TIJUANA, B. CFA.. SABADO 18 DE JULIO DE 1931. LA FRONTERA PAGINA TRES "'i || Q)©emSB5¿Ns'®g(Ó)^ LA FRONTERA S CA£T^™A Que Hace la Camara de Comercio? [LaBa*«R»i«y Por el Cunde GK1S ----------- I Gualda sí Echamos pic u liurru, entramos al antiquísimo templo du bun Pdero Uluver, en donde un buen monje de •undaha, empezu su relato ilustrativo, en lu forma siguiente: “Este e> El comercio organizado de esta ciudad, se hace representar desde hace algunos años por la Respetable asocia- entre las promesas de BUENA ADMINISTRACION que ofrecían los señores candidatos. Hecha la votación el triun PRIM Y LA GUERRA DE AFRICA Acabo de leer en revista reciente española, un relato de la campaña el templo de San Pedro Claver, santo varón que nació en Verdu, Cataluña, España, en junio del año de 158U. Llamado por Dios, entró en 1a Compañía de Jesús en agosto de 1602, haciendo sus estudios de filosofía en Mallorca.... Arribó a Cartagena de las Indias en 1610, recibiendo las ordenes sacerdotales, en esta ciudad. Su solicitud y cariño paternal, bendecida por innumerables prodigios celestiales, convirtió más de trescientos mil esclavos, perseverando en su difícil apostolado... Víctima de la pesto que desolaba las Antillas, Pedro do Claver, esclavo de los esclavos, murió en el año de 1654. Fue beatificado por el Papa Pío IX en 185V, siendo canohizado por el Papa León XIII, después de exclamar que lu vida de este santo era la que más le había asombrado. El santo fue' sepultado primeramente en lu capilla de Cristo, en donde permaneció hasta el año de 1667, hasta que sus restos fueron colocados en una de/las columnas, o I sea lu del lado del Evangelio del ' Altar Mayor, que sostiene la cúpula de este templo. Finalmente, en 1889 fueron encerradas las sagrada, reliquias en una preciosa urna de metal dorado y de gruesos cristales, que se colocó debajo do la Mesa y Sagrario del Altar Mayor, en donde, como tyledes ven, se conservan cuidadosamente." Efectivamente, ahí estaba 1a calavera del Santo colocada sobre terciopelo y oro... La calavera era e-xacta a la do lo, pecadorea. En lu muerte y después de la muerte todo, somos iguale,: hueso, polvo, na El monje continuó: “Esta preciosa iglesia fuo levantada por los Padres de la Compañía de Jesús, en virtud de una real cédula .do Felipe III, rey de España, expedida en 25 do octubre de 1603. Esta (después de subir unas escalinatas) nos dijo: es la capilla y aposento/en donde vivió y murió el Santo... Sus sagradas paredes fueron testigos durante cuarenta y cinco años del celo apostólico, penitencia y celestiales apariencias con que el Señor favoreció a su humilde Siervo. A la salida, en parle visible, se leía esta nota: "A cuantos visitaren y favorecieren con alguna limosna este Santo templo, se suplica tengan la bondad de poner su firma en el album colocado al efecto. Este album permanecerá depositado a los pies del Santo, implorando para los en él escritos su singular protección”..... Buenos católicos dejamos nuestra limosna sintiendo nuestros cuerpos como una pluma ... MI nombre está en ese album sagrado y el Santo Claver ora por mí, protegiéndome.. Contiguo al templo de San -Pedro, visitamos la sagrada casa de la Inqui . sición, espantándonos al contemplar los terribles instrumentos de tortura La cama de púas semejante a la de Procusto, al adaptar el cuerpo de los pecadores, se encontraba bajo el Altar Mayor do la Catedral y allá fuimos para no perder tan evocativo detalle .... Vale en mano, rompiendo el desfile este mortal, para espantar a Satanás, en caso de intromisión maligna, bajamos al/subterráneo de Ca tedral.... En un fondo . húmedo estaba el inquisitorial lecho erizado de escalofriantes púas broncíneas que aún todavía parecían esperar nuevas victimas herejes, tras la pátina que en ellas han dejado los siglos. Cerca, como nítidos