El Mensajero Bautista 3 UNA IMPERIOSA on frecuencia oímos hablar de elogios que se hacen de los 11 hombrea conacientea/* de “las sociedades conscientes" de “las na ciones conscientes" de' sus deberes como de sus privilegios. También es digno y apropiado que los cristianos en particular, como las iglesias en general, sean conscientes de sus sagrados deberes y privilegios; porque la vida no está completa sin ambos. Generalmente armonizamos cómodamente con los privilegios, las prerrogativas que nos favorecen y hacemos punto omiso de los deberes y obligaciones que tenemos; pero para el cristiano desinteresado y fiel, debe ser tan satisfactorio cumplir con un deber como disfrutar de un beneficio, porque se dice que no hay mayor satisfacción para el hombre honrado que el cumplir con su deber. Y si esto pasa con el que es solamente "honrado," cuánto más será con el "cristiano" que es y debe ser más que honrado. De muchas iglesias del Norte de la República mexicana nos llegan noticias de que reconociendo su deber en la palpitante cuestión del "Sostenimiento Propio" han comenzado a responder prácticamente a este deber, colectando dinero de distintas maneras lícitas, para crear un fondo con el deliberado propósito de bastarse a sí mismos en sus necesidades relevando a las Juntas Misioneras de tan crecidos y constantes gastos que con sobra de bondad han venido haciendo desde hace muchos años. Han comenzado está empresa las iglesias con tan buen éxito, que en muchos casos han ido más allá de lo que ellas mismas esperaban, dadas las circunstancias de pobreza y falta de trabajo que aún reina en el país. Pero es que nunca las grandes obras se han hecho en el reinado de la opulencia sino en la adversidad. Y en verdad que no hay palabras con qué ponderar la imperiosa necesidad que tienen las iglesias de procurar su propio sostenimiento, muy especialmente por las difíciles circunstancias en que se encuentran las Juntas Misioneras con haber entrado a la guerra mundial los Estados Unidos, donde radican esas Juntas. En Estados Unidos no se llama Iglzsia una corporación religiosa que no se sostiene de por sí, se denomina "Misión" y creo que hasta cierto punto tienen razón, porque esa corporación, mientras es sostenida por otro, no tiene personalidad propia ni libertad absoluta ni nada que le haga independiente. De igual manera en México, si queremos tener personalidad propia, libertad absoluta, independencia y llamarnos propiamente "Iglesias," procuremos, a medida que vayamos creciendo, bastarnos a nosotros mismos, que sólo los inválidos viven siempre a merced de la caridad de un segundo. En muchas iglesias han surgido divisiones pretendiendo algunos cristianos hacerse independientes de las Misiones y para hacerlo han suscitado escándalos nada provechosos. Soy amante como el que más lo sea, de que las iglesias sean independientes, pero no amo el escándalo para lograr esa independencia; porque tengo la firme