138 LA VIOLETA. los meses calurosos y del hielo en los rigores del invierno. Al llegarse su tiempo /dió fruto esta flor, se compensaron sus trabajos? no sé, es una enigma que no me es dado desifrar; porque esa flor fui yo. Más.......¿ porqué lo he de poner en duda si mi conciencia no me acusa, hasta ahora, de ser una mala hija? además, escribo para aquellos que bien conocen mis inclinaciones, para los autores de mis dias, por esto no temo en decir: que es la mayor satisfacción que cabe en mí, ser la hermosa flor que tantos afanes y cuidados ha costado, en mí la han cultivado y de mi parte está el no dejarla marchitar, el hacerla que cada día aparezca mas hermosa y llena de aroma, pero no hermosa en lo material sino en lo moral. ¡Qué hermoso, qué sublime es el amor filial, y bendito sea mil veces bendito quien cumple con él! y ¿quién será tan desnaturalizado que no cum pía? imposible es que haya un ser que no tenga un átomo de sentimiento para aquellos á quien debe la vida, por vil y degradado que sea, guarda en el fondo de su alma, como una perla en un Senegal, un rasgo de este sublime amor. ¿Cuántas veces algún criminal al hundir el hierro homisida en el pecho de su víctima, habrá oido en su conciencia la voz de su madre, que le dice:—detente-y descuenta este asesinato del catálogo de sus crímenes? Hasta, la Naturaleza que obra por capricho y los animales por instinto, nos ofrecen, á cada paso y nos enseñan como se deben amar y respetar á los padres, las golondrinas que ya no pueden volar de viejas no las abandonan en sus nidos por inútiles dejándolas perecer de hambre las mas jóvenes, sino que las alimentan y traen en sus picos los gusanillos que saben son su encanto; pagando así la deuda que contrajeran al abrirse sus ojos á la luz. Y la yedra que nace al pié de una corpulenta encina que la defiende de los ardores del sol mientras crece y se desarrolla, al venir los nortes y los hielos que la encina pierde su vestidura, la hiedra trepa y con su lozanía y fragancia cubre las imperfecciones del viejo árbol. Con cuanta mas razon los que estamos dotados de setimiento y te nemos la facultad de pensar para obrar en nuestros actos, ¿no sabremos cumplir con este sagrado precepto? ¡Qué mayor satisfacción, que mayor contento que ofrecer nuestros trabajos á los autores de nuestros dias! ¿<2uién es aquel padre que no recibe con sonrisa en los labios y lágrimas de contento, la primera planilla que hace su hijito querido, en la escuela? ¿•Cuál aquella madre que no enseña con orgullo á todas sus amigas las primeras labores que hace su pequeña niña? y ¿qué hijo no siente gozo, se afana más y más y trabaja con ahinco, por tener cada día algo nuevo que presentar á sus queridos padres, para recibir en cambio una caricia del padre y un beso de la madre? Nadie hay más fácil de contentar que los padres, reciben siempre bien nuestros pequeños trabajos y su bou dad llega hasta perdonar nuestros defectos; yo de los mios se decir que todo lo que les he didicado es lo mejor aceptado por ellos como lo mas bien hecho,y á fé qüe tendrán razon; pues siempre que escribo para ellos, me enternezco hasta el grado de llorar y mi corazón henchido de sentimiento dicta las palabras que grabo en el papel. Al terminar mi escrito contemplo mi obra y me siento feliz, porque no hay satisfacción mas grande en la tierra que proporcionar un inmenso gozo á los padres.