testigos de un pasado severo, entre vértebras y eos tillajes polvorientos, un hacimicnto de calaveras, con sus mandíbulas a-biertas, como desordenado almacén de carcacajadas de silencio. Al salir de la cueva, volvimos a respirar santidad. En el Altar Mayor, con resplandores de oro, joyantes de preciosa pedrería, la Virgen nos miraba misericordiosamente, mientras un Cristo exangüe, sangrante, inclinada la divina cabeza bajo el peso del martirio, nos hacía recordar la doloTosa tragedia bíblica, heredada por la humanidad on el eterno via crucis de la vida, que, con raras excepciones, es cruz y corona de espinas. La catedral de Cartagena es toda una suntuosidad de grandeza espa- En sus paredes e inmensas bóvedas se destancan cuadros de un valor incalculable. El púlpito es de marfil con incrustaciones de oro y plata. En la galería de santos, me llamó la atención uno. que puso a mi espíritu de fiesta, por su nombre y apellido: se llama Alfonso Rodríguez. Usa sombrero de teja, barba espesa y aprieta en su diestra una espada... Debe tratarse de algún san lo guerrero, no queda duda, como no queda duda que San Usufo. con su anzuelo y caña, es el santo de los pescadores. Algo más, dijimos al chofer cice- (Pasa a la 4a. Pág.) clon denominada Cámara Nacional de Comercio; y que año tras año, al terminar los portados administrativos, cuando llega la hora para designar los nuevos funcionarios que tendrán a su cargo la marcha y dirección de los intereses de esta agrupación, del balance que se establece de la labor desarrollada por aquellos que tuvieron a su cargo las funciones directoras, resulta únicamente que si algo bueno se hizo, solo corresponde a- la iniciativa,, interés y sacrificios de tal o cual de los asociados, sin que se llegue a apreciar la obra que naturalmente se debería esperar como fruto del esfuerzo de todos sus componentes, por la sencilla razón de éste no existe, no ha existido. Tal parece que se hubiera fundado una Cámara de Comercio únicamente para que exista de nombre, sin que jamás llegue a llenar debidamente sus fines, por que el máfi profundo desaliento y la más fría indiferencia domina a la mayoría de sus miembros, y las actividades de quienes tratan de desarrollar programas de mejoramiento y realizar beneficiosas iniciativas, tengan por esta razón que languidecer sin llegar a su realización. Cuando la Directiva que fungió durante el año pasado estaba para terminar su período, se formaron en el seno de la Cámara algunos grupos que más tarde, se dedicaron llenos de entusiasmo a trabajar por diversas candidaturas, dándonos oportunidad de conocer la manera de pensar de sus candidatos en lo que se refería al PROGRAMA que desarrollarían si eran favorecidos con el voto de sus consocios. Recordamos que el día de la elección hubo discursos con sus tintes de violencia al escaparse reproches mas o menos duros e hirientes fo fue para la Planilla presentada por el grupo perteneciente al Sindicato Pro Comercio Mexicano, y tras efusivos a-pretones de manos de cuya sinceridad nadie puede dudar, copas de exquisito cogñac y votos por una fructífera labor, la nueva Directiva entró en posesión de sus cargos. Desde entonces, a la fecha, han pasado algunos meses, y como las cosas en lo que respecta a la vida de la Cámara de Comercio se encuentran sin sufrir modificación alguna, se escucha con frecuencia la pregunta: “Qué hace la Cámara de Comercio?” Y a quien puede culparse de q’ esta pregunda se contes ta con un “Nada que sea ni importante ni beneficioso” No consideramos nosotros, que tengan razón quienes creen que el actual Presidente St. Inzunza ha fracasado por su ineptitud para tal cargo; como tampoco creemos que el florecimiento de esta Institución vendría aparejada con la renuncia del Presidente Inzunza y la designación de aíro residente. Lo que hace falta es