Lección IV. HERALDOS DEL REY Enero 27 de 1929. BOSQUEJO DE LA LECCION 1. El Espíritu Santo Prometido. Hemos estudiado acerca de nuestro Padre Celestial, de Jesús, el Salvador y ahora vamos a estudiar acerca de nuestro Invisible Ayudador, El Espíritu Santo. Nuestro Señor Jesucristo poco antes de su partida de este mundo prometió a sus afligidos discípulos, rogarle al Padre que les enviara el Consolador, o sea el Espíritu Santo. Este sería para los discípulos un Invisible Ayudador, porque no lo verían, ni hablarían con él como con Jesús, el Salvador. Para que el Consolador viniera a tomar el lugar de Jesús, era indispensable su partida, pues de otra manera el Espíritu Santo no podría venir, porque la obra de Cristo, el Redentor, no estaba concluida. 2. La Venida del Espíritu Santo. Después de la muerte y resurrección del Señor Jesús los discípulos se encontraban orando en el Aposento Alto en Jerusalem. De repente el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno de los apóstoles. Pedro ayudado y dirigido por este Invisible Ayudador habló a las gentes acerca del Salvador y más de tres mil personas se arrepintieron de sus pecados y aceptaron a Jesús como el Salvador. Y todo esto fué en cumplimiento de las palabras del Señor Jesús, que dijo: “El Espíritu Santo redargüirá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” Santo. La obra del Espíritu Santo el que nos hace sentirnos muy ma- los delante de Dios y enciende en nuestro corazón el deseo ardiente de amar y servir siempre a Jesús, el Salvador. El Espíritu Santo es el guía divino que dirige los pasos de los que se entregan al Señor; El es el que da testimonio a nuestros corazones de que somos hijos de Dios y herederos de su gloria. El es el que dirige nuestras peticiones a Dios y nos hace sentir la confianza de que han sido escuchadas. La obra del Espíritu Santo es divina y eterna como la del Hijo y la del Padre. Si todos los niños aman a Jesús y están dispuestos a sufrir por él y a hacer en todo su voluntad, el Espíritu Santo será siempre su guía. 3. La Obra del Espíritu aún continúa. El Espíritu es