262 la voz yecto en lo general, sigue aprobando los demas artículos que lo forman, entre los que ya se numera el de los matrimonios civiles, nos creemos por eso en el borde del abismq, y ^Migados á levantar de nuevo elgrito, para que el senado, el supremo poder ejecutivo y los gobiernos y legislaturas de los Estados, sirvan.de ;dique á la avenida impetuosa y revuelta qúé ha comenzado á des-bordarse en la mencionada cámara y que amaga inundar á toda la República. Ni én nuestra primera esposicion, ni en esta hemos pretendido, ni queremos reseñar por menor los males é inconvenientes que nos traería la toleran-ciat bastante se han evidenciado por medio de la prensa: nuestro objeto solo es el de llamar respetuosamente la atención de las autoridades Supremas, para que resistan á la sanción de una ley que está en abierta pugna con la voluntad general de la nación. Cuando en el mes de Setiembre del añcf pasado asentábamos esta verdad, nos fundábamos en el grande apego que por mas de tres siglos lian tenido los mexicanos al catolicismo, sin que jamas haya salido un rumor sério de los pueblos, que significara voluntad de sacudir -el suave yugo de sus creencias, ni deseo deillamar predicadores exóticos, que encomiaran sus respectivas opiniones religiosas, para elegir entre ellas la que mejor cuadrara.al apetito: nos fundábamos en que á la vez que se han querido atacar las inmunidades ó los bienes de la Iglesia, ¿1 punto se ha retratado la indignación en los semblantes, y los pueblos han tomado las armas para defender cotí sti sangre los intereses que hasta el dia de hoy vieron con, amor y respeto. Evidente nos era la,opinion de los mexicanos; pero en la época :¡j de que hablamos nos faltaban pruebas prácticas: ya las tenemos. .. No es fácil referir las representaciones que de todos los rumbos se han’dirigido á las autoridades locales y generales contra la tolerancia: creemos, sin embargo, oportuno enumerar aquí aquellas de que tenemos noticia, porque su conjunto forma ya un voto mucho mas respetable é imponente, que el de treinta y siete diputados que no entendieron la voluntad de los pueblos. Las ciudades de Guadalajara, Guanajuato, Queretaro, Oajaca. Puebla, Toluca, Aguascalientes, Leon de Aldamas, Zamora, Celaya, Orizava, Lagos, la Barca, Córdoba, Tehuacán, Tepeaca, y seis pueblos de su distrito y Puebla; y las villas y pueblo de Etxatlan, Tatlauqui, Teziutlan, Tecamachalco, Tla-pa, Chiautla, Chilapa, San Juan de los Llanos, Ixtacamaxtitlan, Aljojuca, S. Salvador el Verde, S. Hipólito Soltepec, Huamantla, Molcajac, Tetela, Oco-yucan, el Palmar, Olinalá, Tlapacoyan, S. Pedro, S. Andrés y Santa Isabel Cholula, Ahuatempan. Metlaluo, Amozoc, Mascota, Guale, la Magdalena, Cocüla, Ixtlan, Sayula, Coronanco, Huámustitlan, Cuyoaco, Chiepetian, Ix-huatlan, Reyes de Acazingo, Cualac, Temetlan, Xicotlan, Uamatlam lxca-tiopan, Acatlan, S. Gabriel, S. Sebastian, Zoquitlan, Ajalpan, Zacatlan, Tla-liscoyan y Tecali, ¿todas estas poblaciones no forman un imponente sufragio digno de atenderse, aun cuando las razones que alegan carecieran de fundamento? Y si á esto se agrega que en todas las referidas representaciones se manifiestan temores, se predice y aun se amenaza al gobierno con una revolución, si el decreto se publica, ¿no es una temeridad, una criminal ceguedad insistir en él? . t : Entre los estragos que nos hacia la pasada guerra del Norte aparecía á lo lejos una ráfaga de felicidad: la que se esperaba produjera la esperiencia de lo pasado y las duras lecciones que recibiamos de las bocas de los cañones estrangeros. Cuando el gobierno y el congreso huían de población en pobla-