cohesión entre los miembros de la Cámara de Comercio, para luchar por sus intereses, sin egoísmos ni mezquindades. Mientras esto no se logre, pasarán los años, se sucederán muchos Presidentes U Re escucharán promesas que nunca llegarán a cristalizar. No debemos olvidar que el fracaso fácilmente lo atribuimos a quienes creemos con la obligación de cargar con las responsabilidades, pero que no nos hacemos cargo de que el éxito, no debe ser, en casos como el que venimos tratando, el resultado de una labor individual, sino del esfuerzo colectivo, y en la Cámara Nacional de Comercio, éste no parece por ningún lado. de la guerra de Africa del 59-60 en la cual el ejército español se cubrió de gloria en.23 acciones y 2 batallas todas ganadas a los marroquíes. A-quella guerra fué motivada por ol ensoberbecimicnto de las cabilas de las proximidades de Ceuta, en donde destruyeron una mojonera con el escudo y las armas de España, sin prestarse a dar una explicación ni menos reconstruirla con la amenaza de la ruptura de hostilidades. Los moros estaban envalentonados porque Inglaterra los alentó tratando de desprestigiar a España diciéndo-les que no tenia ni ejército ni armamento ni crédito. Para ello, los proveyeron de fusiles y artillería mo derna, enviándoles además oficiales ingleses para intruirlos en lu táctica moderna. A España le pusieron el pretexto de que no admitían que invadiera Marruecos si antes no les pagaba unos cinco millones de pesetas que les adeudaban do cuando la guerra do independencia. España para evitar preámbulos cubrió dicha suma a Inglaterra, y el fogoso orador Olónzaga en un discurso dijo que el pueblo español arrojaba al inglés a la cara los miseros millones que le adeudaba. Vino, pues, el rompimiento y España empozó a enviar contingentes a Ceuta desde el mes de noviembre hasta completar cuarenta mil hombres bien dotados de fusiles y artillería moderna. Llegó aj mediados de diciembre el general en jefe que era Q'Donner y se dió comienzo a la campaña en medio del invierno qúe fué crudo y lluvioso. Los marroqies contaban con un contigente no menor de cua-rsnte mil también de las mejoren tropas del entonces imperio y que aumentaron hasta cincuenta mil. La primera batalla importante fué la de los Castillos en la cual ocho mil españoles pelearon todo el día contra veinte mil enemigos valientes y dirigidos por sus mejores generales. El general Prim, llevado do su habitual impetuosidad se adelantó más do lo que la prudencia' aeons*; jaba y cayó en una emboscada que estuvo a punto de perder rfoda su división. Vióse en tal aprieto, que los soldados de tan fatigados no podían moverse por lo que les ordenó que se despojaran de sus mochilas; la batalla seguía pues los moros creyendo segura la victoria los llevaban de retirada. Prim se hallaba en la mayor desesperación, pues habla agotado ya toda clase LA TRAGEDIA DE ARDMORE Y LA JUSTICIA YANQUI 1U. L.U «4 Util lllUssiCllLV VlV UÍIUUUX MllVC ai i*. uulluClu UCi UuvUllUIl Uti uuiuuuu, bu «unza auuít viiU iu Uti-••iviu j cagjuuiu CU!1 VOZ Uü urueiiu »u uiciiga quu iu Ujzu iliniuríui y lu mu iu victvriu; ¡ouiuuuua: puureis auunuuiiur cana mvvniius purquo aun vuestra:^ puio nu u»lti uunuera que ca la puvria, yo me voy a meter con una entre iu»**ihu» uu los cncnugua, ¿permitiréis que eí estandarte español cuqfü en poder de ios morod? ¿ueparei» morir aolo a vuestro gene- Juan SANCHES AZCONA No porque uno de los dos asesinados haya sido sobrino del Presidente de la República debemos a-pusionurnos más de lo debido. Ni siquiera porque los dos asesinados hayan sido jóvenes cultos en la flor de su juventud, que habian ido a aquella tierra extraña a invertir los dineros paternales en la adquisición de conocimientos y de prácticas que los hicieran útiles a si mismos y a su patria en el transcurso de su vida futura. Podemos