180 Lzl VIOLETA. Federico era uno de esos señores amables y condescendientes pero in-tránsijibles en las faltas de los hijos, y este señor no se descuidaba en nada de b’cderico, hijo único y mimado, pero no consentido hasta el grado de hacer lo que fuera su santa voluntad, como creen algunos padres que el querer á los hijos, es dejarlos á su arbitrio y complacerlos en sus incesantes puerilidades; el padre de b'ederi-co no era así; quería mucho á su hijo como era natural pero por el mismo carino que le profesara procuraba que no fuera un miembro corrompido en la sociedad. No le tenia sujeto á tutela, él se asistía donde mejor le acomodaba: al separarle de su lado para ingresar al colegio, le dijo cuales eran sus deberes y como se debía de portar, y el joven obraba en todo con las prescripciones de su padre, y este no se desatendía en lo mas mínimo, estaba al tarito de sus movimientos aunque de una manera indirecta y sin que él supiera; solo este insidente pasó desapárcibido pa ra el padre debido á unos asuntos ju diciales que traía entre manos y que le hablan absorvido la mayor parte del tiempo; pero tenía el propósito, como los años anteriores, de presenciar el examen de su hijo. Esto era lo que contrariaba á Federico que no lo podía diferir ni sabia como salir del paso. Una noche, ¡noche terrible! era la víspera del dia que iba á ser examinado y se encontraba tan á oscuras de lo (pie tenia que presentar como antes de empezar el curso, y su padre que le esperaba de un momento á otro, /qué hacer/pobre Federico, esa noche tenia fiebre, las cienes le saltaban y el corazón le palpitaba con violencia. En tan aflictiva situación se le ocu rrió ¡Oh insensatez! cortar el hilo de su existencia, y presuroso corre á.su librero y saca una pistola que guarda ahí, sin reflcccionar coje y la prepa ra, levanta la vista tal vez para encomendar su alma al Creador, y en su delirio ve la imagen de su madre dolorida ‘ y agonizante por su determinación; y arrojando lejos de sí el mortífiro, instrumento esclama: ¡Madre mía! ¡madre del alma,! . . ..¡perpon!.... Y cae desplomado en brazos de su padre (pie en esos momentos acaba de llegar. Hoy Federico es el esposo de Eu-frosina y para sus hijos es el mejor amigo. - — María (iarrj-i Gonaaltr:. Monterrey, Diciembre de 1893. UN SUENO. CONFIDENCIAS A LOLA. Anoche, Lola, con suave empeño La blanca luna viendo rodar, Sobre mis ojos sentí que el sueño Sus blandas alas vino á posar. Después el ángel de mis amores Me conducía por un vergel, Cortando ramos, cortando (lores, Une entrelazaba con un laurel. Así llegamos, cabe una fuente, De cuyas aguas al dulce son, Una corona puso en mi frente, Estremeciendo mi corazón. “Esta, me dijo, de tus dolores Como una prenda debes poseer, Uue en esta vida los sinsabores También su premio deben tener." De amores trémula y vacilante. Ceñí el emblema de mi gozar, Y así vagando, seguí constante Con paso firme, sin descansar.