DE LA REI.IGIÓN. sal de los hombres, y S su celestial doctrina el disi[)ar kis sombras de muerte en que el mundo yacía sepultado. -Suduz. penetrando por todas partes, ha poblado la tierra dé sabios, no en teoría, sino en la práctica; filósofos TOfdádéfés quleíáélhan dado á conocer. n ? por la varia pompa de un lenguaje artificioso, sino por rina conducta resplandeciente y éminentémente virtuosa, corno decia San (Cipriano. El rústico aldeano, el niño balbuciente hán participado de esta filosofía divina, y por ella se llan aventajado á Wlmáyorés hombres de la antigüedad pagana. : oW : Pero aun cuando /los filósofos hubieran podido ■introducir' sus doctrinas en el espíritu de los pueblos, no seria por esomcnos ne-cesaria la re velación; porque sin ella ellos mismos no habrían llegado á conocer lá verdad religiosa sirio después de muého tiempo, y con la mezcla de muchos errores. No habrian llegado á conocerla sino después de mucho tiempo, porqué esta es la niarcha que el entcndirnientó humano sigue naturalmente en todas las ciencias, que á sus esfuerzos siguen su origen, progresos y perfección: éñ ninguna dé ellas ha arribado ni á la mediocridad sino después de largos y multiplicados ensayos, después de haber concentrado en iin foco común las luces de rnuchos-sábios. - Por consiguiente este hubiera sido inevitablemente el destino de la Religión, aunque no contásemos con las dificultades especiales que en ella se encuentran, nacidas de la abstracción de su objeto y del maligno influjo de las pasiones, señaladamente de .la .yndifé-rencia que en él hombre se halla hacia los biénés espiritüálés y eternos.- Hubiera sido preciso esperar por mucho tiempo á que los progresos lentos y graduales de la filosofía ilustrasen al hombre sobre sus deberes religiosos. ¿Y es por véntura concebible que Dios hubiese criado al hombre sepultado en la noche de la ignorancia acerca de unas cosas tan íntimamente conécsas con su felicidad? ¿Puede conciliárse con las idéas que la sana razon nos da de su providencia amorosa, ese estado de abandono en que la incredulidad supone al género humano en su curia, pasando una „ larga infancia en las selvas, como quiere Rousseau, ó dirigiendo sus miradas inciertas.poMO.das partes para buscar á su autor, como pretende Hume, hasta que ..de error en error, de conjetura en conjetura, ¡pasando por todos los grados del politeísmo, se haya remontado de la créencia de los genios á la de uña inteligencia suprema que ha criado, el mundo? Por fortuna todos los documentos de la historia, tanto sagrada como profana, deponen contra estos desvarios, y testifican acordes que la soéiedád y la jvéirdádéra Religion nacieron á una con el hombre. Ellos nos enseñan que él