La Sombha ’¡i continuación de un despotismo sin igual cu los anales de un pueblo sufrido, abnegado y cubierto con el innntOAle una resignación que estaba para concluir. El partido del gifuroeZif, por el contrario, gritaba libertad, orden, democraciH, es decir, una destrucción del yugo servil é ignominiosc que por tanto tiempo había caigado y el cual, estaba deseidido á no cargar mas. En esa lucha de derechos hubo, por k> natural, una descidida resistencia por ambos partidos. Parecía una contienda cívica de la antigua Roma, entre patricios y plebeyos; pero fue, en realidad, una lucha heroica por parte de dos del ffiw'actie que tenían sed de igualdad, de paz y fraternidad, de union y progreso; una contienda en que éstos protestaban contra el cetro del cervilismó. Continuó la lucha, se exaltaron los ánimos, se encendieron las pasiones, y estaba para estallar la bomba, cuando la intervención de amigos mutuos é impár-ciales y la abnegación de algunos de los principales representantes del partido indignado, vinieron á dar un desenlacé pacífico y amistoso á la. lucha fraticida. Todo concluyó y al través del abismo que se había abierto repentinamente, se dieron la mano los combatientes. Las elecciones, por consentimiento mutuo se hicieron por suerte, y tanto la alcaldía como otros cargos cayeron en manos de los del partido- ^ristacrático. El guaradie estaba de malas. Sin embargo, habiendo todo terminado tranquilamente, las nuevas autoridades, al recibirse de sus respectivos cargos, empezaron por de pronto á captarse la estimación publica debido al buen desempeño de sus deberes. El nuevo Ayuntamiento hacia esfuerzos por el bien general, ■ Se emprendieron varias mejoras materiales, se le dió ser á la instrucción pública, á la industria, al comercio, en fin se notaba en la población un movimiento conducente á un verdadero adelanto bajo todos aspectos. Pero todo esto era por qué el R. PE Pl'EXJl’E. 3. 4-K..A /»•-• .V. «J *' , . »■.* . i , * •• J .« r •> riA® kr ^t-1 a»» Ayuntamiento caminaba de acuerdo, y no había on él intrigas, diferencias ni cuestiones de una pseudo democracia, por decirlo así, dé que generalínánte se ! compone la política de nuestro país. Rventualníénte, por desgracia, entró el germen de la discordia, entro los miembros deí Ayuntamiento; empezaron las chismografias, las personalidades y las venganzas y hoy todo es humo y nada, mas! * ' Cesó la union y disminuyó la fuerza dé acción, y ahora, no son todos los actos del Ayuntamiento sino evasivas por parte de algunos de los, que lo.componen debido fila ineptitud dtil Sr. Presidente que todo lo quiere hacer con altaneras alcaldadas. Por consiguiente, todo está paralizado; da miedo verdaderápiente él ábatimiCntó en que nos éhcóhtramos. Pero, muy pocas de las mejoras que se emprendieron al principio del año se han llevado á .efecto, y algunas de las que yá exis-tian y que embellecían la población hatf dejado dé ser. Por ejemplo, una ¿fijé sica de viento qué había, propiedad del municipio, ha pasado á mejor vida! Lo mismo se puedé décir ? dé ótraé mmóffis qué han corrido igmal suerte,J' Lá Plaza8 principal está... .en mi estado depló-rable* ■ ' ,ik’ Él pueblo se encuentra sumamente desmoralizado, y tan és así que con an-sia'espera la venida del Sr. Gobernador para quejarse con él y darle cuenta de sus sufrimientos. ' ’ / . Pero, ¿qué se espera de un Alcalde que todo lo quiere someter á sus antojos y caprichos? ■■ ivy:. \ í"-' Figuraos que el Sr.: Alcalde íá fuer de hombre sin, instrucción^, pretende una servil obediehciá á sus^ ’órdénés 'déMs que las mas carecen de sentido.común! Se me ha informado que recientemen-temeñte lía tratado de arrojar del saíon de sesiones y de una manera indigna, al Regidor 1P Comisión de Hacienda, por el solo hecho de haber pedido qué se citase á varios ciudadanos,, que,en su concepto, adeudan algo á láliácién-