EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA 27 miración: “¡Qué atmósfera tan moralizadora la que se respira en Inglaterra!” Pero la cosa cambiará mucho de aspecto cuando se lean los siguientes datos, tomados de documentos oficiales, como el “Manual’ de Francia, y el “Directorio Oficial de Inglaterra e Irlanda, para 1869:” Convictos y sentenciados Ejecuciones, a muerte. 1864. Francia ................... 9 •r> 1867. Inglaterra y Gales ........ 27 10 Irlanda .................. '3 0 De seguro que estas cifras, tomadas de fuentes auténticas, no favorece el dicho de nuestros contrarios, de que en los países católicos se cometen más crímenes que en los protestantes. Las estadísticas de estos crímenes son muy limitadas o no circulan mucho. Pero nosotros tenemos una mejor y extensa información y que se refiere a un crimen mucho mayor, el cual, según se imputa, predomiha en una más alarmante extensión en aquellos países que están bajo la influencia del Catolicismo, es a saber, la ilegitimidad. Para refutar tan injustas declaraciones, nos serviremos nuevamente de las estadísticas. No quiero aparecer como panegirista de la completa inocencia de las comunidades Católicas, pues reconozco, y con dolor de corazón lo lamento, que ellos cometen también desmanes, pero no admito el que se les quiera presentar como peores que sus vecinos protestantes, ni mucho menos que la Iglesia sea la responsable de sus faltas. El Diario de la Sociedad de Estadística de Londres, correspondiente a los años de 1860-62, 65 y 67, da el 6^ por ciento de nacimientos ilegítimos en Inglaterra y Gales, mientras que en el reino católico de Cerdeña el número sube poco más o menos al 2 por ciento y en Irlanda al 3. Si el número de nacimientos ilegítimos es indicio seguro de la moralidad de un país, ¡cuán saludable será pasar de la protestante Inglaterra, a la católica Irlanda, o a Cerdeña, atravesando otro mar! pues la atmósfera moral de estos países comparada con la de Inglaterra debe de ser como brisa saludable después de respirar las pestilentes evaporaciones de los pantanos. Para que se pueda conocer la verdadera condición de los países europeos con referencia a esta especie de delitos, insertaré aquí un cuadro tan exacto como ha sido posible formarlo en vista de los últimos datos que se han encontrado. (Véase el Mundo Católico, vol. XI, p. 112).