EL INGENIO DE LAS ALEMANAS LOS MILAGROS DE LA ECONOMIA No faltará nada a Alemania para continuar la lucha hasta el triunfo. Esto lo hemos dicho en muchas cartas; pero, aunque algunas veces dijimos también la razón, creemos que no fuimos muy explícitos. En Alemania no faltará nada, aunque falte todo. Este es el pueblo de las substituciones, y en cuanto se nota que algo puede escasear, desde los sabios químicos hasta las modestas menageras, todo el mundo, se pone a pensar con qué otra cosa podrían substituirlo. Desde hace meses, en Berlín, los huevos están muy caros, carísimos, a un precio que sólo Krupp y algún otro potentado pueden permitirse el lujo de beberse un par pasado por agua. Según parece, a pesar de todos los razonamientos y de los argumentos más sutiles, las gallinas alemanas se obstinan en observar la regla anual, según la cual en esta época se abstienen de depositar sus productos en los sitios destinados a tal fin. Las gallinas alemanas son tan rebeldes como las españolas, y con ellas no cuenta la organización, la disciplina admirables de este pueblo. Pues bien; desde que se notó la escasez de huevos, la química nos ha dado unos polvos para substituirlos. No vayan a creer los amables lectores que con esos polvos se pueden hacer tortillas, y mucho menos que se pueda improvisar una ensalada de huevos duros. El prospecto que dan con cada paquete de polvos advierte concienzudamente que sólo sirven para empanar, para dar gusto de huevo a una sopa, para las albóndigas o cosa semejante. También advierte que en esos polvos no hay nada del huevo, sino que la albúmina y otros componentes están sacados de plantas más generosas que las gallinas. Y, de la misma manera, la química ha substituido el aceite, la grasa de cerdo, la manteca, la col, las lechugas y las lentejas. Tantas y tan perfectas son las substituciones, que ya, cuando nos sentamos a la mesa, creemos ver en todos los platos la mano del profesor Oswald. Se venden unos paquetes de una cosa verde que, a primera vista, parecen recortes de tela; pero poniéndola en remojo unas cuantas horas, se tiene la sorpresa de ver una ensalada tan fresca como si acabara de ser cortada en el huerto. La misma sorpresa con las espinacas, la coliflor, la lombarda y otras legumbres. En Berlín se vende el pescado vivo porque hay vagones estanques que lo traen desde el puerto de mar; pero, a pesar de verlos colear en las pescaderías, tal es nuestra obsesión de la química, que llegamos a pensar si serán peces artificiales a los que les ponen una maquinaria de relojería en el vientre para que la ilusión sea completa. Sea como sea, el caso es que los millones de alemanes siguen teniendo que comer, y que, productos químicos o no, lo que comen los alimenta. Es más; ¿quedad. Porque no es creíble que la química alemana se haya puesto a fabricar garbanzos sólo para que no nos falten a tres españoles que vivimos en Alemania, y que sentirían ustedes creer que en Alemania se encuentran mejo res garbanzos que en Fuentesaúco? Yo no sé de donde vendrán esos garbanzos “como manteca;” pero yo los he comido, y me atrevería a jurar que son garbanzos de vermes de cuando en cuando la nostalgia del cocido. No; estos garbanzos tienen todo el aspecto de ser sinceros. Pero vamos al asunto de esta carta; si los químicos inventan substituciones, las menageras no quieren quedarse atrás. Recientemente se ha inaugurado una Exposición de lo que estas mujeres han ideado para substituir infinitas cosas que les faltan o que resultan subidas de precio en las actuales condiciones de la vida. Por ejemplo: el almidón y el planchado de las camisas subía hasta alarmar. Se pensó en las pecheras, los cuellos y los puños de celuloide o caucho; pero estas materias escasean también. Las mujeres han inventado los cuellos de papel, los puños de papel y las pecheras de papel, que dan el pego. Los hay de todas las formas, desde el pajarita hasta el diplomático, lo cual prueba que se espera tener parroquia en las clases elevadas. También hemos visto en la Exposición enaguas de señora, pañuelos, servilletas, manteles, pañales y otras prendas fabricadas con papel. Como el jabón está muy caro, esas prendas de papel se quitan cuando se ensucian y se tiran. Al mismo tiempo, ahorran algodón, que ya se sabe sirve ahora para fabricar explosivos en cantidades fabulosas. Seria imposible enumerar todo lo que hemos visto fabricado con papel en esta Exposición, y básteles a ustedes saber que hay hasta calcetines. Además, en la Exposición se tienen cursos de economía doméstica, pues, fijados en la pared, se ven unos cartelones, en los que se leen cosas parecidas a ésta: .Familia Müller, que sólo cuenta con tres .maress, y se compone de padre madre y cuatro hijos. (Gasto diario). Alquiler de la casa------------ I Pan--------------------*------ 0,40 Patatas----------------------0,10 Carne------------------------0.30 Grasa........................0,30 Leche........................0,25 Café “ 0,05 Verduras.....................0,15 Tabaco para el padre.0,10 Total--------2,65 Como ven ustedes, a esta familia todavía le sobra dinero de los tres marcos que tiene para vivir. Pero nosotros hemos visto a muchas señoras que visitaban la Exposición quedarse mirando estos cartelones y llevarse las manos a la cabeza, diciendo: “¡No sé, no sé cómo pueden hacer ese milagro 1" , Antonio AZPEITUA.