2 de Noviembre, 1924. REVISTA CATOLICA 737 DE TAL PALO TAL ASTILLA NOVELA POR D. JO SE M. DE PEREDA. _____________ I. PATETA. ( Continuación) —¡Caráspitis, que no dice usté lo que siente! El mal te pese-, que el bien nunca estorba a los o-jos de Dios. Con más o menos recua, arrieros somos todos, que en el mundo nos encontramos; y el bien que aquí se nos cae- de la mano porque no nos hace falta, a lo mejor florece donde nos viene de perlas.— Pues a lo que le iba, y usté perdone. Escrita la carta, faltaba traérsela a usté Los buenos andadores no abundan en 'el pueblo; la nube asomaba por la cumbre de los Milanos.... ¡mala señal! el trueno no podía faltar: la noche había cerrado.— Pero ¡qué caráspitis! los hombres son para las ocasiones: soy de buen andar, conozco la hoz como si la hubiera parido; con un farol y un palo, lo nresmo es para mí el día que la noche y por último, la caridá es caridá, y si está de Dios que me ha de matar un rayo, igual me ha de caer encima metido en casa que andando a la santimperie.... Y ¡caráspitis! vivos estamos a la presente, y con el recado a medio hacer. —Cuando yo te decía, Macabeo, que eres todo un valiente... —Hombre, tanto como valiente, no digamos; pero leal y agradecido al pan, ya es otra cosa. —Por las trazas, ¿eres sirviente de esas señoras? —Punto menos que si lo fuera. Mi padre y mi madre de su pan comían, porque sus tierras trabajaban; y yo, al amparo de ellos, no salía de a-quella casa. Muriéronse los buenos de Dios, y la plaza de entrambos la ocupo yo solo. —¿Qué familia tienes? —Ni padre ni madre, ni pérmico que me ladre. —Pero tendrás quien te ayude. —Nadie. Soy Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como. —¿Viudo, acaso? —¡ Calle usté, señor! soy mozo soltero. —Vamos, no te hace gracia el matrimonio. —Lo que es relativo a eso, bien me gusta. ¡Caráspitis si me gusta! —Entonces, ¿para cuándo lo dejas? —¿Pues qué edá me echa usté? —A juzgar por las trazas, más de treinta y cinco. —Cumplílos por febrero. —¿De qué año? —Del que corre, señor; pues ¿de qué otro?... Y sépase que en lo tocante a proporciones, así las he tenido, sin alabanza. Y esto lo decía Macabeo apiñando los dedos de ambas manos, no sin riesgo de soltar el palo y el farol- —No lo dudo—dijo el caballero, a quien hacían suma gracia las genialidades del espolique;—basta con verte para presumirlo. —Sólo que—continuó Macabeo—a quien le dan a escoger, le dan en qué entender----- Pero creo... que ahora va de veras. —¡Hola, hola! —Sí, señor; lo he pensado despacio, y ¡qué caráspitis! sobre qué ha de ser... Porque es pura verdá que la soltería da muy malos ratos.—¡ malos! No obteniendo réplica Macabeo a estas palabras, por estar entretenido el caballero en bajarse la capucha del capote sobre la espalda, continuaron en silencio los dos caminantes un buen trecho. De pronto dijo el de a pié, que indudablemente era comunicativo y locuaz por temperamento : —Hombre, y aunque sea mala pregunta, ¿qué es del señorito don Fernando? No le he visto un año hace. —Le espero de un momento a otro—respondió el de a caballo, acomodándose mejor sobre la silla ; pues, por las trazas, le iba molestando no poco la jornada. —Córrese que es ya un medicazo como una loma. —Dicen que. no lo entiende de todo mal. —Ya ve usté.... el que sale a los suyos.... —¡Adulador!.... Y ¿de qué le conoces tú? —Pues de verlo por allá muy a menudo. En eso tiene mejor gusto que su padre. ¡Caráspitis! aunque me diera usté todo lo que tiene, no me pasaba yo la vida, como usté se la pasa, metido en aquel palación, solo que solo, a más de media legua de toda persona humana. —Amigo Macabeo, nada hay que estorbe tanto como la gente desde que se habitúa uno a la soledad. —Podrá ser, porque usté lo asegura y al consonante obra; pero no alcanzo a entenderlo... ¡Ea! ya estamos afuera. ¡Gracias a Dios!.... Vea usté el río: adentro queriéndose tragar el mundo mientras diluviaba, y aquí le cabe la hacienda en una escudilla.... Ahora, por el llano de esta sierra; y a la bajada, Valdecines.... Dios quiera que lleguemos a tiempo.... ¡ Buena señal! Vuélvase un poco a la izquierda, y verá asomar la luna entre nubarrones. Se acabó la ira de Dios por esta noche. ¡ Caráspitis! crea usté que si no fuera por el clavo que llevo en el corazón, echaba ahora mismo una relinchada... —¡Y todavía me negarás que tenías miedo en la hoz! —¿Por lo del relincho al salir de ella? Ca, señor: esas ganas me entran a mí siempre que vuelvo a ver a mi pueblo, aunque haga dos horas que falto de él. Pequeñuco y escaso de borona es; pero el demonio me lleve si no me parece el mejor de la Montaña. ¡Qué campanas las suyas! ¡Caráspitis, caráspitis!.... Ya verá usté qué verbena de San Juan tenemos Digo, si no se malogra con la pesadumbre que barrunto. Mientras hablaba de esta suerte el excelente