nuestra ayuda entonces toda intervención es una impertinencia y debemos dedicarnos extrictamente a nuestros asuntos propios. Pero desgraciadamente no hemos hecho eso. Hemos mediado en los momentos más inopor tunos, y por más de dos años hemos procurado constantemente contrarres tar tendencias naturales de la República hermana cuando no eran del gusto de la administración nuestra. Tal vez la conciencia de este error es la que impulsó al ex-Presidente Taft a decir, recientemente, que 'a política del “Watchfull Walting” ni ha observado ni ha esperado. Predijo además que la intervención, tarde o temprano, llegaría a ser inevitable. Frecuentemente oimos decir: “Wilson está en lo justo Nos ha librado de una guerra con México" Es verdad que no ha figurado la guerra en contra de México en 1914, sion sólo en contra del General Huerta. Es verdad que no estamos actualmente en guerra con México; pero estamos matando a sus soldados y ellos están matando a los nt estros en nuestro propio suelo. Eluden las consecuencias de sus actos alegando la inexistencia de un Gobierno organizado o respons^Me Si hubiera a quien hacer responsao e de los asaltos, de los asesinatos, de los robos que se están perpetrando en la frontera de Texas, nos veríamos obligados a reconocer, a despecho nuestro, un estado de guerra con México. Y a tener México algún Gob:erno, la muerte de Pascual Orozco en Texas hace pocas semanas. habría estado a dos pasos de cons tituír un peligroso “casus bel i.’ Por cuanto tiempo podemos aún estar jugando con dinamita F. J. SPLITSTONE. (Leslie’s Illustrated Weekly). NOTA— El juicio anterior f”é n-’-c—>dn en el “Leslie’s Illustrated Weekly,” y se debe a la pluma de un escritor norteamericano, no es de padres reaccionarios. A las antitesis enérgicas del texto el mejor comentario es el del contraste de los tipos; pero justo es hacer algunas observaciones, en nombre de los mismos postergados, cuya defensa emprendemos, a la vista de estos retratos, verdaderamente piscológi-cos. de los que hay que descontar la toilette externa e interna que sufren los que se van a retratar. Los tres representantes del “antiguo régimen” elegidos por el articu-litsa cumplen su fin, de ser gentes decentes, por más que, puedan alegar los renovadores que el señor Lascurain fué maderista; que el señor dé la Barra casi, casi fue Madero, y que el señor Carbajal, conferenció con Madero; pero hoy, que la sus- crición national para el monumento de Madero asciende a tres mil pesos bilimbiques, es decir cien pesos oro americano puede asegurarse que el movimiento actual, al que se refiere él juicio anterior, tampoco es maderista. Por otra parte, los tres “antiguos” pertenecieron por su educación, por sus ideas, y además, por sus propiedades, al régimen exclusivamente por-firista, y el articulista tiene toda la razón. Siguiendo sus consejos, escrutemos tamb-én los antecedentes y las fisono-m'as de los libertadores. Habrá quien diga que ya no son carrancistas, y esto es lo peor; pues después de haberlo sido, ni los suyos los soportaron ni ellos a los suyos, lo que viene en apoyo del autor; pero es el caso que lo fueron, y exactamente en los tiempos en que Mr. Wilson declaraba su simpat'a por ellos. Mas hemos prometido su defensa: La figura central es la de Roque: quiso aparecer trágico, cuando sabe-, mos que es un joven sano, sincero y de buenos instintos Cuando estuvo en el Norte, la campaña de Casas Grandes a Ciudad Juárez, le impidió razurarse la barba y al regresar a México la consmraba todavía. No quiso aprovechar la oportumdad de “El Harem” del Coliseo y del Cinco de Mayo porque según decia él era del 20 de Noviembre y, sin barbas, no lo conocerían sus compañeros “los del Ñor te.’’Esto era en 1911. Vemos que no lo desconocieron. Así pues, conservó la barba. Para retratarse, presentó el flanco izquierdo a la cámara obscura, montó los quevedos en la nariz y, enseguida, volvió la barba hacia el objetivo, dando su mirada, pensativa, al mundo. La candidez innata en Roque traicionó a las barbas y a la melena revolucionarias ■ y resultó una especie de Valle Inclán en traje de corso, y no hay que asustarse de su figura. Soy Mexicano Uso tosco jarano y chaparreras y en hoja de maíz chupo el cigarro; soy señor de tna yunta y bebo en jarro ei j_-go de las verdes maguey eras. Lo mismo "calo” el penco en las lajeras que tiro un pial y .qve aparejo un carro; sé b'andir el machete, visto charro y muero por la patria en las trincheras. Tengo además de mi labranza, un techo de adobe y carrizal, junto al barbecho donde suelo o.vidar penas y hastío- Y es mi gloria después del jaripeo, lucir a mi ranchera en el jaleo y entonar las “balonas” del Bajío. MANUEL CARPIO. como quiere el autor. Don Francisco Lagos Cházaro ofre oe un espectáculo patético: la leyenda lo evoca en la Presidencia, en las montañas con el feroz Zapata; podrán decir sus enemigos que tiene cara de bandido y no: véanlo ustedes: es un jefe de mesa porfiriana, que ha gastado su quincena; se adivinan los brazos caídos con desconsuelo; el té-dio de un “Imparcial,” que no lee porque le bailan las letras; es la visión que pasa por sus ojos, de la renta cumplida, los calcetines agujereados y el sombrero lustroso—______ ¡Doble contraste el de estos libertadores: nada de esa es cierto; observen ustedes: el Preiidente Lagos Chá zaro es un poeta: la melena lo dice, cuando los ojos querían disimular, apagados, su inspiración. Un momento desptés, habrá sacudido la cabellera y habrá compuesto en las sierras de Morelos, como pendant de su poema . “Al Mar,” el poema de “El Jilguero.” Don Eulalio Gutiérrez es adorable. Dice la leyenda que volaba trenes con dinamita; produtiendo' una de aquellas horribles conflagraciones en que las carnes se desgarran y se rompen los huesos, una de aquellas hecatombes en qte hombres pacíficos, mujeres y niños quedaban hechos una masa negruzca y sangumolei'ta salpicada en las peñas en los trucks, en los fragmetnos de la madera y del hierro, y los ayes de los heridos, la desesperación de las madres junto a los pequeños muertos; y el tiroteo y la carnicería después, en que el terror llegaba a la demencia______Don Eulalio se ft é a retratar y en este des file, su retrato es el más amable: Iqce el traje dominguero, la corbata de (Pasa a la última pág).