10 COOPERACION Prosas § De Autores Mexicanos i LOS PADRES MALDITOS POR EL ING. ELIAS L. TORRES el^RIMAVERA de 1900. Estamos en Sevilla, ||2j frente a la Parroquia de San Gil, en el lly barrio de la Macarena. Es Viernas Santo. al amanecer. La Parroquia de San Gil es un edificio de origen árabe. Fué en tiempo de los musulmanes una de las principales mezquitas de Sevilla, la cual transformada y remodelada a la entrada de los cristianos se dedicó al culto católico. El edificio, en sí, no tiene sino poco de notable en su parte exterior; pero ya dentro hay joyas de arte de indiscut ble mérito, como los azulejos que la decoran, an tiquísimos,una efigie de Santa Anna, del maravilloso escultor pretérito Hita del Castillo, y una imagen de la Virgen de Guadalupe, precursora, tal vez, de la por nosotros conocida. Pero ío qua ha hecho célebre a la Parroquia de San Gil es la Virgen de la Esperanza, adorada con fervorosa devoción por los macarenos y por todos los sevillanos en general, cuya Cofradía organiza cada Viernes Santo una solemne procesión, vistiendo trajes especiales, tocados con capuchones negros, piramidales, que les cubren el rostro y que recuerdan, al verlos pasar, las macabras ceremonias de la trágica Inquisición. Esta procesión es una fiesta popular de oro, de luz y alegría. No hay sevillano que no concurra a ella y desde el filo de la media noche una abigarrada multitud va creciendo e inundando, como un río de gente, no sólo la plazoleta frente a la Parroquia de San Gil, sino todas las calles adyacentes, desparramándose a través del Arco de la Macarena por todos los ámbitos del alegre y populoso barrio. En la indecisa claridad del amanecer, todas las miradas se clavan en la amplia portada de la Parroquia, en espera impaciente de que las gruesas hojas, cinceladas con nimia curiosidad por artífices que vivieron hace siglos, se abran para dar paso a la Virgen de la Esperanza, sevillana y macarena, idolatría de este girón de la tierra andaluza. Contemplaba entre la multitud todos estos preludios de la gran fiesta un fuerte mocetón de unos veinticinco años de edad, reclinado en una de las rejas que abrazan, con sus hierros artísticamente enlazados, las ventanas que dan a la plazuela y por donde durante el día, vuelca su torrente de oro el sol de Sevilla, para salir por la noche, convertido en miradas de fuego, en las caritas morenas de la juventud femenina. Pedro Mier era el nombre del mocetón. Acababa de llegar a Sevilla y todo aquello tenía para él el encanto de lo desconocido. Venía de las tierras de Castilla la Vieja, ingratas a la vegetación e inhospitalarias por su clima: Venía de gentes más serenas, más quietas, menos comunicativas, hechas para conquistar, para atesorar, cuya escarcela, aunque vaya repleta, siempre tiene un hueco que llenar. Fuerza y avaricia. En marcha ha -ia América, Sevilla lo había detenido. Era el último girón de la tierra de España que pisaba antes de ‘‘atravesar el charco” y quería empaparse de él intensamente, por si dejaba en las tierras desconocidas para donde iba, del oro y de la guerra, marcado su paso con una cruz en algún cementerio pueblerino. Y lo atraía Sevilla por el contraste con las cosas de su tierra. Aquí todo era vegetación. El aire olía a naranjas en flor, a perfume de albaha? ca. Las plantas en las azoteas, en las aceras, en los huegos de las fachadas se desparramaban con lujuria, como quieriendo tomar parte en la alegría andaluza; y en los labios de las ventanas se prodigaba el «rouge» de los claveles con la fastuosa coquetería de sus ardientes mujeres. Las gentes menos serenas, pero mas alegres, más comunicativas, sin ansias de atesorar, sino con el anhelo de vivir, de vivir la vida de la alegría. la vida del amor, que es beso de fuego en los labios de sus mujeres, oro diluido en sus cañas de manzanilla, miel de melodía en sus coplas de luz y a veces, con injurias de celos y de vino, rojos cuajáronos y estertores de agonía en el filo de las navajas de Albacete. Todo era extraño para él Aquí nadie pensaba en el mañana. Nadie creía llegar a viejo y nadie, por lo tanto, en guardar el dinero para entonces. Derrocharlo todo, derrocharlo hoy: la vida, el dinero, el amor. ¿Para que sirven los Viaje Ud. rápida y econ^lirY|pl||R a I°s principales puntos del país, E. Unidos, Cuba, Canadá, Eu-micamente por el TeléíonolVILAI Umln ropa y Sud-América, usando nuestro servicio a larga distancia