10 EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA do al médico nuestras heridas conseguimos ser curados, él se opone a nosotros de una manera especial.”
También dice: “No os acuséis ante mí solamente de los actos lujuriosos, ni de las cosas que están a la vista de todos, sino de las calumnias secretas... de las malas conversaciones... y de cosas semejantes.” (T<m. VII, Commu vn Matt).
El gran Doctor manda claramente, como se ve, que se haga una confesión detallada y específica de todos los pecados, no a Dios, sino a su ministro como resulta' evidentemente del contexto.
El mismo Padre de la Iglesia hace uso de las siguientes palabras, en una exposición elocuente sobre el poder del sagrado ministerio: “A los sacerdotes se ha dado un poder que Dios no concedió ni aun a los Angeles ni-Arcángeles; de manera que lo hecho abajo por los sacerdotes, lo ratifica Dios arriba, y el Señor confirma la sentencia de sus siervos; pues El ha dicho: Los pecados que retuviereis serán retenidos.”
“¿Habrá poder, pregunto, superior a este? El Padre ha dado todo poder al Hijo; y veo que éste mismo poder ha sido concedido a ellos por el Hijo de Dios.
A los sacerdotes judíos se les permitió solamente limpiar la lepra del cuerpo, o más bien declarar esta purificación; pero a nuestros sacerdotes se ha concedido él poder, no de declarar curada la lepra del cuerpo, sino de lavar completamente las manchas del alma.” (Lib. III, De Sacerdotio).
En otra parte dice: si un pecador examina, como debe, su conciencia, y va a confesar sus culpas y descubrir sus llagas al médico espiritual, este le dará remedios para su curación; y si repite confidencialmente esta confesión, teniendo cuidado de no ocultar nada, muy fácilmente enmendará sus extravíos; “por<rue la confesión de toe -pecados es la preservación de las faltos. (Ibid. Hom. XX).
San Jerónimo escribe: “Si la serpiente, el demonio, muerde secretamente a un hombre, y lo infecta así con el- veneno del pecado, y él se calla y no hace penitencia y oculta su herida a su hermano y señor, que tiene un bálsamo especial para curarlo, el señor no podría prestarle sus servicios; porque si el paciente se avergüenza de confesar su mal al médico, no puede aguardar alivio, puesto que la medicina no cura aquello de que no tierie conocimiento.” (Comment, in EcteeK	.. . ....