y debemos exigir justicia a secas, pero verdadera y clara justicia, única y exclusivamente porque so trata del asesinato a mansalva de dos compatriotas, de dos mexicanos. Si en vez de ser quienes fueron las víctimas, hubieran sido humildes trabajadores casi anónimos, modestos y desconocidos pizcadores de algodón, pero mexicanos, tendríamos el mismo derecho y podríamos exigirlo con i-gual justificación y energía. El hecho de que las victimas hayan sido distinguidos estudiantes, pariente uno de ellos del Primer Magistrado de la República Mexicana, da al crimen mayor notoriedad y promuevo con mayor ímpetu los medios de publicidad, pero no lo agrava en esencia. El crimen hubiera sido igualmente grave si se hubiera tratado de un par de miserables siervos de la gleba; y desde este exclusivo punto de vista debemos demandar plena justicia los mexicanos, sin fijarnos en la jerarquía social de las victimas. Los jurados de Oklahoma han absuelto a los asesinos desdeñando pruebas y procediendo por apasiona-nada presunción. Muy frecuentemente sucede lo contrario: jurados norteamericanos condenan a presuntos delincuentes mexicanos sin tener pruebas y sólo por apasionada pre- sunción. Díganlo nuestros cónsules en las regiones meridionales de la Unión Norteamericana, especialmen le. “ES ABSOLUTAMENTE INDISPENSABLE QUE NI UNA NI OTRA COSA SIGAN ACONTECIENDO EN LO SUCESIVO. @ @ El conocido humorista Will Rogers —que a las vegadas atempera su risa con observaciones de honda seriedad—comentó el crimen, diciendo q’ era una.dicha para el general Periling. que el suceso no hubiera sobrevenido a'la inversa, es decir que dos estudiantes estadounidenses hubiesen sido asesinados por policías mexicanos, porque entonces aquel gran capitán hubiera recibido la orden de encabezar una expedición punitiva 1 sobre México .... ¿Qué habrá opinado nuestro amigo "Guillermo Rodríguez" al conocer la absolución de los jurados de 0-klahoma? .... Aquí, los cosas han solido desarrollarse de muy distinta manera. Cuando un extranjero perece a manos de mexicanos, muy amenudo ha podido contestarse a la primera "observación" diplomática pidiendo justicia, con esta frase categórica o incontrovertible: "Los asesinos han sido ya ejecutados". Y, en efecto, ha sido así. a veces hasta sin intervención de ninguna especie. Claro es que yo tampoco apruebo este último procedimiento. Pero, bárbaro y todo si se quiere, demues tra al menos deseo de hacer justi-i cia. aunque sea salomónicamente y nk mareen de la ley escrita. Ni pretendo que de igual guisa hubieran debido proceder las autoridades de Oklahoma. Pero de esto a absolver "en seco”, hay una larga y profunda distancia, un abismo profundo q' no podría llenarse ni con el envío de millares de mensajeros "de bue- na voluntad" del fuste intrínseco de un Lindbergh, ni con el volumen cuantitivo de los muchos periodistas de allende el Bravo que en breve nos visitarán con motivo del próximo Congreso de la Prensa Mundial. Lu indignación que en México ha causado la actitud de los jurados de Oklahoma hu sido muy grande y es muy justa. No porque los mexicanos seamos sanguinarios y hubiésemos querido el ajusticiamiento sumario de los salvajes y rudos corchetes autores del doble crimen, ni porque éste haya enlutado hogares muy ros potables y estimados; sino, simplemente, porque teníamos y tenemos derecho de esperar y suponer mayor conciencia de dignidad nacional y do civilización en nuestros vecinos del Norte, que se figuran que marchan a la vanguardia de la humanidad. Con atención suma he leido en la prensa norteamericana crónicas detalladas del jurado del "diputado-sheriff" William Guess en Ardmore, que fue declarado inocente dol delito de homicidio y puesto en libertad inmediatamente. Los testigos precisaron los hechos do manera bien clara. Los jurados se dieron exacta