LA VIOLETA. 69 Me cinbria^ii (lulccnientey me fascina. Emblema santo de mi amor profundo Sal, por piedad, de tu escondido asilo, Y ahora (pie en i'eposo se halla, el mundo Ve íi donde él se encuentra y con sigilo, Cuando aspire tu aroma delicado. Dile, tu (pie conoces mi martirio, Que tengo el corazón ya lacevado, Que la vida sin él es un delirio. Dile, ¡oh Mor! escojida del poeta, Que vive en mi memoria su recuerdo, Y (pie te ame cual yo ¡tierna violeta! Ya, «pie al enviarte tu perfume pierdo. EliCLlA (iAIK'IA. (Enero.3 de 1888.) Aquel momento dichoso Que dél nos hace salir. ¡Insensatos! ¿no creemos Que hay otro mundo mejor Donde felices seremos, Y «pie allí disfrutaremos Sin zozobras ni temor? Si no fuera la, esperanza (JiK4 tenemos de gozar Ese edén de bienandanza. Que (ai la otro vida se alcanza, Nos consumiera ('I pesar. Por (pie es el sólo consuelo Que da alivio al desgraciado En este mísero suelo: (tozar reposo en el cielo Que en la tierra ('stá. vedado. Zenaida: •Madecer de la ^’ida. Siempre en la vida orfandad, Llanto, dolor y martirio; El bien, la felicidad Es un sueño, es un delirio.— J- Desde (pie al mundo venimos (Comenzamos á. lloraf; Es la, herencia, (pie tuvimos, Y mientras en él vivimos No dejamos de penar. M(‘zclado con amargura, Miranios siempre (-1 placer; Con el llanto y la tristura Se confunde la. ventura ' Con (pie soñamos ayer. Y acaso en aquel momento En (pie podíamos gozar, Para turbar el contento Viene luego al pensamiento Un recuerdo de pesar. En la infancia padecemos, También en la juventud, Amargo llanto vertemos-, Dolor V miseria, vemos, En la triste senectud. Por todas parfes tormento E ilusiones de ])Íace,r; , Estas pasan como'él viento' Y aquél en el pensamiento Deja horrible padéé'ér. ' Y tras estos sinsabores ¿Que es él fin de la jornada? Enform(‘dad(?s