■o; eus moflete» dbotogados de infamia, tiguieron en perpetua congestión; su» ojos jamás perdieron la feroz desconfianza de lee hienas; su nariz se mantuve siempre abierta, como sedienta de sangre; sus mandíbulas desproporcionadas crecieron en vez de suavizarse, como si procurasen eternizar su aptitud de triturar cartílagos y huesos; y su boca, aquella horrible boca de bestia nunca ahita, ostentó siempre la misma mueca abierta, como si constantemente estuviese lista para vomitar insolencias y chocarrerías. Pensando en este hombre singular y en los hombres que lo rodearon concluimos en que no fue una virtud emergente de su ser la que lo hizo tener esclavos de la. inteligencia. Fué algo pavoroso y que casi nos resistimos a confesarlo: fué una depravación general, una gangrena horrible, una fiebre de disolución que se apoderó de una sociedad corrompida, en un tiempo maldito, que recordarán avergonzadas las generaciones venideras. Afortunadamente, la eliminación de Villa no es un epílogo revolucionario como supone el carrancismo. No! Es el prólogo de una serie de eliminaciones necesarias para la reconstrucción nacionaL / 'A. Admirable caricatura de Villa, original de Santiago R. de la Vega y que fue pu-blicada en “Claridades’’ de El Paso Tex. Revista Mexicana, Desea a sus lectores un Feliz Año Nuevo que les compense de todas las desventuras de 1915.