h frente para facilitar la eclosión de alguna buena idea que se revolvía allí y dijo: —Bah! No es enteramente seguro que la muerte de tu ciruelo te pueda traer desgracias: las gentes dicen tonterías; pero el maestro de la escuela que no era nada lerdo, condenaba esas preocupaciones. No llores. Totina. Además, aunque el ciruelo esté enfermo tú tienes más salud que una primavera. Ya ves que el árbol no tiene que ver con uno. —Pues entonces; ¿por qué no dejas tocar tu árbol? Esta contestación dejó mudo al heredero de Biremus. Se volvió a pasar la mano por la frente, pero nada pudo sacar de allí. —¿Quiéres, Lilot? ¿quieres? preguntaba la chiquilla zalamera mostrando su sonrisa apetitosa como una tajada de pan con mantequilla. Pero él la rechazó. —1N0: le dijo, no quiero, no quie-rol —¿Es tu última palabra? —Si, déjame en paz. —Pues bien, adiós, replicó ella picada en lo más vivo. Ahí ¿no quieres perder una rama? Pues ten cuidado! no sea que las pierdas todas. Ya te arrepentirás. Lilot palideció con esta amenaza. —¿Qué quieres decir? preguntó. —Yo me entiendo, murmuró Tetina, y atravesó el arroyfielo levantando se el vestido y dejando ver unas piernas blancas ya bien desarrolladas que se espejaban en él agua murmuradora. "Ya te arrepentirás" parecían decir •sos murmullos “ya te arrepentirás”. Lilot temblaba de cólera. —¿Pensará acaso matar mi árbol? se preguntaba. Ah ¡miserable________1 Y sentia impulsos de cojer a la ' chica por las orejas y tratarla como se merecía ¡Qué abominación! Iba en el acto a dar aviso a la gendarmería_____ Pero Lilot se detuvo apenas habia andado algunos pasos. ¿Y si los gendarmes no lo creían? Son gentes ignorantes que vienen de países lejanos en que no se sabe nada de estas cosas y se burlarían de él. Era mejor no ocurrir a ellos y sobre vigilar a Totina. Eso si! A partir de este momento Lilot venia varias veces cada día a visitar la higuera armado de un sólido garrote: inspeccionaba el árbol minuciosamente, contaba las ramas con los dedos, y reconocía particularmente la que daba sobre el ciruelo vecino. Algunas veces hasta revolvía la tierra al rededor del tronco para examinar las raíces. De vez en cuando al hacer estas inspecciones veia a Totina del otro lado del lagunato, burlesca y con ojos maliciosos que parecían decirle "ya te arrepentirás" y este aire agresivo de la muchacha le ponía la carne de gallina. —Tiene en la cabecita algún mal proyecto, se decia él y hasta creyó necesario empezar a vigilar por las noches, lo cual le ocasionó un catarro abundante; y como no se aliviaba se alarmó. Seguramente el árbol sufría, le hablan hecho algo______ y a pesar de pacientes investigaciones nada pudo descubrir. —Ah! la maldita!------ murmuraba mostrando el puño cerrado en dirección a la casa de las tejedoras. De noche, despertaba sobresaltado creyendo oir hachazos y como dormía mal comenzó a enflaquecer, y su padre le preguntaba inquieto: —¿Qué tienes muchacho? Algo malo roes desde hace dias. Y era verdad Lilot se veia en los espejos pálido y demacrado, y cuando quiso levantar una mesa con los dientes, cayó de boca y se lastimó. Totina en cambio estaba resplandeciente, crecida, bella y vigorosa. Si: de seguro que algo había en eso! Mes por mes sus ojos parecían más brillantes y sus formas más correctas, sin que con todo y eso se viera que el ciruelo mejoraba maldita la cosa. Lilot abría los ojos espantado sin encontrar la explicación de esta doble metamorfosis y mientras más veia a Totina más pensativo quedaba y '■ descontento de si mismo. ¿No habia estado en efecto, demasiado duro con la niña? Después de todo ella no era mala; bastaba para convencerse con ver su sonrisa' y así debían pensarlo los muchachos de la aldea que la perseguían todas las tardes cuando iba a la fuente. Ah! pillos; de buena gana les arrojarla piedras Lilot. Por lo demás, a pesar suyo, y sin duda inspirado por el demonio él, como los demás, también iba a esperar a Totina detrás de los árboles en el caminlto de la fuente, pero se ocultaba enrojeciendo hasta las orejas, cuando la joven se acercaba: y cuando sus pasos se dejaban oír muy cerca. Lilot temblaba y sentia como si cada pazo fuera un golpe sobre su corazón. ¿Qué le pasaba? Estaba enfermo, se volvía loco, espíritus malignos debían haber soplado sobre su cerebro y le trastornaron todas sus ideas como una ráfaga de aire revuelve las hojas de la encina. A veces, por la noche, Lilot se quedaba contemplando horas enteras un hilito de luz amarilla que le negaba al través de los árboles, desde la habitación de Totina y no era por defender su higuera por lo que así se desvelaba, oh! no, habría por el contrario sido muy feliz si hubiera venido la joven a derribar algunas ramas, porque en suma eso no habría perjudicado a su árbol gran cosa ¡ tenia tantas ramas! y hasta puede ser que quitándole varias hubiera quedado más bonita. —Ah! si me atreviera, pensaba Lilot' rascándose la oreja, si me "atreviera a cortarlas yo mismo para hacer las paces con Totina, y merecer de nuevo aquellas sonrisas de otros tiempos que hacían su cara apetitosa como una tajada de pan con mantequilla. Una noche Lilot despertó sobresaltado. ¿Qué oia? ¿Hachazos? Si! y venían del lagunato. Le estaban derribando su higuera. Se levantó, se vistió, tomó su garrote y salió en tanto que los golpes se oían aún. Parecían vacilantes, tímidos, casi vergonzosos. Lilot marchó con rapidez y sin ruido bajo los árboles a la claridad dudosa de la luna creciente que bogaba en el horizonte como un barco lejano. Si era su higuera la que cortaban y Lilot distinguía ya la silueta de una mujer en el extremo de una escala, una mujer cuyo brazo se levantaba y se abatía sobre la rama principal del árbol, la que era perjudicial al ciruelo de los Cazerotte. Es Totina! exclamó palideciendo de alegría y perdonándole desde el fondo del corazón. Habría querido correr a darle las gracias pero le temblaban las piernas y vacilante, deslumbrado, cohibido, como si marchara en una nube, se aproximó a la joven que no le habia visto venir y continuaba cortando pronto, pronto como si tuviera miedo de ser sorprendida. Lilot se acercó aún conmovido y dijo en voz dulce: —Buenas noches, Totina. Ella le respondió con un grito, un agudo grito de espanto que despertó los ecos de la aldea! —Socorro! socorro! al asesino! clamaba la joven con terror. Y como quisiera bajar con demasiada rapidez, cayó de la escalera. Lilot también gritó al verla caer —Dios mío! ¿se ha hecho usted daño? dijo precipitándose a su lado. —Socorro! a! asesino! seguía gritando Totina que creía llegada su última hora.