cuenta de lo que había sucedido. Los fiscales estuvieron enérgicos, dentro de la justicia, pero sin encarnizamiento. Los defensores más que alegatos de hecho y do derecho expusieron razonamientos falaces para impresionar a los jurados en contra de México y de los mexicanos. Y los jurados, que deliberaron durante largas horas, declararon que Guess es inocente, 1c pusieron en libertad y permitieron que les estrechara la mano. 1 Esto ha sido estupendamente asombroso! Hablando con los reporteros, después de celebrado el juicio, algu- nos jurados explicaron su actitud en esta forma: "Nos encontramos en una disyuntiva extremosa; si deciará hamos la culpabilidad, la pena era de muerte o de presidio perpetuo; negando la culpabilidad, el acusado que daba libre; no había término medio. 1" ante tal disyuntiva, negamos la culpabilidad del reo.” i Extraño modo de razonar, falsa piedad que pugna abiertamente con la ética, supuesto que implica el desconocimiento consciente de la verdad! Si la severidad de la pena correspondiente fuese a normar los sentimientos de los jueces en favor del reo, resultaría el absurdo de que todo delincuente procurase adquirir todas las agravantes a efecto de que siendo máxima la pena... resultase absuelto. ¿Cuál será, en realidad, la genuino psicología popular de los norteamericanos? Claro es que ni nuestro Gobierno ni nuestro pueblo pueden quedar conformes con la total absolución de los asesinos. Se ha insinuado que como quiera que el Gobierno del país vecino no puede modificar la decisión de un jurado popular, el ú-nico medio de obtener una sanción punitiva por lo acontecido, es el de constituirse en parte civil y reclamar una indemnización por la muerte de los jóvenes estudiantes. | Qué falta de conocimiento de nuestro sen timienlo latino!.. ¿Cómo podrían satisfacerse dos familias mexicanas, tan cruelmente enlutadas, con la fría tasación en metálico de las vidas de dos seres queridos y saturados de las más risueñas esperan- Pero no es eso todo. Llega a mi mesa de trabajo un ejemplar del "Oklahoma City Times", el diario (Pasa al 4a. Pág.) ral’.' ; Viva la reina!’’, rico espuelas a su caballo, y como lo habia dicho, so metió en las lilas enemigas con la bandera desplegada al viento. Su ejemplo enciende el corazón de sus soldados que cargan furiosos sobre । la morisma haciéndoles morder el polvo y poniéndolos en precipitada Viendo el aprieto en quo se hallaba Prim,, Zavala, con su division y el general en jefe, O'Donnel, se lanzaron en auxilio, mas ya el prime ro había vencido con su sola división compuesta de sólo cuatro mil hombres de los batallones de Córdoba, Vergara, Cantabria y Húsares. Vive aún el corneta que estaba a las órdenes do Prim en dicha batalla, que aunque ba perdido la cuenta de su edad, lógicamente no puede tener menos de noventa años y podra alcanzar los noventa y seis; mo obstante, al rememorarle aquella sangrienta batalla, se anima y recuerda muchas fases de ella, cuando su general estaba que echaba centellas y les dijo un discurso; quo él creyó que aquel era el fin del mundo según peleaban los moros; pero que al fin les dieron lo suyo. "Pasé aquel dia una sed terrible y estaba tan cansado que me cogí a la cola del caballo del general para po der seguirlo!” "¡Aquellos si que eran generales y soldados!” La campaña duró cinco .meses: se libraron veintitrés acciones y dos batallas siendo la última Ka más sangrienta en la que combatieron veinticinco mil españoles contra doble número de marroqies, que fué la denominada de Wad-Ras. Absolutamente todos los combates fueron ga nados por los españoles, siendo bastante dudoso que pueda presentarse una campaña dirigida con tanto a-cierto y éxito completo en medio de un invierno crudo, en un país agreste e inhóspito sin caminos y con la peste del cólera quo hacia (Pasa a la 4a. Pág.)