‘El Espíritu y laJOrganización Entre los parciales que la germa-nofilia tiene en España, no todos i son unos posesos o unos casquivanos; hay gente erudita, que razona y que investiga. A estos eruditos nos dirigimos: quisiéramos ver confirmada o rectificada cierta noticia. Se trata de lo siguiente: Un periódico francés ha hablado de la existencia de en libro alemán titulado Cronología y resumen para el estudio de la historia eclesiática. Su autor es el doctor Weingarten, catedrático en la Univer sitiad de Breslau. Hay uná ediciói. de 1897, revisada y aumentaría por el profesor de la misma Universidad FrarfHin Arnold. Se relatan compen diosamente los hechos en esta sinopsis: no puede dar más de si un manual. Al llegar a la parte de España se lee esto que transcribimos: "1868. España abierta al Evangelio. Iglesia evangélica de España, én el dia más de 12.000 religionarios. 1870. Unión para secundar la difusión del Evangelio en España. 1888. Horfelinato evangélico en El Escorial. 1890. En España cuarenta evangelistas. sesenta pastores evangélicos, rento veinte salas de servicios religiosos." tres mil comulgadores, cerca de seis, tn:l niños educados evangélicamente/’ ¡ Nada mis. En este librito se lee también: "1871. 18 de Febrero. El primer' eimí>erador protestante de la historia universal." ¿Puedeg los eruditos tgermanófilos de España decirnos si¡ existe dste manual?. Lo verdaderamente grave es que el libro, escrito por -profesores de Universidad, está destinado al estudio en los centros, pedagógicos de Alemania. Este hechq—¡tan sencillo!—podrá hacer quq reflexionen muchos germano-filos españoles, no los casquivanos ni los posesos. Este hecho demuestra cuál es la esencia del espíritu alemán. El protestantismo—se ha dicho mil veces—¡representa la investigación libre dentito de las materias religiosas. Pero está libertad de 1» Investigación lleva en si la ruina del mismo protestantismo. ¿De qué manera el libre examen que contra el catolicismo ha proclamado el protestantismo no podrá, ejercitarse cuando se trate del mi.<*no protestantismo? Si con el libre examen derribamos el dogma católico, ¿con qué lógica podremos crear dentro del protestantismo otro dogma contra el cual no pueda prevalecer el examen? No; una vez aceptada la libertad de la investigación, esa libertad no puede detenerse; su acción será indefinida e ilimitada En la práctica así sucede; y de ahí la muchedumbre de sectas, conventículo», capillas y ramificaciones del protestantismo: y de ahi el que el protestantismo. como religión sistemática, vaya desvaneciéndose poco a poco, hasta quedar reducido a un ere'"o su:>;e-tivo. Lulero, al proclamar el libre examen, ha realizado positivamente la más honda reve lucíon moderna. De <1 procede Kant y de él. de Li tvro a través de Kant, todos los modernos filósofos alemanes____ Las anteriores observaciones se las hacíamos, dias pasados, a un nuestro amigo, muy estimado, que figura en la izquierda liberal española; Si es ese el espíritu de Alemania—concluía mos—, ¿cómo no patrocinan ustedes la causa germánica?" Nuestro amigo nos contestó en estos términos: "Es exacto todo cuanto usted dice, y nosotros reconocmos la revoluciói. realizada por el libre examen que Lulero trae al mundo. Nosotros aprobamos también, en general, el espíritu de los modernos folósofos de Alemania. Se puede decir que la tendencia filosófica de Alemania, en los tiem pos modernos, se encierra en un misticismo panteista. A un misticismo panteísta se encamina todo el pensamiento alemán moderno; nuestros Ira di'-ionaüerini y conservadores deben saberlo. De Lulero acá. todo marcha en Alemania contra el catolicismo. Un revolucionario podrá aceptar, en principio, esa grah tendencia filosófica alemana: tal es por ejemplo, la actitud adoptada por Pío Baroja. Pero, aun estando conformes, en grandes lineas, con el espíritu filosófico alemán. nosotros, latinos, partidarios de la clara razón, no podemos aceptar del panteísmo alemán lo que tiene de místico. A esa filosofía, nosotios, cartesianos proponemos las mismas objecciones que proponemos en Eral. c:a a la filosofía de Bergson. Y o-bramos así porque ese misticismo panteista engendra fatalmente otro misticismo todavía más terrible: el de la- fuerza y el de nn exaltado nacionalismo. En la fuerza, como cosa mística, creen todos los modernos estadistas y pensadores alemanes. Y ci ando se llega a ese grado de saturación colectiva, un pueblo está perdido. Porque la fórmula suprema de ese pueblo será (lo ha expresado Hegel) la de la identidad del hecho y del derecho. Y esa fórmula justificará y explicará los más terribles horrores de la guerra: violación de la neutralidad de un país, devastaciones, martirios, iacendios. etcétera, etcétera." Esto—proseguía nuestro amigo—en cuanto a una de las partes del problema alemán: el relativo al espíritu Existe, sin embargo, otro aspecto tan seductor como éste; aspecto que se resume en la palabra mágica, sorpret. dente de organización. ¡A cuántos españoles que, como yo, son liberales ha seducido este vocablo!. Cuando -se habla de la soberbia organización alemana es preciso reflexionar lo que se dice. ¿Quién habrá que no loe y acepte la organización ? ¡ Hasta las revoluciones han de ser orgánicas y sistemáticas! Pero organización, ¿para qué? ¿Con qué fin? Figurémonos un director de periódico qre recomienda insistentemente a sus redactores que hagan buena Ierra, que escriban con claridad sus artículos para que puedan entender los tipógrafos las cuartillas. ¿Quién podrá reprochar su anhelo a ese director de periódico? La buena letra en las cuartillas es necesario; pero ¿qué es lo que se expresa con esa buena letra? ¿No será lo más esencial saber lo que se dice con ella? ¿Cuál es el contenido de las cuartillas? ¿Cuál es el contenido de la organización alemana? Una organización, una disciplina, una jerarquía y seriación sociales dispuestas y encaminadas a la dominación militar, no podemos aceptarlas los lilverales. Un hombre moderno habrá de rechazar ese ideal. ¿Se concibe, como ideal humano, un pueblo entero, desde lo más alto hasta lo más pequeño, girando en torno a una perspectiva histórica de conquista y de dominación? Vea usted cómo al llegar aquí, el misticismo de la fuerza, producto de la filosofía alemana se enlaza con el concepto de disciplina y de organización. Y vea listed cómo nosotros, liberales, no podemos aceptar sin reservas el pensamiento filosófico alemán y rechazamos en absoluto, sin distingos, la tan ponderada organización alemana. ¡Có mol ¿Hay un pueblo, en Europa y en el siglo XX, organizado todo él y exclusivamente para esclavizar a o-tros pueblos? No— concluía nuestro amigo—: liberal, s. demócratas, no podemos creer que las paciones sean grandes por la fuerza militar. El ideal no está en la organización para la conquista, sino en otras cosas más altas---- AZORIN.