcldad, 10 mil MW de carbón, 5 mil MW de geotermia, 3 mil* MW de trubo gas, 22 mil MW provenientes del petróleo y 20 mU MW de energía nuclear. Estos prospectos que, indudablemente los años* por venir, Irán modificando, en ocasiones biscamente, de acuerdo a disponibilidades y requerimientos, jugarán en todo momento, con petróleo y con el átomo. Es decir, si los estimados no permanecen firmes en: carbón, hidroelectricidad y geotermia, echaremos mano indistintamente del petróleo o de la energía nuclear. Las fuentes anteriores han sido conocidas y dominadas de alguna manera por el hombre, por eso se les conoce como energías convencionales, son totalmente diferentes en su naturaleza, en su manejo y en* su manifestación a la energía nuclear. Hoy México se encuentra, en el noveno año de un proyecto nucleoeiéctrlco que ha sufrido los embates de la inflación, de* la recesión y de la devaluación. Al terminar el presente régimen en 1982, es U Í:!;8 «i¡8¡ ?! taremos finalizando este magno proyecto, unitariamente el más grande a que el gobierno se ha enfrentado hasta la- fecha, con un costo superior a los 23,000 millones de pesos. Este proyecto lo constituyen dos reactores con una potencia de 650 MW cada- uno, que forman la primera etapa de la unidad nucleoeiéctrlca Laguna Verde que se encuentra localizada sobre las costas del Golfo a 70 Km. Norte Puerto de Veracruz. Si aceptamos que la consumación de un proyecto núcleo-eléctrico —de desarrollo normal— exige un mínimo de nueve años, tenemos que ver con profunda intranquilidad que se acerca velozmente el afio 2000. Que tenemos que multiplicar, en un momento dado, quince veces el proyecto Laguna Verde; y esto desde todos los puntos de vista, se presenta, sí no imposible, mucho muy difícil. Si nuestro país conoce razo n a b lemente sus requerimientos y satisfactores energéticos en petróleo, gas, carbón y agua; en materia de uranio podríamos decir que estamos en pañales. Es una verdad generalmente aceptada que, de los dos millones de kilómetros cuadrados continentales que tiene la República, en un millón cien mil, se presentan, de alguna manera, formaciones propiciatorias de uranio. Cuando los dos reactores de Laguha Verde estén trabajan- do normalmente, requerirán cada año del orden de 230 toneladas de uranio. Es decir, si hoy toda la electricidad del país se produjese con energía nuclear, requeriríamos 2,800 toneladas de óxido de uranio. AI primero de diciembre de 1976, México tenía 6700 toneladas positivas de óxidos de uranio. Actualmente tiene — 10,000 toneladas, más que suficientes para garantizar la vida de los reactores, que es de treinta años. Cuatro grandes propósitos configuran el reto de Uranio • Mexicano para 1982. Formar los cuadros nucleares nacionales para el medio y largo futuro, prospectar un mínimo del 30% del territorio poten-clalmente uranífero del país, sextuplicar las reservas positivas heredadas el primero de diciembre de 1976, y producir pura 1982, las primeras 250 toneladas de uranio elaboradas por mexicanos, y de ahí en adelante incrementar esta producción anualmente. Ef gobierno del Presidente López Portillo anhela caracterizarse por una política nuclear que defienda los principios pacíficos y de moral social; piensa que la energía nuclear podrá traer al hombre bienestar, seguridad, autenticidad vital. La atención que se dedique a la energía nuclear y el empleo que se le dé, van a ser, no sólo las razones básicas, sino los móviles centrales de la estrategia política a nivel internacional. Precisamente por ello, hay que deslindar dos conceptos que manejamos, a veces, Indistintamente: Los medios y los fines. Todo lo que cabe en el espacio de nuestro planeta, se supone que son medios y que se destinan a la realización del fin por excelencia, que es el hombre. Este no es una Isla, sino un ente social, por eso, los medios de que dispone el mundo, cualitativa y cuantitativamente, deben estar al servicio del hombre y de los altos valores de la cultura. De esta manera no pecaremos de hiperbólicos, ol nos aferramos a la idea de que el futuro de la historia universal depende, concretamente, del desarrollo de la energía nuclear y del uso, pacífico o bélico, que hagamos de ella. La energía nuclear irrumpió en el planeta en forma dramática, infrahumana. Esto no debe repetirse. No debe repetirse, cuando la industria, la medicina, la agricultura, la biología y tantos otros campos del quehacer humano, están en espera de que la palabra átomo pierda su maleficio, causa de terror y de angustia, y se transforme en estimulo de la creatividad y en bálsamo de las necesidades y carencias que crucifican nuestras geografías.